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Multilateralismo del sector privado y bilateralismo entre naciones


Rodrigo Rato, el nuevo jefe del FMI pasó el aviso de que los problemas financieros argentinos se resuelven bilateralmente. De una plumada contradijo la esencia de un organmismo que es multilateral. Rato, español aznarista de tomo y lomo, fijó los parámetros de un FMI cada vez más alineado con la política exterior de la administración republicana de George W. Bush.



Ojo que las disputas por franjas y aranceles en la OMC serán cada vez más duras con este declarado bilateralista como Rato. Por eso los presidentes de los países en desarrollo deberán gastar cada vez más en viajes y en protocolos. La embajadas deberán aumentar su personal y una buena parte del aparato del Estado deberá incrementar el corporativismo y la institucionalidad hacia el bilateralismo. La «integración», antigua panaceas para el desarrollo, supone que comercio y finanzas forman parte de ello, solo es palabra sagrada en sistemas de seguridad y protección. En otras áreas, el término integrar es como hablar de una peste o de un artículo de consumo indescifrable.



Argentina: dólares que no regresan



A Rato no le interesa que el pago de 105 millones de dólares por un cuadro de Picasso sea una obsenidad que marca el estado de situación de un mundo desconectado. Obras patrimoniales de la humanidad, que no deberían tener un «costo», forman parte de un mercado que engulle cada vez más todo lo que se le pone por delante. Hasta la autoproclamada santidad nórdica de suecos y noruegos, ha tambaleado con el rentable tráfico de niños por el tema de la adopción. En la matriz de la rentabilidad para pagar deudas de un mundo que creció indebidamente en exceso durante los 80 y parte de los 90, pereciera que todo vale.



Igualmente obsceno son los depósitos personales de los argentinos en dólares en el extranjero que ascienden a 150 mil millones de dólares. Este dinero no forma parte del esquema impositivo en un país que lidera la evasión de impuestos en el mundo. Si se pagara la mitad de los impuestos anuales de este dinero, incluyendo los intereses, cubriría una parte no despreciable de la deuda. Podría ser a una cifra cercana al 5 por ciento. Claro, esta no es una tarea del FMI, ni menos de que Rato pase el aviso más general para redistrubuir parte de una riqueza que no asume ninguna responsabilidad. ¿Quién fiscaliza a Rato y sus discursos? Un viejo esquema de gobernación que opera con clave de guerra fría, otro más como la propia ONU que no se reforma. Se reforman la mayoría de los sistemas de seguridad social de los países, pero la impertubabilidad de ciertas burocracias es admirable.



La simetría de lo que le falta a la Argentina es atererradora. Si uno saca cuentas, los dólares que están afuera representan casi la deuda externa. Según el ministro del Interior Anibal Fernández, «cuando la Argentina quebró, quebramos todos».



Más allá del gas



Esta aseveración de Fernández incluye, obviamente, a las empresas de la energía que no han podido recuperar el tiempo perdido por falta de capital para inversiones de renovación.

La falta de inversión por precios deprimidos en el sector energético es una caja de pandora que se está abriendo gradualmente y que está ayudando a disuadir la crisis a nivel de las cúpulas empresariales y de Gobierno en ambos países protagónicos.



Una buena cantidad de personeros consultados piensa que la «crisis del gas» es un indicador de una crisis mayor, o de un sistema más macro. El Fondo Monetario Internacional ha sido sindicado como co-responsable de esta mini crisis, por las políticas monetarias y de ajuste económico aplicadas en los años 90. Mazzardi piensa que no es un probema de tarifas, sino también de pérdida de patrimonio de las empresas, no solo en Argentina, sino también en la región y en el mundo.



Según Michael Lynch del centro de Estudios Estratégicos de los Emiratos árabes, un potente Think Tank multidisiplinario en política energética y de seguridad, señala que no hay «crisis energéticas» producto de la escasez, como tal. «El foco en las estrategias de seguridad energética debe ser el daño económico producto de alzas exageradamente altas de precios motivadas por razones políticas.»



Agrega que fluctuaciones de corto plazo en los precios deben ser consideradas como parte de una conducta cíclica normal en un commodity que ya forma parte de un cartel, como es el caso del petróleo y sus derivados. En los últimos 30 años, dice Lynch, los precios del petróleo son volátiles, pero no son más volátiles que cualquier otro producto, y en cualquier período de tiempo.



Lo que emerge en la era de la globalización, es también un sistema de relaciones nuevas entre los países donde la variable política adquiere un peso mayor. Se observa en la fieras disputas de la OMC. El caso de la prohibición boliviana hacia la Argentina para exportar gas a Chile, es una variable no considerada en toda su magnitud, en la matriz de Michael Lynch y los supuestos anteriores. Por cierto, habiendo liquidez, respaldos y garantías para comprar, la energía existe. Es cuestión de planificarlo y también de tener buenas relaciones. Hoy al parecer, no todo depende de la condición económica del comprador, tiene que tener otras aspiraciones… además.



>B>El estilo K…again



A algunos les agrada ese estilo directo de mirar a los ojos y decir las cosas por su nombre. En septiembre de 2003 en la ONU, el presidente argentino Nestor Kirchner dijo: «pagar con qué, si no tenemos nada para pagar».



Ahora en mayo 2004 en Nueva York, «comprensión y confianza es lo que pedimos» señaló a deceneas de empresarios comprometidos a «bancarse» a la Argentina en una nueva etapa de negociación de la deuda. Esta, sin embargo, tiene derivas más complejas que las emanadas de la postura firme del 75 % a la quita de ese pago. Hay una «deuda interna» con la gente y con el propio Estado argentino y un sistema federal casi desvencijado, como lo ha demostrado la crisis social y política en la provincia de San Luis.



Ha sido corriente observar en Chile al sector empresarial liderado por Juan Claro, con comentarios de un Presidente Kirchner demagogo y populista. La vertiente de opinión en Chile, de que Argentina no tiene como sustentar el crecimiento de un 8 a un 9 por ciento anunciado para este año, se hace un torrente. «En el 2005 Argentina no tendrá como pagar la deuda» decía un empresario asociado a la SOFOF. Lo mismo señalaban las editoriales de los medios manejados por el grupo Sahieh y Ricardo Claro, y las editoriales de Canal 13. Es la misma corriente de opinión que exacerbó la crisis del gas y sobre la cual la oposición a la Concertación intentó sacar un dividendo político.



Una portada y un artículo central con Kirchner en la revista Newsweek, es como el beso de la mujer araña: famosos hoy que se desploman mañana, casi de inmediato. Muchos lo quieren asi. Porque Kirchner molesta a no pocos en la región y a muchos en Chile. ¿Por qué será? La interrogante va desde su postura firme por los derechos humanos, hasta sus posiciones frente al conflicto en Irak, y su embestida a un lobby todavía poderoso como el de las empresas energéticas con capital español.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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