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Navia se equivoca sobre el juez Guzmán


El columnista y opinólogo Patricio Navia se equivocó. En columna publicada el 3 de diciembre en la revista Capital, Navia acusa ásperamente al juez Juan Guzmán de no ser imparcial al juzgar al ex dictador Augusto Pinochet. Según asevera en su columna, Guzmán «dejó en evidencia su compromiso inequívoco con las víctimas de la represión dictatorial», cosa que trasunta su parcialidad en la forma que lleva el caso Pinochet.



Navia -por lo general, un excelente columnista- cuenta que fue a Las Vegas, Estados Unidos, al Congreso anual de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), organización que agrupa a académicos de Estados Unidos y Canadá, donde Guzmán asistió como invitado.



En un foro moderado por Peter Kornbluh, del National Security Archives, Navia denuncia haber escuchado a Guzmán -el juez que lleva el caso judicial más importante en la historia republicana chilena- dejar de manifiesto su «compromiso inequívoco con las víctimas de la represión dictatorial».



No pongo en duda lo que narra. Sí pongo en duda el ánimo del columnista y periodista, quien a mi juicio faltó a la ética profesional al no identificarse como tal ante quienes participaban en un Congreso académico y destinado precisamente al debate irrestricto de ideas, advirtiendo a los panelistas que con su presencia se producía la posibilidad de que lo que allí se dijera fuera posteriormente publicado en medios chilenos.



Aunque se asegura de dejar constancia de que la intervención del Juez Guzmán fue «on the record», se supone que Navia participaba en esa reunión como académico, no como columnista y periodista de distintos medios chilenos.



Por cierto, por más que se tratara de un Congreso académico fuera de Chile, el juez Guzmán se equivocó al emitir en público su opinión sobre un caso que lleva adelante. Es evidente que Guzmán, quien ha investigado los actos de Pinochet por años, se ha formado sobre el caso una convicción.



Aún así, Guzmán no debió haberla entregado en público; en eso concuerdo con Patricio Navia. Pero con lo que no puedo concordar son las libertades éticas que Navia se tomó al aprovechar como comentarista, información entregada y discutida inter pares en un foro académico, donde él participaba como académico. En mi opinión, hay allí una confusión ética que estimo grave.



Cuando Navia dice que el juez Guzmán pretende «corregir las injusticias de antaño con una actitud militantemente anti-Pinochet hoy», le da la razón al defensor de Pinochet, Pablo Rodríguez Grez, quien hace mucho tiempo viene promoviendo la tesis de que la presunta animadversión de Guzmán hacia su defendido lo descalifica de seguir llevando el caso. No sería de extrañar que el artículo de Navia alcance muy pronto un lugar de privilegio entre los argumentos de la defensa de Pinochet.



Por su parte, al dar opiniones en público, Guzmán falta al sentido común y le entrega armas a Rodríguez Grez sobre su posible parcialidad.



El artículo de Navia denuncia que Guzmán es un juez anti-Pinochet y que tiene como clara agenda «lograr justicia para las víctimas de las violaciones a los derechos humanos». Hoy que se conoce la decisión de Guzmán de someter a proceso a Pinochet, la pregunta que hay que hacerse -y que no se hace Navia- es si en Las Vegas Guzmán opinó sobre la base de prejuicios, o bien de la fundada opinión alcanzada tras una exhaustiva investigación de largos años de duración.



Al juez Guzmán nadie le recordó que vivimos en un mundo global, y no debe haberse imaginado que en la audiencia estaba un columnista que sagazmente recogería y daría publicidad a sus palabras. Doble falta, entonces: la de Navia al no identificarse o distinguir entre sus funciones, y la del juez al emitir opinión sobre un caso aún sin fallar.



Pero además Navia parece no entender la dificultad en que el sistema inquisitivo sobre el que se evaluaron los actos de Pinochet pone a los jueces, quienes deben investigar y además resolver. Para Navia parece ser trivial que al momento de opinar Guzmán llevaba años investigando y que en el proceso desde hace mucho tiempo que se venían acumulando múltiples e incontestables certezas que determinaron la acusación formal que hoy todos conocemos. A juzgar por los hechos y la evidencia, difícilmente podría haber fallado de manera distinta a como lo hizo.



Ese es el problema del sistema inquisitivo. Ello no ocurre en el nuevo sistema, aquel que quedó sancionado con la reforma procesal penal, que separa las funciones de investigar y juzgar, pero éste aún no llega a Santiago. Los jueces son producto del sistema legal que los rige, y Juan Guzmán no es la excepción. Jueces prevaricadores ha habido muchos, pero Guzmán no es uno de ellos.



Quizás Navia piense que los magistrados deben vivir en un mundo abstracto y abstenerse de emitir toda opinión, incluso ante sus pares. Pero los jueces son ciudadanos, tan afectados como los demás por las vivencias diarias, e incluso por las causas que investigan. Imparcialidad no es necesariamente equivalente a silencio, tal como silencio no equivale a imparcialidad. La imparcialidad total que Navia exige sería quizás procedente en el nuevo sistema, pero no en un sistema inquisitivo donde quien investiga, se forma opinión y falla es una misma persona. Esa confusión se palpa en la columna de Navia.



En mi opinión, las faltas de Navia y del juez son ambas lamentables, pero la demostración de blancura que el indignado denunciante exige a Guzmán debiera habérsela aplicado primero a sí mismo, advirtiendo al foro que publicaría sus deliberaciones en una columna de opinión. Por cierto, más honorable hubiese sido abstenerse de divulgar información -por más que fuera «on the record»- recibida en un contexto en que los participantes ciertamente no contaban con la presencia de columnistas escandalizados.



En conclusión, tenga cuidado cuando se encuentre con Patricio Navia en alguna reunión. Lo que diga bien podría ser usado en su contra en una columna de opinión de tono moralizante. En alguien que se desempeña en medios periodísticos, eso es por lo menos una falta de ética y transparencia.





Jorge Garretón es periodista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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