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Reflexiones entre Navidad y año nuevo


Es cierto que nuestra «fotocopia feliz» del Edén está lejos de los grandes centros mundiales y que geográficamente no tenemos el protagonismo de otros. Pero pensando en el motivo de la Navidad, esto es: el nacimiento del Cristo, nuestra lejanía parece mas bien una ventaja.



En esa tierra -donde convergen las mas importantes religiones que conoce Occidente- casi no hay día que no leamos o veamos en los medios horrorosas escenas de violencia, con el denigramiento que ello implica para todas las partes en conflicto y la posibilidad para que las grandes y medianas potencias utilicen -en términos cada vez mas cínicos- este conflicto que se enraíza en odios cultivados por siglos y que se materializó en modo dramático con el nacimiento del Estado de Israel el siglo pasado.



Está casi del todo demostrado que los gobernantes judíos y palestinos son prisioneros de su destino electoral -sin menoscabo de las manos que, seguramente tienen metidas los fabricantes y traficantes de armas-. Por eso la iniciativa que algunos dirigentes de ambas partes han iniciado, de los cuales conozco y bien de cerca a Yossi Beilli, ex laborista y hoy gran figura de la causa de la Paz, parece más que interesante, sobre todo porque, hasta el momento, ha logrado éxitos diplomáticos de gran importancia, incluida una entrevista con el presidente Bush, cuyo conservadurismo es indudable.



Mientras por todo el mundo se escuchan aún los ecos de ese canto noche de paz, noche de amor, en el hogar mismo del festejado, el de Jesús de Nazareth, corre la sangre a raudales y su prédica de fraternidad parece un chiste macabro. Es parte del cinismo de esta «cultura occidental» nuestra, que llama Ciudad Santa al Vaticano para cerrar los ojos frente a lo que pasa en Belén.



Para los que no son ni musulmanes ni judíos esta semana de Navidad debería ser la semana de la lucha por la paz en las tierras del Cristo y, más que andar haciendo Te Deums de puros oropeles y fanfarrias, los gobiernos de estos países -que se dicen cristianos- deberían expresar en los hechos políticos y diplomáticos una acción real para imponer la paz. Ahí tienen una opción concreta frente a la concepción comercial de la política internacional.



Beilli y sus contrapartes palestinas deberían ser invitados y acogidos en esta América del Sur que mayoritariamente profesa la fe que nació en Belén.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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