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Concertación: el costo de los descolgados

Quizá la dificultad mayor provendrá de los sectores y personas que se han adueñado de la coalición y no admiten la idea de distribuir y compartir las cuotas de poder que implica el gobierno. Un refrán popular dice «mientras menos bocas, más nos toca..», y si recordamos que la coalición al inicio tuvo otras fuerzas menores como el Mapu y los humanistas, algo de acierto tiene este verso.


El sorpresivo anuncio del presidente Lagos diciendo que los «descolgados» de la Concertación le costarían a ésta más o menos un 4% en las próximas elecciones municipales, no deja de sorprendernos pues no es clara su intención. Al menos para quienes hemos estado en esta campaña, nos parece obvio que hay que insuflar optimismo pues una buena parte de las bases concertacionistas demuestran un cansancio y apatía en directa proporción a la carencia de cambios en el país, en particular a lo que hace a una mayor igualdad de derechos y oportunidades.



Si la intención era producir un llamado de alerta, tampoco me parece que se apunte bien al objetivo con ese tipo de anuncios, ya que las divisiones y peleas internas que generaron la renuncia de decenas de concertacionistas, no sólo subsisten sino que se han acrecentado al calor de la propia campaña electoral.



Lo más serio es que no hay ni siquiera un asomo de autocrítica de parte de la misma coalición, pues nadie se creerá el cuento de que se fueron de sus partidos sólo por maldad, ambición y personalismo. Me parece mas bien que es una rebelión frente a los manejos cupulares y a la condición de señores feudales que asumieron los parlamentarios- no todos- que usan estas elecciones municipales para asegurar su reelección el próximo año.



¿Se va a remediar esta situación después del 31 de Octubre? ¿Puede la Concertación prescindir de los votos » descolgados» para ganar la próxima elección presidencial? Todo indica que estos votos son más que necesarios y no sabemos cuál es el camino de solución, pero alguno habrá si es cierto que los problemas se presentan sólo cuando pueden ser resueltos.



Quizá la dificultad mayor provendrá de los sectores y personas que se han adueñado de la coalición y no admiten la idea de distribuir y compartir las cuotas de poder que implica el gobierno. Un refrán popular dice «mientras menos bocas, más nos toca..», y si recordamos que la coalición al inicio tuvo otras fuerzas menores como el Mapu y los humanistas, algo de acierto tiene este verso.



La derecha también tiene su descolgados pero son menos y de menor importancia. Para ellos es una ventaja que tengan electoralmente un mando único, unipersonal, y a eso se suma el hecho de que seguramente estos no recibirán los aportes financieros necesarios para hacer una campaña similar a la de sus ex socios.



La cantidad de propaganda lanzada por la derecha en los primeros días de campaña revela además que los sectores empresarios le muestran los dientes al gobierno concertacionista, pero que sus amores y gastos siguen estando en la derecha política, lo que revela otro desacierto mas del grupo gobernante.



Llega a ser odiosa y ofensiva la cantidad de dinero que se ve en las campañas de la derecha, incluidos los rincones más modestos de Chile; mientras, en la Concertación, se observa una especie de división de clases al estilo del viejo marxismo que hablaba de » la prepotencia odiosa del capital». Los que tienen dinero- los menos- pueden salir con propaganda que compite con la de derecha y los que no tienen dinero ponen pequeños afiches y regalan calendarios elaborados por las directivas centrales de sus partidos. O sea, que sin querer vamos a esa especie de democracia censitaria, con la que sueña la derecha, y finalmente sólo la «gente bien» podrá participar en política, dados los costos que ella implica.



Y así se entiende el porqué no denunciamos los derroches ofensivos de la derecha que » tira toda la carne a la parrilla» y nos enredamos en cálculos electorales de poca monta y que en nada ayudan a pensar con tranquilidad en el futuro.



En estas condiciones cabe preguntarse también si la Concertación, como principal componente del bloque democrático, está en condiciones de renovarse para enfrentar tareas tan serias como el cambio de la Constitución fascista, empujar efectivamente una mejor distribución de la riqueza y todas esas cosas que requieren coraje y que están por ahora bajo el mantel.



Sigo creyendo que hoy más que nunca debemos recoger y aplicar aquella frase de Gramsci que dice: «frente al pesimismo de la razón, opongamos el optimismo de la voluntad».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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