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Manipulación de la información


Recuerdo que nuestro profesor de estadísticas en la universidad solía decir que «las cifras son la mejor forma de mentir». Porque dependiendo de la manera en que se las presente, es la interpretación que damos a la realidad que buscan reflejar. Eso lo saben bien los políticos y los gobiernos, acostumbrados a echar mano a los números a la hora de dar cuenta; pero también, y lo que no es menos peligroso, los medios de comunicación.



Tanto el Estado como la prensa contribuyen con sus comunicaciones a formar la opinión del ciudadano común, por eso es fundamental exigir que esta información sea completa y que no se encuentre manipulada, como hasta ahora vienen haciendo de manera sistemática gobiernos y medios de prensa.



La libre expresión de ideas, es tan importante, como que la expresión de esas ideas se haga de manera responsable; y con esto no aludo a los muchas veces cuestionados excesos del periodismo, ni estoy coartando el surgimiento de nuevos medios. Me refiero a esa manipulación poco aparente que exhiben los titulares de la prensa, violentando el derecho de todos los chilenos a recibir información completa, oportuna y veraz.



En este escenario y legitimadas por su carácter estadístico, las encuestas de opinión marcan el pulso del acontecer nacional en todas sus facetas. Política exterior, temas valóricos, seguridad ciudadana, todo puede ser escrutado en razón de una fórmula porcentual, pues las cifras gozan hoy de una popularidad que puede llegar a ser peligrosa, cuando se ven tergiversadas en razón de los intereses de quienes las emiten. Esa es la perspectiva que no debemos perder a la hora de revisar el contenido de los medios, pues tras el velo de la información, se esconden mensajes menos evidentes, pero igualmente nocivos para la percepción ciudadana.



Un claro ejemplo de lo anterior, fue el dispar tratamiento que dieron los diarios de circulación nacional a un estudio del Sename, referido a la realidad social en que se encuentran los 220 mil jóvenes salidos desde sus centros, entre 1990 y 2002, tras haber cumplido la mayoría de edad. En otras palabras, un informe de los resultados de la política pública, en materia de protección a la infancia, desde el retorno de la democracia.



Uno de los tantos indicadores del estudio, se refería al tema de la delincuencia, específicamente a cuántos de ellos estuvieron recluidos en centros penitenciarios después de su egreso desde los centros del Sename. Estableciéndose que el 11,2% de ellos, es decir 24 mil jóvenes, habían pasado por esta experiencia, mientras que el restante 88,8%, no había estado nunca detenido. Veamos el modo en que fue cubierta esta noticia.



«La Tercera», patriarca del consorcio Copesa, informó que una «Mayoría de jóvenes egresados de centros del Sename no son recluido en cárceles» y que sólo el 11,2% habría estado en esta condición; mientras que «El Mercurio», prefirió poner el acento en que «24 mil egresados del Sename han delinquido», dejando claro en su epígrafe, que esto lo asevera un «Estudio:». En la misma línea titulan los otros dos diarios del consorcio mercurial: «La Segunda», insistiendo en la gruesa cifra de 24 mil jóvenes, y, «Las Últimas Noticias», curiosamente más recatada, optó por expresarlo en porcentajes, es decir el 11,2%. Por su parte «La Nación», haciendo voto de esa aún poco clara relación con el Estado y por tratarse de información de un órgano público, tituló con un optimista «Sename: casi 90% no vuelve al delito», y, al igual que El Mercurio, lo reforzó con un epígrafe donde se lee en negritas: Estudio de la Usach.



Al comparar estos encabezados, parecen estar hablando de realidades diferentes, o al menos esa es la sensación que queda entre tantas cifras que se expresan de modo distinto. Sin embargo, fueron obtenidas en la misma conferencia de prensa, con el apoyo del mismo comunicado y con los mismos números dados a conocer por la autoridad. ¿De dónde provienen entonces los matices? De quienes impunemente siguen manipulando la información estadística en los medios de comunicación; pues al no conocerse el universo de la muestra en el mismo titular, cualquier suma que supere los cuatro dígitos parece espeluznante, 24 mil en este caso, y porque la ventaja del número 9 es conocida hasta por los comerciantes, que bien saben como actúan sobre la cifra redonda más próxima, en este caso, 90 suena a 100.



