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Análisis de defensa: Chile navega hacia el modelo holandés


La compra de cuatro fragatas holandesas usadas para renovar la flota de superficie de la Armada Chilena, es la más coherente de las decisiones que ha adoptado un Gobierno de la Concertación en materia de desarrollo estratégico de Chile. Fuera de las positivas consideraciones económicas que ello significa, lo más importante es que junto con validar la necesidad de una política oceánica en un marco de mesura y discreción en el gasto, se abre la puerta de una articulación de negocios con una economía cuyo desarrollo ha estado estrechamente vinculado al mar.



Desde el punto de vista de la Defensa, la adquisición resulta óptima, pues la compra incluye las fragatas multipropósito Karel Doorman (M) Tjark Hiddes F830 construida en 1992 y Abraham van der Hulst F 832 construida en 1993. Dotadas de una moderna tecnología, esta serie que tiene solo ocho unidades, está incorporada permanentemente en las maniobras de la OTAN y es utilizada como soporte en operaciones antidrogas en el Caribe por la Armada de los Estados Unidos.



Ello indica que sus sistemas son de alta compatibilidad con grupos de naves mayores y menores, especialmente en las funciones de escolta y soporte, además de ser económicas por el tipo de combustible que usan y por su baja dotación de personal. Que sean multipropósito (operaciones antisubmarinas, combate de superficie o antiaéreo) implica que están dotadas de un sistema de armas integrado y flexible para estos tres aspectos, ya probados en operaciones conjuntas, como lo señalamos anteriormente. El plazo en que Chile tendrá las naves no podría ser mejor, y prácticamente recupera el tiempo perdido con el proyecto Tridente.



La señal internacional que deja la compra es también potente. Estamos, de manera discreta, reemplazando nuestra obsoleta flota de superficie y lo que deseamos, además de la legítima defensa de nuestra soberanía, es estar aptos tecnológicamente para integrarnos en los mecanismos de seguridad cooperativa actualmente en desarrollo en el mundo. Sin perder de vista que el mar es para nosotros una macroregión insular y marítima cuya ocupación y uso tiene un lugar central en nuestra estrategia de desarrollo.



En cuanto a los ajustes técnicos que deban recibir las naves, que serán pocos seguramente pues están operativas, existe plena capacidad en ASMAR para realizarlos, especialmente los de compatibilidad que se requieran para un óptimo desempeño en el conjunto de la Escuadra Nacional. Por lo demás, esta capacidad que tiene ASMAR es una virtud enorme en materia naval, cuya industria concentrada en muy pocas empresas, carece de escala económica y está condenada a un desarme estructural endémico de su base industrial. Lo que lleva a que el diseño ocupe un período muy largo para no equivocarse y las series sean muy cortas, lo que obliga a constantes ajustes en las naves operativas para alargar su ciclo de vida.



De otra manera serían imposibles de sostener. Y esta es la virtud de ASMAR que se debe potenciar al máximo (astillero reparador) y mantener un adecuado nivel de construcción naval, para naves menores. En parte por estas razones siempre me opuse a la construcción de fragatas en Chile.



El ángulo económico



La decisión gubernamental tiene otro ángulo que debe examinarse. Los estudios preliminares del proyecto Tridente consideraron la opción holandesa. Pero luego, la Armada se embarcó en un proyecto de construcción en Chile, lo que en cierta medida se vio incentivado por la ausencia de opciones reales en el mercado de naves usadas. Durante el reestudio del tema se presentó la oferta holandesa que no podía despreciarse. Razones hay de sobra. Estratégicas de defensa, financieras y también de oportunidades económicas.



Holanda ha trabajado el mar no solo porque es su espacio vincular con el resto del mundo, sino porque ha sido una limitación que merced a enormes esfuerzos y creatividad se transformó en una de sus principales ventajas. De ahí el dicho de que «Dios hizo el mundo, pero los holandeses hicieron Holanda». Desde muy temprano desarrolló una tremenda potencia tecnológica en materia marítima. No sólo en la conquista de espacios al mar, sino en el tipo de productos que salían de sus astilleros. El término «filibustero» proviene del uso del llamado «filibote» por los españoles, nave pequeña de dos mástiles, preferida por los piratas por su velocidad y maniobrabilidad, y con la cual los holandeses marcaron su asentamiento en América Central y el Caribe.



Hoy la industria marítima holandesa, incluido su componente naval, tienen un enorme desarrollo y despliegue internacional, que resulta atractivo como modelo para lo que debiera hacer nuestro país con el mar y su desarrollo. Como ejemplo, en el accidente del petrolero Prestige en las costas españolas en enero del 2003, los dos barcos succionadores holandeses Arca y Rijindelta extrajeron casi 10 mil de las casi trece mil toneladas de crudo derramadas, en un tiempo menor que el utilizado por otras doce naves que operaban en la misma faena.



Holanda tiene un enorme desarrollo en naves deportivas y de competencia que han hecho de la feria HISWA una de las principales vitrinas comerciales del mundo en esta materia. Embarcaciones casi clásicas, livianas, potentemente motorizadas, de calados bajos o fondos planos, y con aptitudes para deportes en aguas vivas difíciles. Además, sus astilleros, frente a la crisis del sector, especialmente naval, han empezado a utilizar asociaciones flexibles con astilleros de otros países, a una escala tremendamente atractiva para Chile. Tal es el caso de Damen Shipyards, con un despliegue de 34 astilleros en todo el mundo, que hace poco cerró una inversión en República Dominicana para construir dos remolcadores y 4 patrulleras, por un monto de 20 millones de dólares.



Chile tiene una base tecnológica y de recursos que pueden potenciarse si la adquisición de las fragatas logra vincularse a un tipo de desarrollo estratégico de más alcance. No habrá offset, como anunció la Ministra. Eso no importa. Chile es un país sin política industrial y no resulta fácil -aunque siempre es conveniente tenerlos- identificar el tipo de compensaciones y la forma de hacerlas operativas.



La decisión principal es de Defensa y está bien y oportunamente adoptada. Corresponde a la diplomacia económica de Chile buscar el plus de la puerta de negocios que se ha abierto. Sería tremendamente positivo lograr que gigantes como Thales Naval Nederland o el Grupo Imtech, especialistas en sistemas de control, electrónica integrada, sensores, o astilleros holandeses se interesaran en un volumen de negocios con Chile en el área marítima donde existe un enorme potencial privado.



* Santiago Escobar es abogado, periodista, cientista político y especialista en temas de Defensa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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