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Las tensiones de los medios

Pareciera ser, por los propios datos de la encuesta, que una vía de solución a esta tensión puede ser encontrada en el establecimiento de criterios de autorregulación fundamentalmente de tipo ético en los departamentos de prensa que sean compartidos por sus tres estamentos: periodistas, editores, ejecutivos.


Los medios en Chile están actualmente sujetos a una tensión fundamental entre las exigencias económicas y la búsqueda de calidad en la información que producen. Tal es la conclusión general que se deriva del análisis de la encuesta Estado del Periodismo Nacional 2004, realizada por la Escuela de Periodismo y Comunicación Estratégica de la Universidad Alberto Hurtado en el mes de octubre del presente año y cuyos resultados han sido dados a conocer la pasada semana. El instrumento fue aplicado a un total de 323 trabajadores de medios de cobertura nacional (periodistas, editores y ejecutivos) y consiste en una réplica de la investigación del mismo nombre realizada en Estados Unidos desde 1999 por Bill Kovach, ex editor general de The New York Times y actual presidente del Committee of Concerned Journalists.



Sea en el ámbito de las noticias, de la entretención o de la publicidad, lo propio de los medios de comunicación modernos es la producción de información pública. En base a ello participan en el mercado como un tipo especial de empresa sometida a las exigencias de la libre competencia. Es decir, como objetivo primario los medios buscan informar, pero a la vez se ven exigidos a competir en la generación y entrega de esa información al público. Según los datos de la Encuesta comentada, esto tiene consecuencias tanto positivas como negativas para los medios, lo que revela justamente el estado de tensión en que se encuentran.



La primera fuente de tensiones es la vinculada a la participación de los medios, en tanto empresas, en el mercado. Esto los abre a las presiones económicas (bottom-line pressure) y a la competencia. Un aspecto positivo de esta presión, es el uso creciente de internet y de nuevas tecnologías, más de un 40% de los encuestados así lo destaca, como también lo es el uso más eficiente de recursos disponibles (en tercer lugar con un 11,6%). Paralelamente, un 34,7% de los consultados afirma que la tensión entre rating y calidad es el principal problema derivado de estas presiones, seguido con un 22,9% por el énfasis puesto por los medios en los resultados económicos.



Estas consecuencias negativas parecen afectar con mayor rigor a los periodistas. Un 52,5% de ellos indica que las presiones económicas cambian la manera de hacer las cosas en los departamentos de prensa y un 42,4% señala directamente que dañan la calidad de cobertura de noticias (cifra que en Estados Unidos alcanza hoy -en la versión americana de la encuesta- al 66%). Sólo un 2,9% apunta que ello mejora el funcionamiento general de la prensa. Estas cifras son similares para el estamento de los editores, aunque los ejecutivos parecen más cautelosos en su apreciación: sólo un 21,9% de ellos indica que la presión económica daña la calidad de la información.



La segunda fuente de tensiones para los medios es la que deriva directamente de su función de construir información pública. Esta ha tenido consecuencias positivas visibles en un periodismo más ágil (39,6%) y con mayor capacidad de cubrir noticias en vivo (31,3%), pero abre también riesgos tanto técnicos como éticos para la calidad de la información. Los primeros se expresan principalmente en noticias poco relevantes (20,6%) y escaso tiempo para investigación periodística (19,2%); los segundos, en abusos de trascendidos y rumores (33,4%) y uso sesgado de la información (17,2%).



Los medios han aumentado en los últimos años su complejidad organizacional y han crecido como empresas de producción de información. Esto los ha hecho incorporar exigencias de mayor velocidad en el trabajo periodístico que provocan, por un lado, respuestas más rápidas frente a los sucesos sobre los cuales se quiere informar y, por otro, mueve a su gente a manifestar dudas en torno a la calidad de la información entregada.



Pareciera ser, por los propios datos de la encuesta, que una vía de solución a esta tensión puede ser encontrada en el establecimiento de criterios de autorregulación fundamentalmente de tipo ético en los departamentos de prensa que sean compartidos por sus tres estamentos: periodistas, editores, ejecutivos. Por ahora, estas materias se discuten por separado: los periodistas y editores lo hacen preferentemente con sus pares (73% y 54,2% respectivamente) y los ejecutivos con sus superiores (53,1%). Con ello se hace difícil lograr una posición común frente a presiones internas y externas, lo que debilita el foco en la calidad de la información.



Si estos modos de autorregulación bastan para el manejo de las tensiones descritas o si se requerirá para ello una regulación legislativa externa, es algo que a lo que hay que atender en los próximos años. Por lo pronto, habrá que esperar una nueva aplicación del instrumento durante el 2005 para ver cómo evolucionan tales tensiones, pues es claro ya que ellas están instaladas con propiedad en los medios chilenos.



Aldo Mascareño. Dr. Sociología Universidad Alberto Hurtado.
Director Magister Gobierno y Sociedad.





  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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