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La pendiente de Los Andes


Era bien poco lo que faltaba para configurar la bíblica figura de Sodoma y Gomorra en estas tranquilas tierras del austro atroz. Pues se completó : los empresarios levantan sables, lanzas y escudos para defender el derecho al secreto de las asociaciones delictuales del tipo Spiniak, y su mayor vocero habla del «enrarecido clima político» en una de sus portadas, mientras al interior de las mismas páginas descubre el velo sobre las rarezas de asaltos a un ex asesor presidencial. Igual, es el aspecto cripto-sexual el que mas importa o genera curiosidad mientras que el patrimonial se deja totalmente de lado.



¿Se dan cuenta estimados lectores que en estos ambientes el Estado de Derecho está no sólo demás sino que hasta estorba? ¿Que juez que quiera hacer carrera -o durar por largos años en el Poder Judicial- va a poder actuar con entera libertad e independencia, si los perros ladran de ambos lados de la calle, haciéndola estrecha, tortuosa y difícil?



Lo que va quedando al desnudo es mas bien un Estado de farándula, en el que acción política y espectáculo se confunden en un solo haz de luz y los actores se ayudan unos con otros, pues son beneficiarios de un sistema que tiene las mayores migajas para quienes juegan el rol de animadores.



¿No será posible que se usen los valores del sistema vigente, al menos los proclamados, para hacer menos grotesca nuestra situación como Nación? Por ejemplo: el de «transparencia» debería ser uno de los que se apliquen y así, siendo cada uno dueño de tener y confesar la sexualidad o costumbre que mejor le parezca, nos viéramos todos en la obligación de respetar las leyes y el Estado de Derecho.



No es que yo esté muy interesado en defender el sistema actual ni me interese su perfeccionamiento, pero me da la impresión que vivir en una sociedad sin reglas del juego claras es bastante peor que las apocalípticas profecías del cardenal Medina cuando se refería a los fornicadores de potreros, o sea los que se divorciaban, sin acordarse siquiera que fue uno de sus obispos uno de los precursores de todo este escándalo de la pedofilia. Hoy está prófugo, vale decir: meditando y en arrepentimiento, como se estila en el lenguaje de las doble moral.



No; claramente vivir en una sociedad que depende de los intereses privados -de grupos y personas- es mas triste y denigrante que vivir en una chanchera, por lo que, si estamos interesados en vivir en democracia, debemos dar la pelea para salir de este barro hediondo al que quieren empujarnos.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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