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Los problemas de la gente

Queremos que se nos informe claramente cómo pretenden «solucionar los problemas reales de la gente» y, al mismo tiempo, mantener la regla del superávit estructural, no aumentar los impuestos a las grandes empresas, persistir en otorgarles franquicias tributarias y permitirles la extracción gratuita de todas nuestras riquezas básicas


Tanto se manoseó la frase que ya suena ridícula. Pero, lo que no es ridículo es que verdaderamente tenemos muchos problemas y que la «gente» está cansada y exigiendo un programa de soluciones para los próximos años, especialmente ahora que somos incluso algo más que los japoneses de América Latina y estamos muy orgullosos porque el Presidente Lagos habla inglés.



Después de las últimas elecciones, la clase política habrá entendido que cada vez «la gente» se atreve más a participar y opinar. Es de destacar la nueva participación de los jóvenes que, dadas la ausencia de participación, e incluso la obstaculización de los dirigentes de los partidos de la Concertación a su militancia, ya están encontrando otros canales de expresión, como pudimos verlo en los foros de discusión del Foro Social, donde había más de 10.000 de ellos. Además, un alto porcentaje de la ciudadanía ya busca otras representaciones políticas, aún cuando el sistema binominal les impida tener la voz que deberían tener.



Debido a este despertar de la «gente», y como tanto nos han hablado de las cuentas claras y los equilibrios macroeconómicos, ya tenemos el conocimiento para exigir que las promesas de los próximos candidatos presidenciales vengan firmadas, financiadas y con el itinerario que éstas van a tener para su aprobación en el Congreso Nacional. Por lo pronto, y antes de empezar a conversar, exigimos se informe transparentemente, a través de las páginas web del Congreso Nacional, acerca de la forma en que votan los diferentes parlamentarios, según partido político, cada proyecto y cuáles de éstos son presentados con urgencia o sin urgencia por el Ejecutivo.



Pero, básicamente, queremos que se nos informe claramente cómo pretenden «solucionar los problemas reales de la gente» y, al mismo tiempo, mantener la regla del superávit estructural, no aumentar los impuestos a las grandes empresas, persistir en otorgarles franquicias tributarias y permitirles la extracción gratuita de todas nuestras riquezas básicas, muchas de ellas no renovables, como minerales, salmones y pesca de todo tipo. Si la «solución a los problemas de la gente» no es sólo una consigna publicitaria, debemos pensar, necesariamente, en las acciones que debemos emprender para lograrlo y la forma de financiarlas.



La delincuencia



Si pretenden disminuirla vía clausura de «la puerta giratoria», para lo que se debe eliminar las libertades condicionales a los procesados permitidas por ley, imponer condenas más largas, o aplicar prisión perpetua a los transgresores, se debe considerar que actualmente hay casi 40.000 presos en intramuros, con un 60% de hacinamiento y que el costo de construcción de una cárcel para 5.000 internos corresponde a alrededor de US$80 millones. A ello hay que agregar, el personal, el mantenimiento, sin considerar rehabilitación, cuidados médicos ni siquiátricos.



Independientemente del programa que se tenga, de mayor o menor represión, hay que tener establecimientos de encierro y se requiere una gran cantidad de metros cuadrados para «terminar con la puerta giratoria». La única forma alternativa de bajar estos costos sería amurallar, como en Lo Barnechea, las poblaciones populares en la que se supone se incuba la delincuencia, y que mediante un sistema de APARTHEID se controlara a los pobladores para defender de éstos a la «gente buena» de los barrios de mayores ingresos.



