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El estado de la nación chilena


Corresponde todos los 21 de mayo que el Presidente de la República dé cuenta del estado administrativo y político de la nación. Es el homenaje republicano que hacemos a don Arturo Prat. En esta oportunidad Ricardo Lagos procedió a presentarnos un cuadro esperanzador. Se trata de un país que crece y en que la paz social y estabilidad política nos distinguen de nuestros vecinos. Estamos, gracias a los tratados de libre comercio, aumentando nuestras exportaciones a 21 mil millones de dólares. Hemos multiplicado por cuatro el presupuesto en educación, lo que nos permite que nos aproximemos a pasos agigantados a la meta que cada chileno cuente con el derecho de acceder a lo menos a doce años de educación gratuita. El presupuesto en salud ha sido multiplicado por más de dos, lo que ha significado que en atención primaria se haya pasado de diez a quince millones de atenciones médicas. El crecimiento económico, más un agresiva política social y tímidas reformas tributarias y laborales de principios de la década pasada, han permitido que la pobreza haya bajado de un 47% del total de la población en 1987 a un 20,6% el año 2002. Es para estar contentos.



No es así como opina la oposición. Para ella, el país que describe el Presidente Ricardo lagos es un mundo más bien de fantasía. Se reclama en contra de la nula mención del problema de medio millón de desempleados. Se protesta en contra de la delincuencia que aumenta. Se señala que el gobierno de Chile no asume el problema de la corrupción. Finalmente la educación es de mala calidad y muchos jóvenes desertan de ella por problemas re cursos. Es para llorar de pena.



¿Quién tiene la razón?



Como siempre, la razón y la verdad se niegan a abanderizarse. Es indudable que lo descrito por el Presidente Lagos es cierto. Pero también es cierto que la pobreza y las desigualdades siguen apremiándonos. Sin embargo, la cuestión es que la causa de los problemas sociales de Chile no son los que la derecha dice ni la solución de ellos se alcanzarán por medio de lo que nos proponen sus voceros. ¿Se imagina cómo estaríamos con Enap privatizada, como lo fueron el petróleo y el gas argentinos? El Informe del PNUD, «Democracia en América Latina 20004», señala que como nunca nuestro continente ha avanzado en la liberalización de los mercados, privatización de empresas públicas, apertura a la inversión extranjera y a los mercados mundiales y sin embargo como nunca la pobreza sigue en el 40 % de la población, América Latina no crece como debiera y las desigualdades avanzan.



Los problemas políticos de Chile se resuelven con más democracia. Es el caso de la corrupción. Es cierto que este es un flagelo central de nuestras democracias latinoamericanas. Combatirla es tarea de todos. Justamente en democracia es cuando mejor se la rechaza. El caso chileno es elocuente. Sin democracia, se realizan privatizaciones escandalosas de nuestras empresas públicas. En democracia ministros de estados son procesados y diputados de gobierno desaforados. La opinión pública se informa y fiscaliza. La Contraloría ejerce sus atribuciones y el Congreso Nacional reacciona aprobando nuevas leyes. Resultado. Chile tiene, de acuerdo al Informe de Transparencia Internacional y el Foro Económico Mundial del 2002 los niveles más altos de transparencia y probidad en América Latina. Los índices chilenos son los mismos que los europeos.



Los problemas de desempleo se solucionan mejor en democracia y con políticas que mezclan Estado, mercado y sociedad civil. Veamos. Entre 1973 y 1989 el promedio del desempleo fue de 18,1%. En democracia el desempleo no supera el 8%. Bajo el régimen militar el crecimiento de la economía fue de 2,9%. Bajo Aylwin fue de 7,7%;. bajo Frei de 5,4% y bajo Lagos ha sido del 3,1% (y los economistas, que se equivocan como todos, dicen que creceremos a un 5% los próximos dos años). Por cierto con crecer no basta. Es cierto que Chile ha aumentado sus exportaciones a 21 mil millones de dólares. Pero, y por vía ejemplar, no ganamos mucho si el sector forestal exporta 2.900 millones de dólares, pero paga el salario mínimo a sus obreros en Arauco. Es cierto que Chile puede pasar de los 5800 millones de dólares en exportaciones agroindustriales a 10 000 millones el 2010, pero ¿seguirán las temporeras de la VII región recibiendo tres mil pesos diarios? Además, sin el apoyo del estado a la micro, pequeña y mediana empresa no superaremos el problema del desempleo pues ahí están el grueso de nuestros trabajadores.



Veamos el problema de la delincuencia. Lo cierto es que Chile tiene un nivel de seguridad muy alto. En nuestro país hay 4,5 muertos por cada 100 000 habitantes contra 70 en Colombia. El promedio mundial es 8,8. Lo cierto que la delincuencia se la combate penando a los delincuentes. En esa línea va la reforma procesal penal, los proyectos de reformas de la leyes relativas a droga, armas y responsabilidad penal juvenil, el aumento de la dotación policial y la duplicación, al 2006 y con respecto al 2000, de la superficie carcelaria en Chile. Estamos llegando al final del camino en el encarcelamiento de los delincuentes y procesados. En nuestro país hay una población carcelaria de 33 098 lo que representa 204 personas por cien mil habitantes. Es el índice más alto después de Panamá. Eso nos lleva a que el combate a la delincuencia se hace atacando sobre todo sus causas. Ello se logra con más integración social fortaleciendo las familias, escuelas, iglesias y barrios. Y dando igualdad de oportunidades a los jóvenes. Un joven en la cárcel le cuesta al Estado chileno anualmente dos y medio millones de pesos. ¿Por qué no dar becas de estudio a los jóvenes populares cesantes por el valor de un millón y medio de pesos? Es la solución de Corea del Sur.



Finalmente, así como los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, los problemas económicos se resuelven con más justicia. No superaremos jamás nuestros problemas de salud con un presupuesto público que no llega al tres por ciento. No alcanzaremos a los países desarrollados en las pruebas Simce si el Estado chileno sólo invierte 27 mil pesos en cada niño que estudia en un colegio municipal, contra los 180 000 pesos que se pagan en matrícula mensual en un colegio particular. Bien por nuestra Tercera Edad por los reajustes anunciados, pero ¿alguien cree que basta con pensiones asistenciales de 50 mil pesos?



Lo siento, pero en Chile las grandes empresas deberán algún día pagar impuestos justos. Así lo exige el esfuerzo que todos han realizado, especialmente los trabajadores, para alcanzar los niveles de crecimiento, estabilidad y paz que tenemos. Chile no será jamás un país desarrollado sin dar más oportunidades a su gente y sin garantizar derechos sociales esenciales. Eso supone asumir una carga tributaria superior a la que tenemos hoy, que no alcanza a la mitad de la de los países desarrollados.



Chile ha avanzado mucho, cierto. Chile puede y debe hacer mucho más, igualmente cierto. ¿Cómo hacerlo? Con más democracia y justicia social. Es la receta del mundo desarrollado.





*Sergio Micco es director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (sergiomicco@hotmail.com).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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