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Renovación de la Escuadra


Hace pocas semanas el gobierno anunció que, como parte del programa de renovación de la Escuadra Nacional, había decidido adquirir cuatro fragatas holandesas, dos tipo L y dos tipo M.



Como se sabe, porque ha sido parte de la discusión pública por varios años, la Armada está siendo afectada por una obsolescencia en bloque, de buena parte de la Escuadra, lo que hacía imperioso su renovación. Como es también de conocimiento general, las opciones que se estuvieron barajando en los últimos años fue la construcción en Chile o la adquisición de buques usados. La decisión anunciada por la autoridad desplaza hacia el largo plazo la discusión respecto a la conveniencia (técnica y económica) de construcción local y opta por una solución técnicamente válida y financieramente sostenible.



Para poder formarse un juicio válido sobre esta decisión, es necesario entender el rol que estas unidades tendrán en la disposición estratégica de la Escuadra. Desde ese punto de vista, es clave destacar que la incorporación de estas cuatro fragatas contribuye significativamente al menos en tres capacidades cruciales: la detección antiaérea y antimisil a larga distancia, el mejor alcance de los misiles de superficie, y la detección antisubmarina.



En el ámbito de los misiles de superficie, por ejemplo, se duplica al menos el alcance de los mejores equipos en servicio en la Escuadra (Exocet MM40) y se triplica el de las unidades más antiguas. A la mejora cualitativa señalada, se une que la presencia de estas fragatas duplicará la capacidad de misiles de superficie que hoy existe. En síntesis, desde un punto de vista operativo, las fragatas holandesas harán una contribución real a las capacidades estratégicas de la Escuadra e introducirán tecnologías significativamente más recientes que algunas de las usadas hoy.



Por otra parte, estos buques, aunque usados por casi dos décadas, tienen costos de operación considerablemente más bajos, a lo largo de su vida útil, que los de la composición actual de la Escuadra. Un antecedente muy relevante en este sentido es que las fragatas clase L (con un desplazamiento de 3.750 toneladas) poseen una dotación de 23 oficiales y 174 gente de mar, mientras las clase M (con 3.320 toneladas de desplazamiento) tienen una dotación de 16 oficiales y 140 gente de mar, más de 100 personas menos que los actuales DLH/DLG, tipo County, que vendrán a sustituir. Esto es particularmente importante por ser el capital humano el recurso más caro de los que componen la función de producción. El valor presente de la reducción de costos que se origina en este concepto es, por lo mismo, realmente significativo. Los cambios van, sin embargo, mucho más allá: afectan la formación de los marinos, su entrenamiento, el mantenimiento y quizás, incluso, algunas concepciones estratégicas.



Se ha criticado, no obstante, que el incorporar buques de un origen distinto a los que componen actualmente la Escuadra (básicamente ingleses), encarecería la línea logística. Esto posiblemente es cierto, pero lo sería también con cualquier otro buque con tecnología moderna sea cual sea su origen. En segundo lugar, la incorporación de un nuevo proveedor, que no sólo lo es de la Armada sino que, potencialmente, de las tres instituciones de la defensa nacional, puede significar también una reducción relevante de riesgos (lo que es medible y debe compararse con ese probable mayor costo).



Por último, no debe perderse de vista que la llegada de estas fragatas, que homologarán a la Escuadra con los estándares OTAN, le permite a ésta, nuevamente, disponer de unidades que sean capaces de desarrollar la velocidad que hoy tienen los buques mercantes de nueva generación (unos 25 nudos), tema no menor para uno de los roles que posiblemente sigue siendo válido en el contexto marítimo en que nuestro país está situado.



En síntesis, la renovación parcial de la Escuadra, unida a la pronta llegada de dos nuevos submarinos, coloca al país, otra vez, en una posición más sólida y que le permite enfrentar los desafíos que derivan de las nuevas realidades internacionales de una manera notablemente más eficiente.





*Guillermo Pattillo y José Miguel Izquierdo son director y secretario, respectivamente, de la Comisión de Defensa del Instituto Libertad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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