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El antídoto: Democracia y más democracia


Que Blair haya visitado a Kadaffi en estos dias, en Libia, es como ver al diablo vendiendo cruces, pero poco tiene de extraño si se piensa en la poca o nula salida que parecen tener las cuestiones de seguridad europeas. Va quedando claro para los aliados de Bush, que mientras éste se encuentre en fase electoral, será poco o nada lo que pueda hacer para ayudar a sus amigos de ultramar.



Tampoco es que sea mejor la situación de Bush, pues el debate interno se ha encendido y el candidato demócrata Kerry no usa el delicado lenguaje de los consensos del pasado y califica en público la política exterior de su país, en los peores términos posibles.



Estamos recién en los comienzos y quizá cuantas cosas mas se van a descubrir en los próximos meses. Lo más claro es que ya se ha establecido que hay cosas y situaciones poco claras en la entrega de información, tanto al público, como al Congreso, y eso no es algo que pueda pasar así como así en una democracia como la norteamericana.



Que uno de los padres de luto le haya dicho en alta voz a Aznar, durante los funerales de Estado, «lo responsabilizo a usted señor Aznar de la muerte de mi hijo…», es señal que la desconfianza es la más frecuente medida de la opinión española, hacia el saliente presidente del Gobierno. Por tanto, más que la derrota de Rajoy estamos frente a la caída de Aznar.



Pero el tema de fondo, y sin ánimo de descalificar a nadie, es que haya llegado hasta las dignidades de la dirección de gobierno, lo que subsiste la pregunta que quedó flotando en el aire, igual que el humo de las bombas del 11 de marzo: y ahora, ¿quién garantiza la seguridad de los ciudadanos europeos?



Entre rumores y declaraciones más o menos confusas se atribuye a Al Qaeda amenazas contra Italia e Inglaterra, mientras se desinfla la «inminente captura del número 2 de Osama», de parte de los EEUU. Los costos de la nueva seguridad en aeropuertos, como el de Frankfurt o el de París, son enormes y amenazan con cambiar hasta las tarifas del desplazamiento, sin menoscabo que debe ser igual de difícil hacerlo en los miles de kilómetros de ferrovías que tiene Europa. La gente madura o de tercera edad evita las aglomeraciones de gente, incluyendo los supermercados y malls, lo que tendrá efectos sobre el comercio. A esto hay que agregar los costos de la seguridad o más bien la inocuidad alimentaria, ya que las mercancías provenientes de cualquier lugar deberán ser cuidadosamente revisadas, incluyendo nuestras frutas y verduras.



Después de dos guerras mundiales en el siglo XX y de una unidad ejemplar alcanzada con los mejores instrumentos del Derecho, cabe preguntarse si los europeos están dispuestos o no a vivir en las condiciones que les está fijando la política guerrerista de Bush.
Desde lejos da la impresión que la mayor forma de terrorismo global es precisamente el de estos grupos gobernantes, de sino conservador, que han logrado globalizar la inseguridad, para luego desarrollar su propio terrorismo. Incluyendo la ocupación de países, la apropiaciónm de fuentes energéticas que no les pertenecen.



Como lo acaba de hacer España, parece ser que el mejor antídoto es democracia y más democracia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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