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Trillar con yeguas robadas


Con esta frase se define en el campo chileno a quien usa algo que no le pertenece, que no es suyo, que se jacta de algo no propio. En suma, a quien procede con engaño tanto para realizar una acción, como para mostrar falsamente su realidad.



La alusión es perfecta toda vez que hasta la aparición de las máquinas de vapor y luego de las trilladoras mecánicas, la cosecha tanto del trigo como de los porotos se hacía en un círculo por donde se hacía correr, para separar la paja o vaina del grano, preferentemente yeguas que son más livianas que los caballos y así se evitaba la pérdida de un porcentaje del producto que se estaba trillando. No habrá faltado en nuestra historia quien tuvo que robarse por un tiempo algunas yeguas para hacer su trilla y de ahí el verso popular que explicamos más arriba.



Esta frase se me vino a la cabeza dando una mirada a lo que va transcurrido de campaña electoral municipal; he asistido a más de alguna manifestación de candidatos a alcaldes y concejales y me he encontrado frente a una más que curiosa realidad: pocos o nadie habla de los problemas de la comuna en cuestión y todos gastan largas frases y conceptos sobre el carácter casi del todo instrumental que esta elección municipal tiene. Los de derecha exaltando las dotes de Lavín para ganar la elección el próximo año y el oficialismo para decir que ganando estas elecciones queda asegurada la posibilidad de un cuarto gobierno de la Concertación.



Confieso no haber ido a mitines de la izquierda extraparlamentaria, pero si la memoria no me falla, el lenguaje debe estar más ligado a cuestionar el entero sistema, más que a resolver concretos problemas de los pobres seres humanos que viven en las comunas que son regidas por municipios que ahora, el 31 de octubre, hay que elegir.



El agotamiento del sistema es tan obvio y evidente que no creo en la mera casualidad para explicar esta conducta anómala. Obviamente, habiendo pocas o muy escazas cosas que decir en torno a la cuestión municipal y habiendo trasladado a las comunas los mayores problemas, tales como salud y educación, lo mas fácil es irse por la ruta del escapismo más descarado para hacer de la campaña el preludio de otra, que además tiene, entre otras virtudes, la de preparar la reelección a nivel parlamentario de los mismos que han administrado el sistema hasta hoy. ¿Qué tal?



Soy consciente que decir estas cosas puede parecer más pesado que lo normal, pero lo cierto es que siento verguenza ante el pseudo-debate al que estamos enfrentados.



Pero, ¿no es que hay decenas, centenas y hasta miles de problemas que los municipios hoy no resuelven, tanto por escazes de recursos, limitaciones legales, hasta llegar a la muy criolla incapacidad? ¿No es que la reforma del Estado tiene que empezar por estas células primarias de sí mismo? ¿Ya se olvidaron de los inundados y estafados de construcciones que se hicieron sin colectores de aguas lluvias, que se conectaron ilegalmente a las cloacas y que llenan de mierda las calles de varias comunas no solo de Santiago? ¿De las licencias de alcoholes que se dan para ayudar a los amigos?



Ä„Cómo será el centralismo y el cesaro-papismo pobre de esta sociedad, que se alude a las elecciones presidenciales del próximo año, como única solución para dar gobernabilidad al municipio! No hay propuesta de municipio ni de convivencia vecinal, pues lo que compiten saben que el poder real está lejos y en otras manos. ¿Y por qué no tienen la honestidad de decirlo?



Cómo será la locura, que ya varios centros de estudio de la Concertación anunciaron que unían esfuerzos para empezar a elaborar el programa del candidato o candidata que postulará en 2005. Si además nos preguntamos cuántos rostros han cambiado desde el mismo ejercicio en 1999, veremos que son los mismos eternos candidatos a gobernar. La derecha no tiene siquiera ese problema, pues dice y declara lo que indican los grandes poderes económicos.



Pero entonces, además de la razón, ¿se ha perdido la verguenza? Se llenan las conversaciones de restaurantes y cafetines para aludir a la genialidad de fulano mengano que está preparando a años plazo su regreso triunfal; se exalta como virtud en que un senador o diputado tenga tanta fuerza de control sobre su partido y por esa vía sobre la coalición, se discute del futuro parlamento con nombre y apellido en tal distrito o circunscripción, pues la ley-estafa electoral así se lo permite y hasta asegura.



Pero, señores, ¿es posible un paisito así?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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