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La demanda de Chile


La demanda de Chile es que todo chileno, independientemente de su clase social, color de piel, sexo, edad o lugar donde habite, pueda ser arquitecto de su propio destino. Así la demanda de Chile es que Santiago entienda que la riqueza, belleza y fortaleza de nuestro país reside en que este fue creado largo y no angosto, enorme y no pequeño. Alonso de Góngora y Marmolejo así nos reconoció: «… es el reino de Chile y la tierra de la manera de una vaina de espada, angosta y larga».



Don Armando de Ramón, Premio Nacional de Historia, en su último libro «Historia de Chile», nos demuestra la importancia de esta característica. Chile nació a lo largo y no a lo ancho, enorme y no pequeño. Esta idea de una columna vertebral de Chile, que lo estructura desde el desierto hasta la antártica, nació debido al fracaso de concebir los países del Cono Sur de acuerdo a los paralelos geográficos, desde el océano Pacífico hasta el Atlántico. Había que seguir la ruta de los meridianos. En el caso chileno el meridiano 70.



«El principal autor de este diseño geográfico-político fue Pedro de Valdivia, primer conquistador y fundador de Chile, quien recorrió el país de norte a sur ponderándolo en sus famosas cartas al Emperador Carlos V y dándole la personalidad geográfica y política que hoy tiene gracias a la admiración que trasuntaba su relato sobre sus riquezas, la bondad del clima, la belleza de su paisaje y la abundancia de su población.



El relato de Chile que hizo en sus célebres cartas es la descripción de su actual espacio geográfico y no parecen quedar dudas respecto de que el Chile que hoy existe es el Chile valdiviano, el Chile que éste conoció al atravesarlo de norte a sur entre el despoblado de Atacama y las selvas australes, con la mira puesta en las tierras del estrecho de Magallanes donde, sin embargo, no le fue posible llegar». Hasta aquí la cita de Don Armando, recientemente fallecido. Así nació este Chile, largo y angosto que anida tanta riqueza y diversidad natural y cultural.



Saltemos cuatro siglos para adelante. Contemplemos desde esta perspectiva nuestro país, el del año 2004. ¿Es Chile una patria para todos? La respuesta es que aún no lo es. Por ello la demanda del Chile de hoy es por la igualdad. Una de las desigualdades contra la que reclaman los chilenos es la territorial.



Así por ejemplo, el riesgo de mortalidad durante el primer año en niños hijos de madres que habitan en Vitacura es de 2.6 por mil nacidos vivos, en Providencia es cercana a 7, en Purranque de 28 y en Puerto Saavedra sobre 40. Estamos hablando entonces que un niño que nace en alguna de las comunas pobres de La Araucanía tiene quince veces más posibilidades de morir que uno que nació en la comuna de Vitacura (que irónicamente lleva un nombre indígena). La esperanza de vida al nacer en hombres varía geográficamente desde un 66.1 a 85.7, es decir, existe una diferencia de 19.6 años. En las mujeres, la variación es de 11.4 años: desde 73.3 a 84.7 años de esperanza de vida comunal promedio. Lo mismo ocurre con la educación. Un niño que Alhue estudiará 7,2 años promedio. Y el mismo niño chileno pero de Las Condes alcanzará los 14,3 años.



No puede ser que nuestros ancianos y niños sean menos chilenos porque viven en una región o comuna y no en otra. ¿Qué podemos hacer en esta materia? En democracia hemos avanzado muchísimo en materia de regionalización y descentralización. Sin embargo queda mucho por hacer en materia política y fiscal. Una publicación del Diario Financiero, del 23 de abril del presente año, nos recuerda que el Plan de Transporte Público Transantiago involucra 275 millones de dólares. Sumemos 900 millones de dólares del Plan Maestro de Recolectores de Aguas Lluvias que se quedan en la capital (de un total de 1600 millones) En salud la Región Metropolitana registró una inversión pública de 40,9% contra un 7,8% de la región del Bío Bío. A pesar que esta última representa el 13 por ciento de la población. Sumemos al dato cuantitativo, otro cualitativo. Se esperaría que en aquellas regiones y comunas donde haya más pobreza e indigencia se realice un mayor esfuerzo estatal. Ello no es así con la fuerza que se requiere. Mideplan nos informa que de acuerdo al ingreso de solicitudes de inversión pública al 2005, Santiago acapara 1 994 solicitudes por el monto de 3,1 billones de dólares, contra la región del Bío Bío que sólo alcanza a 1 255 solicitudes por un monto de 219 millones de dólares.



Si en materia fiscal se requiere un mayor esfuerzo en regiones y comunas, y menos en Santiago, en materia política requerimos realizar un salto cualitativo. Si la semana pasada hemos reclamado en contra de la forma de designación de los candidatos a alcaldes es porque necesitamos más democracia local. Chile requiere de representantes populares cuya legitimidad nazca desde la base ciudadana, y no de negociaciones santiaguinas. Eso es clave. Para que seamos un país desarrollado debemos profundizar la descentralización política y fiscal. La demanda de Chile es construir una sociedad justa, de norte a sur, desde el Desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos. Así nos soñó Don Pedro de Valdivia.





* Sergio Micco es director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (sergiomicco@hotmail.com).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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