Publicidad

Carabineros a Haití, seguridad ciudadana y marginalidad


Bajo el argumento que dado el crecimiento del delito en el país era contraproducente el envío de carabineros a Haití, la Alianza por Chile se opuso a la pretensión del gobierno al respecto. Pero, una vez más, ambos sectores mantenían una discusión superficial basada en diferencias aparentes.



Más allá de opiniones y cifras, sería un hecho que la sociedad chilena está enfrentada al crecimiento de los actos delictivos, especialmente los contra la propiedad. Ante ello, la solución solicitada y preferida ha sido la de una mayor presencia policial y el endurecimiento de las penas. Es decir, un enfoque que privilegia la represión. Lo que sigue sin dejar de abordar el problema de fondo: qué ocurre en nuestra sociedad que robar y ponerse al margen de la ley está siendo considerado una opción válida para una cantidad cada vez mayor de personas.



Es evidente que quien roba, como individuo, es libre de elegir hacerlo o no. Pero, tampoco se puede aislar esa elección del contexto en que se toma. Si bien es cierto Chile muestra cifras favorables en lo macroeconómico, en cuanto a alfabetismo o mortalidad infantil, existe también una evidente marginación económica, política y social. Una cantidad no menor de chilenos se encuentran en una situación que se puede denominar de pobreza sin esperanza: ellos y toda su comunidad (su barrio o población) viven en tal grado de marginalidad que no esperan una salida ni siquiera a mediano plazo. Así, es válido pensar que si cumpliendo las reglas jamás mejoraré mi condición, por qué no «ir por lo mío» (como se dice en el ambiente delictual). De ahí que parezca coherente que se explique el robo como una forma de redistribución violenta.



Es claro que sería difícil que el gobierno acepte esa realidad, pues no pondrá en entredicho su propia gestión (ni la de los dos gobiernos concertacionistas anteriores). Por su parte, la Alianza tampoco criticaría las «externalidades negativas» de su modelo. Pareciera que habrá que seguir esperando que el crecimiento económico dé sus frutos, Y, aunque desde el siglo XVIII aún esperamos el chorreo, tendremos que seguir prendiendo velas a la animita de Adam Smith…



En tanto el sistema socioeconómico siga dejando fuera del «banquete de la naturaleza» a la mayoría de nuestros compatriotas, para usar los términos con que Robert Malthus explicaba lo correcto e inexorable de esa situación a su amigo David Ricardo, da lo mismo cuántos carabineros envíen a Haití. Sin embargo, ya no estamos en el siglo XIX y ha pasado mucha agua bajo el puente de la política y los derechos humanos desde esa fecha. Pero aún así, ambas coaliciones mantienen el discurso de la represión. No se convencen que la búsqueda populista de votos nunca ha sido una guía confiable para la acción política, ni ha producido resultados duraderos. La enfermedad nunca se ha sanado por combatir los síntomas.







*Andrés Monares es antropólogo y profesor en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias