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Arafat, símbolo de resistencia

A pesar de gestos mezquinos propios de la ultraderecha israelí, lo concreto es que reposa en su tierra, la palestina. A pocos pasos del que fue su cuartel general y lugar de encierro forzado durante los últimos 3 años.


Ä„Qué funeral el de Arafat! Si alguien tenía dudas sobre el grado de adhesión de su pueblo, éste fue un dramático desmentido y como se llame su sucesor obviamente estará la sombra del «rais» y las razones de su lucha de más de 40 años. A pesar de gestos mezquinos propios de la ultraderecha israelí, lo concreto es que reposa en su tierra, la palestina. A pocos pasos del que fue su cuartel general y lugar de encierro forzado durante los últimos 3 años.



Este encierro fue una apuesta que perdió, ya que temía más que a la muerte la idea de que no lo dejaran regresar a su tierra y mantener el liderazgo de la OLP y de la Autoridad Nacional Palestina. Le había costado tanto el regreso a esta tierra y sabía que en sí misma ésta era una victoria palestina que no había que ceder a ningún precio.



Sí, porque para quien ha vivido el exilio por más de la mitad de su vida, no solo ni personalmente sino junto a centenares de miles de refugiados que fueron expulsados en oleadas sucesivas tras cada guerra árabe-israelí, el poder regresar a lo suyo era una conquista de gigantescas proporciones, a partir de la cual se podía discutir la existencia del Estado Palestino. Algo que jamás habría sido posible desde El Líbano o desde Túnez,donde pude conocerlo en conversaciones de varias horas con sus amigos y otros europeos que le tenían afecto.



Sin duda cometió errores en su vida y poco agradable resulta recordar la época del terrorismo, pero esto ocurrió en plena Guerra Fria, cuando el interés de las potencias era allegarse aliados y amigos más que resolver los conflictos del tablero internacional. Además, porque el sistema de propaganda de la misma Guerra Fría hacía que Occidente tratara de no ver las acciones de terrorismo que ejercía el Estado de Israel, en violación de todas las normas del Derecho Internacional.



En la misma medida y velocidad en que esta actitud comenzó a cambiar, se inició el cambio en el liderazgo palestino hasta llegar a modificar la Declaración de Principios de la OLP y admitir el derecho a la existencia del Estado israelí. Nótese, sin embargo, que aún no existe en la Ley fundamental de Israel el reconocimiento al derecho de existencia del Estado palestino.



Arafat ejerció influencia no sólo en su pueblo pues lentamente en la cabeza de muchos dirigentes israelíes se fue abriendo paso la idea de la convivencia de los dos pueblos que compartían un territorio más o menos común. Hubo momentos en que el movimiento Paz Ahora copó las calles y plazas del Estado judío, exigiendo que se pusiera fin a esta situación de enfrentamiento.



La decisión del Comité Nobel de la Paz de conferirles el premio a Peres, Rabin y Arafat fue un reforzamiento de este caminar hacia la racionalidad. Y, obviamente la derecha integralista respondió con el arma que mejor sabe usar: el asesinato, y después de hacerlo con Yitzahk Rabin el proceso comenzó a involucionar de tal suerte que sectores ultranacionalistas asumieron el gobierno de Israel, el que mantienen hasta hoy, excepto breves períodos en que el laborismo de ese país pudo tener la jefatura del gobierno.



Estas pocas líneas son, empero, para rendirle un homenaje a Arafat y no para lucubraciones políticas que ya seguirán su curso, al margen de nuestros deseos. Esperemos que la unidad que mostró el pueblo palestino para llorar a su líder se exprese también en la dirigencia palestina y su muerte no sea motivo de otro paso atrás.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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