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Democratización de las exportaciones

La brecha creciente en la distribución del ingreso, que ha hecho a Chile unos de los peor calificados en esta variable, obedece, en gran medida, a la situación desmedrada que han vivido en las últimas dos décadas las empresas pequeñas y medianas y a su retraso en incorporarse a este promisorio sector externo.



Chile ha profundizado la internacionalización de sus grandes empresas, facilitando el Estado, con un amplio tejido de acuerdos internacionales, el acceso a nuevos mercados. Este año se está viviendo un verdadero record en el volumen del intercambio y se prosigue en la ofensiva diplomática económica, esta vez hacia Turquía. Recientemente, la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado aprobó por unanimidad el Tratado de Libre Comercio con cuatro de los países con mayor ingreso per cápita del mundo: Suiza, el Reino de Noruega, el Principado de Liechtenstein y la República de Islandia, miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC).



En el segundo trimestre del 2004 las exportaciones subieron un 50,7% en relación al mismo período del año anterior. Es el impacto de los TLC con Estados Unidos y Corea del Sur, y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Se ha producido en la última década una diversificación gradual de la oferta exportable nacional, hacia nuevos rubros exitosos como los vinos y los salmones. La exportación frutícola supera los 1700 millones de dólares anuales. Sin embargo, pese a estos índices, nuestra economía mantiene un sesgo exportador primario, con materias primas y semielaborados como los grandes rubros de su exportación.



La brecha creciente en la distribución del ingreso, que ha hecho a Chile unos de los peor calificados en esta variable, obedece, en gran medida, a la situación desmedrada que han vivido en las últimas dos décadas las empresas pequeñas y medianas y a su retraso en incorporarse a este promisorio sector externo.



El endeudamiento del sector Pyme no se ha solucionado y sigue pesando sobre empresas que por lo general son proyectos familiares. En contraste con la situación social de las Pymes, se han registrado cifras record de rentabilidad en el sector financiero, lo cual refleja la inequidad del modelo económico, toda vez que dichas utilidades en plena crisis se produjeron por concepto de cobranzas, costos judiciales e intereses por mora que han debido pagar esos sectores medios sobre endeudados.



Pero Chile tiene herramientas para una promoción Pyme diferente. El éxito del modelo exportador chileno tiene su soporte en la disponibilidad por parte de las grandes empresas de un dinero barato, proveniente del recurso financiero acumulado a través de las AFP, Administradoras de Fondos de Pensiones, que alcanza la cifra de 50 mil millones de dólares. Este ahorro interno es un elemento de la concentración de la riqueza en los grandes grupos económicos que fundaron el sistema, reflejando una energía financiera blanda que circula a través del mercado bursátil hacia la gran empresa. En cambio, las Pymes no cuentan con este recurso y deben enfrentar la estigmatización de riesgosas que es el tratamiento que les ha dado el sistema financiero.



Desde 1998 he planteado lo que ahora reitero. Establecer un plan Pyme que se base en que una parte mínima de ese ahorro interno de todos los trabajadores afiliados a las AFP, pueda orientarse hacia proyectos de reconversión Pyme. Sostuvimos esto el año pasado en un taller de trabajo con Conupia Metropolitana, para empujar una medida de gobierno que orientara al menos un 3% de los recursos acumulados, hacia proyectos Pymes, mediante un Programa de Titularización Pyme, que permitiera promover a las empresas que voluntariamente se incorporaran al mismo, a una categoría societaria que les permitiera captar socios en inversión y capital de riesgo.



Ahora que está vigente el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, el cual abre expreso espacio a las joint ventures de nivel Pyme, es oportuno insistir en esta propuesta, para obtener una señal del Gobierno, que permita coordinar organismos tales como la Superintendencia de AFP, la Superintendencia de Valores y Seguros, Corfo, Sercotec y ProChile, más las Cámaras que aglutinan a la Pyme nacional, en un programa que prepare organizacional y jurídicamente a las Pymes para asociarse con empresarios europeos de tamaño comparable. Esto es viable, sólo es necesaria la voluntad política de enfrentar con responsabilidad y eficacia el problema.



Recordemos que, estamos frente a una deuda social y es hora que el gobierno reaccione con una medida realista y promotora como la que se sugiere. Pese al compromiso programático de llevar a las exportaciones a una segunda fase, lo cual se redactó en los equipos técnicos que integrábamos las fuerzas democráticas, entre 1988 y 1990, en el Proyecto La Proyección Internacional de Chile en los Noventa, las pequeñas y medianas empresas han seguido rezagadas en el proceso de integración al sector externo. Un sector que tiene la máxima potencialidad de generar empleo, debió ser priorizado en las políticas públicas, en forma efectiva. Lamentablemente, las Pymes, representativas de la clase media industrial del país, han sufrido el impacto de las grandes crisis internacionales y de la indolencia de los tecnócratas que debieron focalizar hacia ellas herramientas de promoción y soluciones efectivas.



Hernán Narbona Véliz. Administrador Público, escritor y consultor en Negociaciones Internacionales.(hnarbona@yahoo.com)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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