Si, al contrario, se piensa en una eliminación de la delincuencia por la vía de atacar sus causas, todos sabemos que se requiere:



1.proporcionar empleo a los jóvenes
2.promover igualdad de oportunidades entre los hijos de los quintiles de mayores ingresos y los de menores
3.estimular el deporte gratuito en los niños en sus colegios y lugares de vivienda
4.mejorar los espacios públicos de las poblaciones populares con lugares de recreación, entretenimiento y actividades deportivas
5.promover actividades sanas para la juventud, que facilite su participación en organizaciones sociales y partidos políticos
6.mejorar la calidad de las viviendas sociales
7.planificar la educación de manera que los oficios o profesiones sean coherentes con las nuevas fuentes de trabajo que el sistema está creando
8.mejorar la calidad de la educación de los hijos de los sectores de menores ingresos para que cuenten con las herramientas para competir en el mercado laboral. Por lo menos, imponer mayores exigencias a los sostenedores de las escuelas municipales o subvencionadas
9.algo que no requiere ingresos adicionales al Estado: intentar que las instituciones emblemáticas para la sociedad y los jóvenes, es decir: clase política, la Iglesia y las FFAA favirezacn la esperanza, actuando con probidad, austeridad, sinceridad y transparencia para constituirse en ejemplos para la juventud.



Para todo esto, archiconocido y archiprometido, y otras acciones similares, se requiere recursos financieros y no es posible realizarlo sin aumentar los Ingresos del Estado.



El desempleo



No es posible pensar que se podrá aumentar el empleo en Chile por la vía de suministrar ocupaciones de emergencia a través de las municipalidades o de rebajar el salario mínimo por debajo de los $120.000 actuales, para que los empresarios despidan al trabajador contratado por $100.000 y lo reemplacen por dos de $50.000. Tampoco se puede obligar a las empresas que están modernizándose para eliminar mano de obra, a contratar por caridad o conciencia social, más personal.



Es necesario informar a la ciudadanía de las causas reales del desempleo, porque no se nos explica que:



1. la industria manufacturera en Chile ha dejado de crear empleo, porque, al igual que el resto del mundo, ha externalizado el trabajo fabril al Asia
2. la minería, la salmonicultura y la industria extractiva en general generan muy poco empleo
3. las actividades que se abren con los tratados, como la posibilidad de ser plataforma de servicios de América Latina (financieras, de servicio, comercio) no son grandes generadoras de empleo y el que requieren es altamente especializado
4.la empresa, a nivel mundial, está sufriendo un profundo y acelerado proceso de modernización, e informatización, uno de cuyos objetivos es disminuir la mano de obra y precarizar al máximo el mercado laboral para externalizar los costos laborales y de esta manera «ser competitiva»



Esta realidad no se reconoce públicamente, porque conduciría a que el Estado asuma que lo que ocurre en Chile en relación al mercado laboral, ocurre en el mundo y es de tanta profundidad y magnitud que equivale a una segunda revolución industrial, donde ya no hay que insistir en revivir las formas antiguas de producción, sino regular, fiscalizar, proteger y acompañar a los sectores excluídos en el proceso de reconversión. Si el Estado reconociera esta realidad y la asumiera debería invertir recursos en un seguro social para los excluidos, como se está haciendo en el Primer Mundo, a objeto de impedir que la reconversión industrial en curso destruya moral, social y económicamente a una generación y a su descendencia.



Como eso es pedir mucho, a lo menos nos podemos permitir exigir que los candidatos presidenciales nos entreguen las soluciones que proponen con su financiamiento. Pero, si se insiste en el criterio de que los «problemas de la gente» se solucionarán cuando crezcamos 20 años a un 10%, a lo menos debería informársenos acerca de las formas en que estamos compartiendo todos los sectores y quintiles de ingreso de nuestra sociedad los sacrificios y costos de la modenización y el crecimiento.



Esto es perentorio en el discurso que nos presenten los precandidatos presidenciales a fin de que los ciudadanos votemos en las elecciones del año 2005 por programas y políticas, y no por el que pone más fotografías en las calles, tapando los semáforos y contaminando las ciudades más de lo que ya ocurre gracias a las autopistas, la basura tóxica y la pestilencia de los vertederos y plantas de aguas servidas mal tratadas.



*Patricia Santa Lucía es periodista




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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