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Anuncios provocativos: respuesta al señor Melero


El diputado Melero en su columna «Anuncios provocativos en TV» se refiere a la polémica surgida por la negación de algunos canales a exhibir los spots de prevención del SIDA.



En primer lugar, defiende la libertad de los canales a negarse a reproducir los spots mencionados. Nadie discute que si los canales reflejaran en su programación un apego estricto a una cierta «política editorial» o «una mirada ética y moral acerca de los problemas sociales» que se ve vulnerada por los spots , ellos tendrían el sustento ético para negarse. Sin embargo, si se persignan cuando no hay dinero y estiran la mano cuando la mayor audiencia lo hace fluir a sus cuentas corrientes, tal sustento deja de existir. Sorprende que el Sr. Melero esquive en su columna esta patente contradicción. Resta solidez a sus dichos.



El canal trece, Megavisión y La Red promueven a través de sus programas conductas «inapropiadas», «cuestionables» y «peligrosas», para usar las palabras del diputado. De todos modos, la iniciativa de obligar por ley a los canales es claramente una mala idea –basta imaginar cómo abusaría de una figura legal de ese tenor un gobierno totalitario como el que apoyó el Sr. Melero-, pero eso no libra a dichas empresas de un juicio negativo por parte de la sociedad. Incurren en la misma clase de doble estándar que demuestra el partido al cual pertenece el diputado cuando condena las relaciones homosexuales que son exhibidas «en sus propias narices» y al mismo tiempo aplaude a su abanderado presidencial cuando se va de besos con los travestis de Providencia. La diferencia está sólo que en un caso se trata de dinero y en el otro de votos.



Luego el señor Melero acusa al MINSAL de «potenciar precisamente las conductas más riesgosas»: relaciones sexuales precoces, infidelidad y homosexualidad. Da la impresión que el diputado viviera en otro mundo o no leyera los estudios que existen al respecto.



Para la primera de estas conductas le propongo que analice con detenimiento las cifras de embarazo adolescente. A partir de ellas se concluye sin lugar a dudas que los adolescentes en este país tienen relaciones sexuales con múltiples parejas, por muy «inapropiadas» que las considere. Y lo hacen a pesar que sus padres, en sus colegios o en la parroquia, les digan que no está bien. Ante esto, con una visión realista y propia de una sociedad plural que no intenta regir el comportamiento privado de las personas, al MINSAL le corresponde recordarles a esos jóvenes que usen preservativos, como lo hace el spot. Si el spot dijera: abstente, su ineficacia sería total. El grupo de riesgo al cual intenta apelar no recibiría el mensaje.



En cuanto a la infidelidad, creo que todos conocemos la gigantesca dimensión que tiene este comportamiento entre los chilenos. La suma de visitas diarias a moteles durante un mes cualquiera sería decidora y no debe corresponder a más del diez por ciento de los casos. La mayor parte de las infidelidades ocurre en los propios hogares. Entonces el MINSAL, como cautelador de la salud de los chilenos, no tiene más alternativa que advertir a este grupo de riesgo que si no hace uso del condón puede contagiarse. Esta conducta no va a variar si un aviso dice: Si usted vive en un matrimonio feliz y monógamo se asegura de no contagiarse con el SIDA: la eficacia nuevamente sería nula.



Por último, la homosexualidad. En Chile, según una serie de estudios estadísticos, existen al menos 750.000 individuos homosexuales, hombres y mujeres. Supongamos que entre ellos existen 250.000 hombres sexualmente activos. Estos hombres no van a dejar de tener relaciones sexuales «en nuestras narices» si alguien les advierte que su conducta es inmoral y riesgosa. Ya han pasado por muchas etapas de amedrentamiento y discriminación como para renunciar a una parte fundamental de su felicidad como personas. «Es su vida» y «hacen lo que quieren», y nadie los va a convencer de lo contrario. Es más efectivo por tanto, y definitivamente más realista, que se les aconseje el uso del condón. Y creo que este es el punto de vista del MINSAL.



Por lo tanto, paso a paso, he llegado exactamente a la conclusión contraria a la cual llega el Sr. Melero. El mensaje de los spots es directo y fácil de entender para la población más expuesta.



Y si a algún contradictor se le ocurre la brillante idea de enrostrarme que en estos spots no se toma en cuenta la proposición católica para evitar el contagio, le contesto de inmediato: el matrimonio monógamo entre hombre y mujer no constituye un comportamiento riesgoso. Al menos en cuanto a la prevención de la enfermedad.



De paso quiero felicitar al MINSAL por ser consecuente con el ideal de una sociedad pluralista. Mientras nuestras instituciones se preocupen de actuar a partir de la premisa que existen distintos estilos de vida y distintos cuerpos de valores en el amplio espectro de la sociedad y no a «reformar» a aquellos que no hacen lo que se supone «deben» hacer, según el juicio de algunos o de muchos, aunque estén dentro del marco de la ley, estaremos avanzando hacia una sociedad de mayor riqueza y libertad.



Escritor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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