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Crítica de la crítica a la autocrítica del senador Núñez


Al final, la conclusión a la que arriba Manuel Riesco en el contenido de su crítica a la autocrítica de Ricardo Nuñez en un seminario en la Escuela Militar se reduce a que «el error trágico del Presidente Allende (a la altura de 1973) fue precisamente(…)no estar nunca dispuesto a enfrentar con decisión el tema inevitable de ordenar la casa para adquirir la legitimidad necesaria para imponer el orden a quienes verdaderamente estaban promoviendo el caos en el país, que era la oposición de derecha, la que a esas alturas había optado directamente por el terrorismo desatado». Y lo curioso de esta conclusión es que no sólo es completamente errada -como intentaremos demostrar más adelante- sino que ni siquiera se sostiene en los escasos y endebles elementos expuestos por Riesco.



Incoherencia



1. En un curioso y confuso afán, por una parte, de rebajar la importancia del «extremismo» de entonces de Nuñez y compañía (y, por ende, de su mea culpa) y, por otra, del «extremismo» en general, Riesco comienza afirmando que tales comportamientos no fueron durante el Gobierno Popular más que «embarradas» al servicio de «…una campaña científicamente diseñada, y hábilmente ejecutada, por otros que no tenían ni un pelo de ‘ultras’, [ni siquiera de «derecha», como habrá de distinguir más adelante Riesco] destinada a crear en Chile un clima malsano que hiciera(…)inevitable, el golpe de Estado».



2. Campaña que, analizado el período «en su propio mérito» -continúa Riesco- fue «diseñada y hábilmente ejecutada» para detener la concreción de [nada menos que] «objetivos y un programa muy claros y compartidos por la abrumadora mayoría de la población» que «no eran otros [nada más] que remover las trabas principales que por décadas venían impidiendo el desarrollo del país, cuestión en la cual concordaban incluso los organismos internacionales y hasta la propia Alianza para el Progreso impulsada por el Presidente Kennedy». Así, apenas, «Se buscaba completar la reforma agraria, nacionalizar el cobre, hacer la reforma universitaria, combatir la desnutrición y el analfabetismo de la población, extender la educación y la cultura a millones de compatriotas». Además, «Esas [tan consensuadas] tareas -recogidas todas en el programa de la Unidad Popular- se cumplieron [para colmo] en lo fundamental, con una extensión, una profundidad impresionantes, considerando lo breve del tiempo transcurrido».



3. Todo esto en medio de, solamente, «un período auténticamente revolucionario, en que millones de personas sencillas [no el movimiento popular y democrático, el proletariado, ni siquiera «gente», etc., sino «personas sencillas»] asumieron una enorme y constante actividad política, impulsados por esa conjunción de astros [no por los progresos organizativos del movimiento popular desde 1958 en adelante al menos, por ejemplo] que se produce muy de tarde en tarde, pero que provoca los grandes hechos históricos», y aunque «Ciertamente el manejo de la economía(…)fue conservador al lado de lo que han hecho otras revoluciones en este terreno».



4. A todo esto, continúa Riesco, «La situación se hizo insostenible en 1973 principalmente porque la oposición de entonces, hegemonizada crecientemente por la ‘derecha’, fue capaz, con el apoyo efectivo [apenas] de los EE.UU. [debiera decir el gobierno de] de generar un clima de caos generalizado y en ese clima, el mayor nivel posible de odio hacia el gobierno».



A su vez «La actitud golpista de la ‘derecha’ se debía en lo fundamental a que las transformaciones socio-económicas impulsadas por los gobiernos de entonces (de Frei Montalva y de Allende) afectaban el corazón agrario [?] de lo que con justeza se denominaba entonces la oligarquía».



«Claro que Jaime Guzmán (en artículo suyo publicado por El Mercurio, y recordado aquí por Riesco) agregaba una [pequeña] justificación adicional: el hecho que lo obrado por la dictadura (de Pinochet) era una suerte de guerra preventiva, para impedir el establecimiento en Chile de una dictadura comunista». Lo cual «constituía entonces un argumento adicional muy efectivo en especial [nada menos que] al interior de las FF.AA., formadas por los EE.UU. en la ideología de la guerra fría. Pero el hecho de que dichos argumentos fueran efectivos no significa que fueran verdaderos. Fueron en lo fundamental, [solamente] eficaces construcciones de propaganda por parte de la derecha, las que ciertamente terminaron por creerse ellos mismos»



5. Sin embargo, «lo más importante es que todas esas gigantescas transformaciones socio-económicas (realizadas por los gobiernos de Frei Montalva y de Allende) -afirma Riesco- fueron en definitiva irreversibles y constituyen las verdaderas bases del Chile moderno»,[lo cual es mucho más de cuanto también erróneamente se haya reconocido alguna vez al fascismo en el mundo y en particular en Chile].



Al izquierdismo lo que es del izquierdismo



1.La operación que concluyó con el suicidio, este sí acto heroico, del Presidente Salvador Allende, arrasó con su gobierno y las libertades públicas de la mayoría y con todo lo medular de los avances democráticos realizados en Chile desde, al menos, 1938, e instaló la dictadura definitivamente fascista -y esto quiere decir, terrorista del capital financiero- en Chile fue «una campaña científicamente diseñada, y hábilmente ejecutada» precisamente por los desde finales del siglo XIX, objetivamente ‘ultras’, ‘extremistas’, detentores del capital financiero en el mundo, ni más ni menos.



