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El eslabón perdido de la economía chilena


¿Qué pasa con la inversión privada que aún no puede despegar? No obstante los esfuerzos sistemáticos realizado por las autoridades económicas para construir un escenario favorable a la inversión privada, esta sigue esquiva y errática particularmente en los últimos cinco trimestres.







Los factores que generalmente inciden en las decisiones de inversión son: la demanda anticipada por las empresas a la que ajustan sus capacidades de producción, la rentabilidad anticipada de la inversión, el grado de endeudamiento de las empresas y el costo relativo del capital y el trabajo. A estos factores habría que agregar hoy el marco regulatorio de tarifas en sectores que producen servicios públicos y son monopolios naturales privatizados (telecomunicaciones, energía, agua potable, etéctera. En la práctica es difícil ponderar correctamente la incidencia de los diferentes factores señalados y por ello para los macroeconomistas, la inversión es una de las variables más difícil de prever.



La inversión privada representa alrededor del 85% de la inversión total y antes de la crisis asiática (1997) esta inversión llegó a significar un 23,1% del PIB, en el año 2002 esta cifra se redujo a un 17%; de persistir esta ultima cifra dificilmente el crecimiento futuro de la economia podría ser superior al 4% anual. La brecha que tiene por delante el sector privado es de envergadura pues, por razones aritméticas, para aumentar su tasa de inversión esta ultima tiene que crecer sostenidamente más rápido que el crecimiento del PIB. En el corto y mediano plazo la inversión juega un rol importante en el crecimiento futuro de la economía, por el contrario en el largo plazo el papel relevante lo asume la productividad total de factores.



La existencia de un ambiente favorable a la inversión privada es un hecho, incluso los prejuicios ideológicos de las grandes empresas respecto al tercer gobierno de la Concertación han quedado superadas, en particular Arnold Harberger, padrino de los Chicago-boys decía «si bien Ricardo Lagos es socialista, su política económica es una de las más liberales de toda América Latina en las dos últimas décadas». Los acuerdos en torno a la Agenda pro-crecimiento I y II entre las autoridades económicas y las grandes empresas es otro componente del ambiente favorable a los negocios. El diseño actual de la política económica apunta en la misma dirección. Tal diseño comprende una disciplina fiscal apoyada en una de las reglas más prudentes ( pues existen otras reglas que también significan disciplina fiscal) que permiten tener un bajo «riesgo-país» abaratando con ello el endeudamiento de las grandes empresas y dejando un espacio para una política monetaria expansiva; a ello se agrega un tipo de cambio flexible que permite absorver los shock externos sin comprometer la autonomia de la politica monetaria. Este paquete de política económica así como su lógica implícita, cuenta con la adhesión empresarial. Mas aún, los resultados macroeconómicos que exhibe la economía chilena, no obstante un crecimiento débil, y la estabilidad política del país confieren a este una situación excepcional dentro de la región que ameritaría ya un importante y regular crecimiento de la inversión privada, la que no se ha manifestado todavía. Por último, los TLC suscrito por Chile con EEUU y la Unión Europea son oportunidades de inversión abiertas, particularmente para las grandes empresas, y seguridad juridica para las Inversiones directas extranjeras que vengan a Chile. Es decir el pais no habia reunido jamás condiciones tan excepcionales para desplegar un robusto ciclo de inversión.



Es cierto que la inversión privada es fuertemente sensible al ciclo de actividad de nuestros principales socios comerciales, y reacciona con cierto rezago frente a este. Así desde el 2ÅŸ trimestre del 2001 hasta el 3ÅŸ trimestre del 2002 se registra una clara tendencia a una desaceleración del crecimiento de nuestras exportaciones de bienes y servicios y por tanto un explicable desaliento a la inversión privada. Pero desde el 4ÅŸ trimestre del 2002 hay un giro del ciclo exportador y un mejoramiento del entorno internacional el cual tiende afirmarse a lo menos hasta la elección del presidente en los EEUU a fines del próximo año, y por tanto esto debería constituir un aliento para la inversión privada. Pero esta inversión también es sensible a la evolución de lo que se denomina «resto de la demanda interna», es decir consumo y variación de stock, la que desde el 3ÅŸ trimestre del 2002 ha estado desacelerándose persistentemente y probablemente ello explique el importante rezago con que se mueve actualmente la inversión privada. Este «resto de la demanda interna» en alguna medida esta condicionada por el diseño de política económica recién expuesto.



Este atraso en la inversión privada ha sido explicado por el sector empresarial, a nuestro entender de una manera bastante ingenua aduciendo el exceso de impuestos y la inflexibilidad del mercado del trabajo. A comienzo de la década del 90 los impuestos aumentaron a las empresas y se hizo más caro el despido de la mano de obra respecto a lo existente durante la dictadura. , sin embargo el crecimiento de la inversión privada fue espectacular. Los factores hasta aquí analizados nos parecen más relevantes para explicar la evolución de la inversión. Solamente habría que tener en cuenta tres elementos adicionales. Primero, la libre flotación del peso frente al dólar introduce un factor de volatilidad que puede llegar a inhibir las decisiones de inversión en el sector transable de la economía (exportador y sustituidor de importaciones. Segundo, las autoridades económicas han jugado a fondo la carta de la globalización (apertura comercial y financiera) y el diseño de políticas más acorde con ello; puesto en estas circunstancias la economia enfrenta condiciones de competencia más fuertes haciendo que la rentabilidad anticipada de los nuevos proyectos de inversión probablemente sea mas baja que antes, particularmente en el sector que no captura renta de la explotación de recursos naturales. Tercero, la demora en la entrega de normas para que funcionen los marcos regulatorios de sectores estratégicos de la economía puede inútilmente retardar la reactivación de una parte importante de la inversión.



Finalmente podemos concluir que es muy bueno tener un clima favorable y amigable con las decisiones de inversión del sector privado. Para ello no existe una trayectoria única, hay varias alternativas. Hasta aquí solo hemos discutido lo existente. En buena hora que ella funcionara a plenitud por un largo período pues así podríamos entrar a discutir, con una economía creciendo, el tema más relevantes de la economía chilena, a saber: su mala distribución del ingreso.



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(*) Director de Estudios de la Dirección
de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería (Direcon)
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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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