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Clonación por Fonasa


«Los artificios y el candor del hombre no tienen fin», decía el poeta Jorge Luis Borges en El Golem, donde relata con el vano intento del ser humano por descifrar el secreto de Dios y otorgar vida a un torpe muñeco. Tal fue el caso de la conocida oveja «Dolly», producto de la clonación artificial que desató en nosotros la aterradora posibilidad de multiplicar los seres humanos de manera idéntica.



Imagínese uno igual a usted mismo deambulando por el barrio. Odio los espejos y el coito porque multiplican a los seres humanos, dijo también Borges. Por asociación de ideas viene a nuestra mente la vieja novela de Ira levin Los niños del Brasil en la cual se argumenta que un nazi -el Dr. Mengele- guardó material biológico de Hitler y que, gracias a la clonación, intentará reproducir al líder del averno.



Digan lo que digan, les guste o no les guste, al igual que en su tiempo la teoría de la evolución, la fusión del átomo, el microchip o los churros rellenos o los chumbeques iquiqueños, la clonación ya está aquí -y para quedarse-. Por lo tanto aprovechemos lo que nos manda el destino y busquémosle el lado bueno, que en el tema de la clonación, por lo menos deben ser dos. ¿Quién no soñó con dejar un clon en la pega, otro con la esposa, otro con los viejos, otro, por si acaso, con el SII, e irse al Caribe con algún clon de la Carla Jarpa? Además, si uno busca antecedentes históricos no debemos olvidar que el mismísimo Dios usó el método, allá por los tiempos de la creación.



En efecto, Él intentó fabricar a Adán a su imagen y semejanza pero, tal vez por usar barro, que es bastante más penca que el ácido ribonucleico, salimos como salimos, unos más que otros. Luego, se ve que no conforme con esto, clonó a Eva usando el ADN de Adán en forma de antecostilla. Y si bien se iba a llamar Varona (Gen. 2,23) por tratarse de una de las primeras experiencias, salió fallada presentando diferencias importantes con respecto al Adán original. Con lo cual se demuestra que el plan divino de que la variedad exista, sea por decisión o por azar, es mucho más divertido que un mundo feliz y eficiente de adanes clonados… y aburridos.



Las posibilidades son innumerables. Ä„Miren si me llegaba a clonar a mí! Ä„Por favor! Aunque, pensándolo un poco, no estaría nada de mal. Yo me quedaría en casa mirando mis programas favoritos en la tele, y el otro que vaya a trabajar. El problema sería el día que en la tele dieran el programa favorito del otro.



A mi mujer también le agarró miedo de que yo la haga clonar y después la engañe con ella misma. «Pero querida -le dije- mira si voy a hacer algo así, Ä„cómo te voy a engañar contigo misma, habiendo tanta otras!». El que está entusiasmado es mi hijo: «Ä„quiero un clon, pá, quiero un clon!».



«Ä„No jodas», le dije», seguro que quieres un clon para que vaya a la escuela en tu lugar! «No, pá- me contestó- es para que me haga de segundo player en el nintendo»!



Y eso es lo terrible: que a una persona se le ocurra clonar a otra. Poder ir, sacar una célula y hacer copias de cualquiera. Imagínense si a alguien se le ocurre, por ejemplo, clonar a mi suegra y que haya dos Ä„Por favor! Ahora, claro, ¿a qué mente maléfica, retorcida, satánica, maligna, perversa, malévola, detestable, miserable, etc., a qué ser humano se le podría ocurrir semejante idea? Ä„Hay una sola persona capaz de algo así: mi propia suegra! Por eso le digo: suegra como usted, no hay dos. Menos mal.



Pero seguro que la Iglesia se va a oponer con todo a eso de la clonación: no sea que pierdan el monopolio de la concepción sin pecado. Ä„Por favor!. Uno podría ir a confesarse: «Padre, me he clonado», y el cura daría la penitencia: «Reza 500 Avemarías, hijo». Entonces uno pudiera responderle: «Ta bien, pero sólo unas 250 yo, y las otras 250 que las rece el otro». Al final, seguro que la Iglesia se va a aggiornar aceptará la clonación, siempre que sea para tener hijos y sin usar preservativo.



¿Y el gobierno, qué va a decir el gobierno de algo así? Va a decir que es algo muy peligroso, y que no debe ser usado para conseguir votos por la oposición. Seguro que van a proponer clonar a los mejores médicos, bioquímicos, físicos y matemáticos: Ä„No la embarren, nos vamos a llenar de taxistas!



Pero no hay que preocuparse. Al final encontrarán una solución. Por ejemplo, que se controle desde la Oficina de Ética. Claro que para eso habría que ponerla en funcionamiento. Mientras, ojalá no lo clonen al Spiniak (sólo mayor de 18 años).



Ä„Ah!, no se le ocurra pedir número en Fonasa para clonarse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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