La Reforma Educacional de la última década ha sido un proceso de cambio complejo, que ha involucrado gran diversidad de recursos y actores. Los resultados concretos de un cambio de tal envergadura tienden a ser poco visibles en el corto plazo. La misma Reforma ha sido un proceso dinámico de aprendizaje. Ésta comenzó poniendo el énfasis en las instituciones y recursos del sistema educacional, para luego evolucionar y centrarse en la sala de clases como espacio fundamental del cambio. Si los cambios deben producirse a nivel del aula, entonces los docentes adquieren mayor relevancia en las dinámicas y el discurso de la Reforma. Los profesores son los actores centrales a la hora de trasladar el cambio a la sala de clases y esto los sitúa en el centro de observación del proceso.
Se ha cuestionado, tanto sus habilidades como la actualización de su formación docente, que no está de acuerdo a los requerimientos de estos tiempos. Algunos piensan que el distanciamiento de los docentes, respecto a la Reforma Educacional, tiene que ver con las propias características más bien conservadoras del gremio y con otras más institucionales como, por ejemplo, el tipo de carga laboral que sostienen. Otros señalan que este distanciamiento tiene que ver con un problema comunicacional de parte del Estado, que no logró una participación de los profesores, desde el inicio, que permitiera su apropiación del proceso.
Lograr la participación activa de los profesores en el proceso de cambio requiere de un marco institucional, de incentivos y de la habilitación de un compromiso con la meta. Los incentivos racionales son un camino necesario, pero no suficiente, para lograr este compromiso. Complementariamente, no hay que descuidar la propia experiencia, así como las percepciones y valoraciones individuales de este actor, para involucrarlo de verdad en este proceso. Desde la perspectiva del desarrollo humano, que incorpora la subjetividad de los individuos como factor clave para entender ciertos procesos sociales, resulta imprescindible tener en mente cuáles son las dimensiones subjetivas del profesor, como actor fundamental en este proceso de cambio.
En una encuesta aplicada por el PNUD a docentes en el ámbito nacional, durante el 2003, se pudo concluir que el apoyo o rechazo de los profesores hacia la Reforma Educacional está determinado en gran medida por su bienestar subjetivo. De este modo, un grupo importante de profesores que manifestó apoyar los cambios impulsados por la Reforma (31% de los encuestados), expresó a su vez una gran satisfacción con su vida personal y laboral. Al mismo tiempo, el grupo de profesores que presentó la actitud más negativa frente a la Reforma (17% de los encuestados), también lo hizo frente a su vida personal.
Uno de los aspectos centrales relacionados al compromiso de los profesores con la Reforma, tiene que ver con el sentido de vocación que desarrollan hacia su profesión. Cuando se les pregunta directamente por su vocación, los docentes tienden a declarar que ésta es muy alta y positiva. Sin embargo, dentro de esta tendencia general es posible distinguir cierto grupo de profesores que se posiciona consistentemente dentro de los valores más altos de vocación, así como otro grupo que se posiciona consistentemente en un nivel de menor vocación. El primero tiende a tener una actitud más positiva hacia la Reforma, mientras el último tiende a rechazarla.
Otro aspecto interesante, dentro de esta dimensión, es que el comportamiento relativamente homogéneo de respuesta frente a las preguntas por la vocación personal, cambia al momento de preguntarle a los docentes si estarían satisfechos en el caso de que su hijo(a) decidiera dedicarse a la docencia. Esta pregunta, que alude el tema desde una perspectiva más proyectiva, demuestra una actitud más negativa hacia su profesión, dentro de un grupo importante de profesores.
A partir del análisis de resultados de este estudio, pudimos asociar el grado de vocación a ciertas características de segmentación sociodemográficas. Parece formarse un nudo más crítico entre profesores hombres de educación media municipal. A su vez, hay un grupo de mujeres de educación básica municipal que limitan su satisfacción con la profesión para su vida personal, pero que no la proyectan a su descendencia.
Por otra parte, pudimos confirmar la hipótesis de que existen ciertas características actitudinales que favorecen el desarrollo de la profesión docente, con un mayor grado de satisfacción, como la capacidad de asumir la propia responsabilidad en los resultados de su labor; una orientación hacia el riesgo más que a la inercia; y tendencia clara hacia el trabajo en equipo. En cuanto a estas características, los resultados muestran que el 60% de los profesores piensa que la calidad de la educación depende de factores en los cuales ellos pueden influir; el 83% de los docentes plantea que hay que arriesgarse para cambiar las cosas; y el 67% plantea ser más proclive al trabajo en equipo que al trabajo individual.
En un proceso de cambio tan complejo como la Reforma, los profesores representan a un actor que ha trascendido central dentro de una constelación de factores que impactan el logro de resultados esperados. Crear las condiciones para aumentar su compromiso, con la dinámica del cambio, parece esencial y para ello resulta imprescindible no olvidar aquellos aspectos de la experiencia personal que afectan el compromiso individual. Como las dimensiones antes descritas, existen muchas otras variables de la subjetividad del profesorado que sería importante tener en consideración, en el momento de implementar políticas públicas que les afecten directamente. No es realista pensar que la conducta y la calidad de su participación sólo estén fundamentadas en opciones racionales.
*Daniela Trucco Horwitz es socióloga y master en Políticas Públicas del Equipo de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
