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Crecimiento con depredación

Basta con ver la pobreza del norte chileno para entender cuál es el desarrollo que deja la inversión extranjera o los índices de cesantía que existen en San Antonio, el primer puerto del país.


El gobierno de Ricardo Lagos pareciera hacer un esfuerzo diario por recordarnos que «más crecimiento es más riqueza para el país», pero a la vez no pierde la oportunidad de soslayar la problemática ambiental y la destrucción sistemática de nuestros recursos naturales.



Basta con recordar que en Chile el bosque nativo ha sido severamente sobreexplotado, gracias a la sustitución por pino y eucalipto que ha impulsado la industria forestal y a la exportación de astillas; las biomasas pesqueras se encuentran en más de un 95% afectadas por las prácticas de arrase que ha desplegado la industria pesquera; el cobre chileno ya no lo es y se extrae a manos llenas, sin que por ello se paguen los impuestos correspondientes, gracias a las triquiñuelas practicadas por los inversionistas extranjeros y toleradas por el gobierno.



Y el responsable de esto es justamente el crecimiento económico, por cuanto éste, en parte importantísima, no es sino un proceso acelerado de transformación de capital natural en capital financiero concentrado en pocas manos. Países como Chile registran un voluminoso crecimiento económico, pero no descuentan la pérdida de su patrimonio natural que es parte de su riqueza económica.



Entonces, al mismo tiempo que vamos exportando cobre, pescado, bosques, salmones, para beneficio de unos cuantos, vamos también reduciendo nuestras reservas mineras, nuestra cobertura boscosa, nuestros recursos hídricos y nuestras biomasas pesqueras, sin que por ello el país reciba compensación económica alguna.



De esta manera se entregan gratuitamente los recursos naturales, que pertenecen a todos los chilenos, a los conglomerados financieros para su explotación, los que, además, dan muy poco empleo -apenas un 1,3% del empleo en Chile lo explica la gran minería- y definitivamente no proveen desarrollo regional.



Basta con ver la pobreza del norte chileno para entender cuál es el desarrollo que deja la inversión extranjera o los índices de cesantía que existen en San Antonio, el primer puerto del país.



Esto demuestra, aunque quisieran obviarlo, que Lagos y su gobierno están completamente cooptados por la ideología del progreso, esa que entiende el desarrollo en referencia a los países exitosos, que busca articular las distintas economías del mundo en el mercado global, a través de la globalización financiera en curso, la que ha sido modelada y estructurada a partir de la visión ideológica egoísta e individualista.





Marcel Claude. Director Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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