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El capital político de Bush


En su primera rueda de prensa tras su triunfo electoral, el re-electo Presidente de Estados Unidos George W. Bush manifestó que con su victoria electoral había ganado «capital político» que, según dijo, pensaba gastar muy especialmente en la política exterior de su próxima administración.



Las muestras de la implementación de la visión Bush están a la vista. Durante la visita del Primer Ministro británico Tony Blair, Bush dijo que su política en Irak no tendrá cambio alguno: impulsar elecciones a principios del próximo año y liquidar a la insurgencia como parte de la guerra contra el terrorismo. Sin duda, la reunión Bush-Blair permitió corroborar las pautas de la política exterior de la Casa Blanca de ahora en más.



Las principales líneas de acción son la seguridad nacional, la guerra contra el terrorismo -ejemplificada en Irak- y la reconstrucción de Afganistán, complementadas con el fomento de políticas democráticas en ambos países.



La política de seguridad se orienta presuntivamente a acabar con las pretensiones nucleares de Irán y Corea del Norte a través de negociaciones. Sin embargo, este camino se asemeja bastante a lo que aconteció con Irak: invadido militarmente después de haber sido designado blanco de la llamada guerra contra el terrorismo, so pretexto de supuestas armas de destrucción masiva que jamás nadie encontró.



A diferencia de Irak, Estados Unidos dice que el tema nuclear se tratará negociando. La opción militar está descartada, ya que Washington no cuenta con el personal militar para iniciar un segundo y menos un tercer frente militar.



En Irak, según fuentes del Pentágono, Estados Unidos tiene más de 134 mil soldados destacados en ese país, buscando aumentar su dotación para enero en 10 mil soldados más. Aunque son cifras altas de personal militar, el Pentágono se ha visto forzado a extender los desplazamientos de 10 meses a un año, ya que ha bajado en porcentajes alarmantes el reclutamiento voluntario de nuevos efectivos.



Debido a la falta de soldados entonces hay que negociar con Irán y Corea del Norte. Entonces Europa negocia con Teherán, en tanto el llamado Grupo de Seis Naciones -Corea del Sur, China, Japón, Rusia, Corea del Norte y Estados Unidos- negocia el tema de la capacidad nuclear de Corea del Norte.



Luego de la muerte del líder palestino Yasser Arafat, para Blair era importante reactivar el proceso de paz en el Medio Oriente e informar sobre el avance de las conversaciones entre Francia, Alemania, Gran Bretaña e Irán sobre el programa nuclear de este último país.



Blair confirmó que las conversaciones con Irán han rendido algunos frutos, pero en Washington subsiste la sospecha de que Irán ha acelerado su proyecto de refinar uranio. Sospecha que ha sido negada por la Cancillería iraní.



Sobre el Oriente Medio, Blair sólo logró que Bush se comprometiera a participar en la reactivación de la llamada «hoja de ruta» entre las partes. Pero Bush puso como exigencia que la Autoridad Palestina organice elecciones libres, apuntando a que el 2008 se podría hablar de la creación de un estado palestino. Por cierto, aprobó la estrategia israelí de abandonar la Franja de Gaza y la construcción de un muro que la separe de Palestina.



En la reunión de la APEC Bush siguió preocupado con la seguridad y el terrorismo, logrando que el tema se incluyera en la «Declaración de Santiago». En efecto, los 21 miembros del Foro APEC manifestaron que para «promover el libre comercio entre las economías miembros(Â…), resulta imprescindible fortalecer la seguridad de la región, de manera que la amenaza terrorista no se convierta en un factor que encarezca las transacciones».



En las reuniones bilaterales que sostuvo en Santiago con el Presidente chino Hu Jintao, el Presidente Vladimir Putin de Rusia, el Primer Ministro japonés Junichiro Koizumi y el Primer Ministro Roh Moo-hyun de Corea del Sur, Bush fue enfático en declarar que Estados Unidos «mantiene el objetivo común de erradicar el armamento nuclear de la península coreana».



Además agradeció «los esfuerzos de los gobiernos de Francia, Alemania y Gran Bretaña por convencer a Irán de acabar con cualquier ambición nuclear que pueda tener».



Esta política exterior no está exenta de crítica dentro del propio Estados Unidos. La ex canciller Madeline Albright dijo en entrevista televisiva en CNN con Wolf Blitzer que «la política exterior de la Casa Blanca carece de credibilidad en las capitales mundiales» por su fracaso en Irak y por una política poco creíble hacia Irán.



Albright manifestó además que en materia de proliferación nuclear, la Casa Blanca «perdió el tiempo en sus primeros cuatro años» al negarse a negociar cara a cara con Corea del Norte. Para la ex canciller de la administración Clinton, ese «tiempo perdido» le permitió al gobierno de Kim Yong Il armarse «con siete u ocho bombas nucleares». Bush recién entró en negociaciones, dejando sin embargo que las conversaciones sean llevadas por las cuatro naciones vecinas a Corea del Norte.



Luego de la APEC Bush realiza una visita oficial a Canadá, en apariencia para tratar de remendar las relaciones bilaterales, pero con el propósito de fondo de sumar a su vecino del norte al Programa Balístico de Defensa de América del Norte, aquella parte de la política de seguridad de Estados Unidos más conocida como la «Guerra de las Galaxias», es decir, el uso de misiles antinucleares desde satélites y plataformas espaciales.



A su primer viaje a Europa -programado para enero después del inicio de su segundo mandato- Bush llevará el mismo mensaje que le entregó a Blair, que llevó a Santiago y que afinó con el Primer Ministro canadiense Paul Martin: potenciar la seguridad internacional, sumar países a la guerra contra el terrorismo, afianzar la seguridad y realizar elecciones en Irak, democratizar a Afganistán y seguir la cacería de Osama bin Laden.



Para concentrar aún más el control de la política exterior, la Casa Blanca aceptó la renuncia del Canciller Colin Powell y puso en el cargo a Condoleezza Rice, hasta ahora Consejera de Seguridad y fiel amiga y asesora personal de la familia Bush. La decisión se tomó a pesar de las críticas en el sentido de que así la Casa Blanca asumía el control absoluto del Departamento de Estado (Cancillería), reemplazando la autonomía relativa de Powell por el control absoluto desde la Oficina Oval.



Para Albright, la decisión de designar a Rice es acertada al menos para Bush, ya que ahora en todas las capitales del mundo se sabrá que cuando hable Rice, en realidad habla Bush. Y seguramente que el tema seguirá siendo la seguridad y el terrorismo, ya que es poco probable que el nuevo «capital político» de Bush dure más allá de las elecciones parlamentarias del 2006.



Jorge Garretón es periodista chileno residente en Canadá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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