Percepciones diferentes, podrían decir algunos; no se ha faltado a la verdad, dirán otros, y es también válido como afirmación, pero la percepción que realmente se está afectando es la de los ciudadanos, pues incorporan en su visión de la realidad los sesgos que imponen los medios de comunicación. Hasta ahora hemos visto todos los titulares juntos, pero me gustaría invitarlos a hacer el ejercicio de tomar solo uno de ellos y percibir cuál es la sensación que les deja.

Se podría seguir argumentando que los titulares son solo la introducción de la noticia y que en el texto se complementa la información, consideración que resulta errónea por dos razones: primero, porque el titular es el llamado de la noticia, el pregón de antaño que se voceaban en las plazas y, en segundo lugar, porque desde el punto de vista de la estructura de una nota informativa y aún considerando como argumento los estrechos márgenes tiempos con que trabaja la prensa, la información entregada fue parcial, pues no se entregaron todos los indicadores que contemplaba el estudio, ni suficiente información adicional a la ciudadanía.



Faltó, por ejemplo, la referencia a estudios anteriores que permitieran cotejar los avances o retrocesos en la materia. O una perspectiva internacional, si estos estudios no existieran, como comparar los resultados con otros países de Latinoamérica o con los estándares de la Convención de los Derechos del Niño, pues los jóvenes de los que trata el estudio tenían esa condición durante su estadía en centros de Sename y porque, como dijimos antes, este estudio busca evaluar el efecto de las políticas públicas concertacionistas en materia de protección a menores.



Pero hay un hecho todavía más grave que lamentar, de cara a la percepción que se formará el ciudadano de la noticia, y es que todos los diarios presentes en la conferencia centraran su noticia en la delincuencia, sin informar acerca de otros importantes temas abordados por el estudio; como la situación de estos jóvenes en lo afectivo, familiar, estudiantil, laboral y en sus proyectos de vida. La atención, con los sesgos ya descritos, se centró en el delito. Eso es lo que vende, no importa la omisión del resto de los contenidos del estudio, del justo contexto.



La consecuencia nociva de estas manipulaciones y falta de rigurosidad periodística, es que en la ciudadanía se vuelve a acuñar la idea de una estrecha relación entre delito y jóvenes en riesgo social. Y no me refiero solo a aquellos que han formado parte de algunos de los programas del Sename, sino también a cualquiera de los millones de niños y niñas que en Chile se encuentran en una situación de desventaja y desprotegidos.
Se suele decir que los medios crean el clima, aunque no sé si es esa la forma de describirlo, más bien baten las aguas de las distintas realidades provocando fastuosas olas noticiosas, que se extinguen en el tiempo tan rápido como se iniciaron.



Por eso cuando aparece una red de pederastas, los medios contribuyen con los detalles y el país entero se levanta pidiendo castigo para los violentadores de menores. Pero a los pocos días, cuando se registra un asalto a un microbús, los medios también están exaltando el debate, pero esta vez para pedir rebajas en la edad penal y una mano más dura en el combate a la delincuencia juvenil. Y es que el problema de fondo es más que el oleaje que han levantado los medios, pero esa es la información de que dispone el ciudadano común para enterarse de los hechos que ocurren en Chile.



Es de esperar que la próxima vez una autoridad nos informe sobre un bien social tan importante, como son nuestros niños, más tratándose de menores en riesgo, los medios de comunicación den a los ciudadanos la posibilidad de formarse un juicio acabado de la realidad que se les presenta, sobre la base de una información completa y no tergiversada. Si así hubiera sido en este caso y también en tiempos anteriores, estaríamos haciendo más por solucionar los conflictos y menos por provocarlos.







*Paulina Acevedo Menanteau es periodista de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales (paulina.acevedo@udp.cl).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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