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Universidades públicas, claves para la cohesión social


Cuatro son las características vitales de los países desarrollados: economía diversificada e integrada al mundo; modelo de gobierno democrático con una administración y gestión descentralizadas; base de producción científica y tecnológica propia fuertemente vinculada a la producción, y alto grado de cohesión social.



La cohesión social se define como el grado de integración y articulación de los distintos grupos en una sociedad y su análisis de verificación se centra en los problemas de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.



Los países desarrollados han mantenido, como objetivo político, el promover un alto grado de cohesión social; y han actuado sistemáticamente en pos de la integración de todos los ciudadanos, a las distintas dimensiones de la vida en sociedad. Lo hacen porque su mayor inteligencia colectiva les permite darse cuenta de que el promover la cohesión social apunta a tres dimensiones esenciales: una, se ajusta a imperativos morales ya que se orienta a la dignidad de las personas y a sus derechos; dos, porque potencia el sistema político ya que fortalece la democracia y la estabilidad de los países y, tres, porque se correlaciona bien con el funcionamiento de una economía sólida ya que busca incorporar grandes grupos a los circuitos de la producción y el consumo.



Por otra parte, en nuestra sociedad las personas le asignan a la educación superior el valor de ser la principal herramienta para superar la pobreza y la desigualdad; porque, a su vez, pretenden alcanzar con ello mayores grados de integración social.



Sin embargo, aunque las personas puedan abandonar la pobreza y la desigualdad tomando adecuadamente las oportunidades para ser profesionales o técnicos de alto rendimiento y calidad; al buscar un empleo, siguen sufriendo la exclusión social derivada, por ejemplo, de su procedencia regional, de su origen familiar, de sus relaciones sociales previas o de la falta de ellas, etc. Esto lo dejó en claro el diario El Mercurio, en su reportaje del sábado 21 de Febrero del presente año, al descubrir que los profesionales exitosos de origen humilde pagan «el elevado precio de no tener curriculum social» (Economía y Negocios, página B5).



Esto ocurre porque hoy Chile se caracteriza -como lo indican diversos estudios de las Naciones Unidas, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo- por una fuerte segregación de los grupos sociales, como sucede con la marcada segmentación del sistema educacional por establecimiento, según nivel socioeconómico o como se expresa visiblemente en la localización urbana de esos grupos al interior de nuestras ciudades.



Estamos entonces frente a un asunto de valores y, por lo mismo, siendo la educación superior el camino más adecuado para superar la pobreza y la desigualdad, es importante tener claridad de que al interior del sistema de instituciones, las Universidades Públicas constituyen, por misión, una pieza clave para alcanzar niveles más adecuados de integración y cohesión social.



A este respecto, son ejemplares las redes de universidades estatales en Estados Unidos o el predominante sistema público de universidades en Europa; ambas de alta excelencia académica y de amplia diversidad social. Y, por su parte, en la principal universidad privada del mundo, su Rector Lawrence Summers, ex Ministro de Hacienda norteamericano, declara que: «Harvard cree en el valor formativo de la diversidad. Es una ventaja haber conocido de joven gente de orígenes diversos y haber estudiado con ellos. Eso enriquece a una persona y la prepara mejor para el mundo real, donde tendrá que trabajar con personas muy diferentes. En la Eliot House (un hogar estudiantil) se puede ser amigo de un negro del Bronx, del hijo del príncipe de Jordania, de un joven pobre de Arizona, de un peruano, o de un niño rico de New England. El mínimo común denominador: se saben y reconocen como tipos muy capaces» (¿A dónde va Harvard?…; en El Mercurio, Artes y Letras, 28/03/2004).



Para tener un Chile que sea más Chile para todos, es necesario fortalecer a las instituciones, sistemas y mecanismos que, como las Universidades Públicas, ayudan a elevar el grado de cohesión de la sociedad, porque ello posibilita la captación del esfuerzo y la inteligencia de cada uno de los ciudadanos en beneficio de la nación en su conjunto.





*Héctor Gaete es vicerrector académico de la Universidad del Bio-Bio (www.ubiobio.cl).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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