La operación contra el Gobierno Popular en Chile fue una de las tantas operaciones que hasta entonces habían ya realizado y realizan hoy día en todo el orbe -desde dos guerras mundiales, una al menos dirigida entre otros a detener la Revolución Rusa; en particular la derrota de la República de Weimar, en Alemania, mediante el impulso al fascismo «hitlerista», con sus particulares consecuencias; las guerras contra Corea y contra Vietnam; el bloqueo a la revolución cubana, y, hoy, la guerra contra Irak, para sólo mencionar algo de lo estrictamente terrorista, pero, además, y sólo a la pasada, la más gigantesca concentración de capital, a la vez que la depredación del medio ambiente en el mundo, etc.



2. El punto es entonces que la mayoría de los chilenos -que, no lo olvidemos, se manifestó electoralmente como tal en las elecciones municipales de 1971- se proponía efectivamente llevar adelante un programa que, con todo lo que intenta formal y sanamente ablandar Riesco, era a todas luces insoportable para el capital financiero. Y, como justamente Riesco recuerda lo expresara Jaime Guzmán, ya no sólo para derrocarlo con el «golpe», sino para la tarea que el fascismo se propuso y llevó cabo mediante el instrumento de la prolongada dictadura de Pinochet, que sólo fue posible acortarla por la acertada lucha de la mayoría nacional por elecciones libres, inscripción electoral, organización para el plebiscito y disciplinado triunfo en él.



3. El triunfo del Gobierno Popular, su instalación y la aplicación consecuente de su programa (que incluía nada menos que la conformación de un Área Social de la Economía) se dio, es la única manera de explicárselo, al revés de lo que piensa Riesco, cuando la «oligarquía» y toda la «derecha» chilena» estaban muy debilitadas -en 1964 fue incapaz de presentar candidato presidencial propio; en 1965 fue barrida del Congreso por la Democracia Cristiana y el Frap; debió generar un solo nuevo partido, el Nacional, cuyo predominio nunca tuvo la ‘oligarquía’, partido que en su momento se vio forzado a aprobar nada menos que la nacionalización del cobre; durante los gobiernos de Frei Montalva y Allende, precisamente a la «oligarquía» le fue expropiada su base económica de sustentación mediante la Reforma Agraria y a la «derecha» en general, durante el Gobierno Popular, nada menos que todo el sistema financiero, todas las principales empresas, etc., y a transnacionales como la ITT, empresas suyas en el país.



En fin, la «oligarquía» y aún la «derecha» chilenas podían, naturalmente, desear poner fin al Gobierno Popular, pero para ello requerían, a lo menos y en este orden, la decisión del capital financiero (no de EE.UU.), atraer a la operación a las capas medias bajo influencia de la Democracia Cristiana y a la dirección de este partido, y con todo ello encontrar aliados en las Fuerzas Armadas y… «desordenarle la casa» al Presidente Salvador Allende, particularmente mediante la realización de «embarradas» del izquierdismo fuera y ojalá al interior mismo de la Unidad Popular.



Si se aprecia el conjunto de tareas que «por la Patria» debían llevar adelante, es evidente que el punto clave era la atracción de las capas medias, y todos quienes entonces (y ahora) estuvimos por evitar que ello ocurriera y que, al revés, se alcanzara con ellas el mas amplio y profundo acuerdo fuimos quienes, entre otras decisivas tareas, debimos enfrentarnos no en «fraternales» discusiones con el izquierdismo, sino que al menos, expulsarlos de nuestros partidos, combatirlos entre las masas, apalearlos en las concentraciones, etc., todo ello porque en esta tarea clave de llegar a justo entendimiento con las capas medias, las «embarradas» del izquierdismo eran, sin duda, lo más nocivo. De modo que no venga Riesco a restarle ni un ápice de «mérito», no a la inevitable «unilateralidad» de la que «nadie está libre» -según la novísima metafísica del extremismo elaborada por Riesco- sino a los inestimables concretos servicios que el izquierdismo ha prestado, presta hoy y prestará siempre a la «derecha».



Así, por ejemplo, lo continuó haciendo durante la dictadura al «levantar» la denominada política de la «rebelión popular», de la «violencia aguda» y de «todas las formas de lucha». Y, ahora, al hostigar constantemente el consecuente -entre otras cosas por inevitable- programa y comportamiento de la Concertación de Partidos por la Democracia, sin, por cierto, ofrecer alternativa alguna que pueda avanzar más y más rápido en la democratización del país.



3. Lo que sí, sin duda, logran, y de nuevo al servicio de la «derecha», es colaborarle a ésta y aun a sectores al interior de la Concertación a los que, a lo menos, no les interesa la participación de «la gente» en la política y, para qué decir, generar un movimiento de masas serio, capaz de transformarse en el indispensable filo del poder que -como dijera Rodrigo Ambrosio- junto con la influencia que las masas ya han conquistado en el aparato del Estado, permita avanzar más y más rápido.



4. Finalmente, la lúcida conclusión que sacó nuestro pueblo desde el golpe en adelante y también, por supuesto sus reales vanguardias han sido que sus intereses chocan con un «monstruo grande que pisa fuerte» -que no es por cierto la guerra- sino, incluso al interior del capitalismo hoy prevaleciente en el mundo, el capital financiero. Segundo, que para, primero, hacer retroceder al fascismo en Chile era necesario constituir un muy amplio frente cuyo solo contenido debía ser precisamente su antifascismo. Tercero, que logrado un avance significativo en esta dirección -derrotar electoralmente a la dictadura e instalar un gobierno democrático- comenzar un inevitablemente complejo y lento proceso de democratización del país en el que estamos en el cual no debemos cejar.



Golpe de Estado: «Violación deliberada de las normas constitucionales de un país y sustitución de su gobierno, generalmente por fuerzas militares» (definición de la RAE).




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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