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Crecimiento económico y empleo precario: el caso de Chile

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entre 1990 y el 2000, la calidad de los empleos prácticamente no mejoró, esto a pesar de que la economía durante el mismo período creció a tasas promedio del 7%, es decir, tuvimos una década de crecimiento económico amparado en empleo indecente.



La economía chilena siempre ha sido presentada como un ejemplo de cómo se deberían hacer -supuestamente- las cosas. De esta manera nos hemos ganado el cartel de «buenos alumnos» para los organismos financieros internacionales, al aplicar por más de 20 años las recetas entregadas por el Consenso de Washington. Las que se resumen en la apertura extrema de nuestra economía, la liberalización de los mercados, la privatización de las empresas públicas, y por lo tanto la transnacionalización de nuestros recursos naturales.



Uno de los datos que se presentan para avalar lo anterior es la reducción en la brecha económica por habitante con los Estados Unidos, ya que según datos del FMI, mientras en 1998 los norteamericanos eran 4,5 veces más ricos que los chilenos, ahora la diferencia es 3,6. Así Chile sería el único país en Latinoamérica en lograr esto.



Sin embargo, hace mucho tiempo que la ciencia económica desechó este tipo de indicadores para mostrar un mejoramiento en el bienestar de la población. Por algo se ha avanzado en la construcción de índices internacionales que permitan ampliar la mirada a la realidad socioeconómica. Uno de estos es el Índice de Desarrollo Humano, desarrollado por el PNUD. Además una de las mayores críticas al considerar sólo el PIB per cápita como medida de bienestar, es que éste no dice nada acerca de la distribución de los ingresos, tema en donde Chile tiene una tremenda deuda. Recordemos que según el PNUD somos la undécima economía más desigual del planeta.



Pero un dato que golpea duro a la mitología neoliberal chilena, fue dado a conocer la semana pasada, y se refiere a la precariedad de nuestro mercado laboral. Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entre 1990 y el 2000, la calidad de los empleos prácticamente no mejoró, esto a pesar de que la economía durante el mismo período creció a tasas promedio del 7%, es decir, tuvimos una década de crecimiento económico amparado en empleo indecente.



Así en el año 2000, sólo el 32,1% de los trabajadores chilenos tenían un empleo catalogado como decente, 54,1% tenía empleo regular y un 13,8% empleo precario. Esta clasificación se construyó considerando tres variables: el nivel de las remuneraciones, la protección social de los empleados y la existencia de un contrato en la relación laboral.



Las conclusiones de este estudio se unen a otros datos que grafican la precariedad de nuestro mercado laboral. Tenemos, por ejemplo. que el 70% de los trabajadores con jornada parcial no cotizan en el sistema previsional, el 76,6% de la fuerza de trabajo no ha terminado la enseñanza secundaria y el 93% de las personas que fueron contratadas no duraron más de un año en sus nuevos puestos de trabajo. No hay que olvidar además, que en un estudio del Banco Central, se afirma que Chile tiene un mercado laboral menos rígido que el de Estados Unidos y Francia, y uno de los más flexibles del mundo.



Toda esta información echa por tierra la mentada flexibilización laboral y nos abre un nuevo escenario, cual es el de mirar nuevamente a nuestra demanda interna y ver efectivamente la posibilidad de generar crecimiento sostenido y generador de empleo decente, camino que se consigue mediante una mejora radical en la distribución de la riqueza en nuestro país.



Cristián Gutiérrez. Economista. Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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