Publicidad

Salmones: No estamos a la altura de los Países Bajos

Es llamativo el hecho de que las primeras declaraciones de algunas autoridades gubernamentales y de la industria del salmón, hayan sido para restarle importancia a los hechos («es sólo un contenedor con 22 toneladas»), cuestionar el sistema de detección sanitaria holandés («aplican normas sanitarias mas estrictas que el resto de los países comunitarios») o caracterizar la preocupación de las organizaciones ambientalistas y de consumidores como » una sobrerreacción local».


Un nuevo caso de retención en Holanda de un embarque de 22 mil kilos de salmón chileno contaminado con el fungicida verde malaquita vuelve a cuestionar la responsabilidad ambiental y sanitaria de esta industria, dejando en una inconfortable posición al sistema gubernamental de control sanitario pesquero de nuestro país.



El hecho sucede a un año de haber sido retenido un cargamento de 180 mil kilos de salmón congelado en el puerto de Rótterdam, por el mismo motivo, y a dos meses de que autoridades gubernamentales y de la industria señalaran públicamente la superación de estos episodios, ya que «las producciones chilenas estaban libres de verde de malaquita», se estaban «siguiendo las normas internacionales» y «los productores habían tomado conciencia».



Sin embargo ahí están los porfiados hechos, señalando lo contrario. La reiteración de estos casos sólo muestran la «punta del iceberg» del pasivo ambiental existente en la salmonicultura intensiva chilena y los problemas de carácter estructural asociados a esta mega-industria. Ello se complica por la existencia de una institucionalidad sanitaria animal que corre el riesgo de ser superada por las crecientes exigencias de los mercados internacionales y la evidente contaminación química que presentan los lagos utilizados por esta industria destinada a la exportación.



Es llamativo el hecho de que las primeras declaraciones de algunas autoridades gubernamentales y de la industria del salmón, hayan sido para restarle importancia a los hechos («es sólo un contenedor con 22 toneladas»), cuestionar el sistema de detección sanitaria holandés («aplican normas sanitarias mas estrictas que el resto de los países comunitarios») o caracterizar la preocupación de las organizaciones ambientalistas y de consumidores como » una sobrerreacción local».



Sin embargo, algo no está funcionando, ya que no es normal que producciones chilenas estén apareciendo periódicamente en el Sistema de Alerta Rápida de la Comisión Europea por contaminación con un químico potencialmente cancerígeno, cuyo empleo en la salmonicultura se encuentra prohibido desde la década pasada en nuestro país.



¿Qué sucede con el Plan de control de productos de Sernapesca vigentes desde el 2003 o los Acuerdos de Producción Limpia de la industria del salmón?, ¿se sigue empleando clandestinamente por parte de algunas empresas éste químico ilegal? o ¿el nivel de contaminación de los lagos con verde malaquita o leucoverde malaquita es tal que continuarán afectando al medio ambiente y a estas producciones de exportación por varios años?.



Si fuera sólo éste último factor ¿cómo asumirá la industria sus responsabilidades para recuperar ambiental y productivamente estos degradados ecosistemas dulceacuáticos?.



Un dato importante: según Sernapesca «este año el Laboratorio de Farmacología de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, quien certifica que todos los salmones exportados estén libres de la presencia de verde malaquita y leuco verde malaquita, ha realizado 8.577 muestras, de cuyo total 0,6% han dado positivo», es decir 52 muestras.

Cuando el comercio está por sobre la salud



Otro aspecto en juego es lo que sucede con el derecho de los consumidores, nacionales e internacionales, a ser informados sobre las características químicas de sus alimentos. Especialmente si la potencial consumidora se encuentra en una primera fase de gestación o presenta hipersensibilidad a algún químico .



Si la cantidad de verde malaquita presente en las partidas de salmón congelado es tan inocua para la salud como lo señalan algunas autoridades del sector pesquero y representantes de la industria, ¿por qué no señalarlo en el envase de estos productos?, de manera que los consumidores supieran antes de elegir y consumirlo junto a su familia y amigos que «este salmón contiene 1,5 partes por billón de verde malaquita»?, como es el caso de los productos que acaban de ser retenidos en el puerto holandés.



El «Síndrome de Rotterdam»



En el anterior caso de detención de una partida de salmón por presentar residuos de leucoverde malaquita, se sucedieron sucesivos viajes de senadores, políticos, funcionarios de alto nivel a Holanda, apoyados por la diplomacia chilena. Así se logró, después de un activo lobby de 10 meses, que las autoridades sanitarias europeas devolvieran dicho cargamento de alimento contaminado a las empresas propietarias, las que de inmediato lo vendieron a un «precio muy conveniente» a Estonia, aprovechando la falta de información de los consumidores de este reciente miembro de la Unión Europea.



El «Síndrome de Rótterdam» es un claro ejemplo de cuando los intereses comerciales de corto plazo están por sobre las consideraciones de salud pública de largo plazo.



La necesidad que la industria productora del salmón deje de ser un gigante productivo, ensimismado con sus volúmenes e ingresos de exportación, pero un enano en cuanto a sus responsabilidades sanitarias y ambientales, dependerá del fortalecimiento de las organizaciones de consumidores, ciudadanos y comunidades costeras, para avanzar hacia la creación de una institucionalidad pública sanitario – ambiental, en la cual todas las sustancias químicas con actividad biológica utilizadas tanto en producción pecuaria como en medicina humana y animal, sean manejadas por una entidad única, con un enfoque integrado, transparente y participativo.



*Juan Carlos Cárdenas es médico veterinario y Director Ejecutivo del Centro Ecocéanos. ecoceanos@ecoceanos.cl






  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias