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Las vainas que inventa Dios…


Ä„Carajo! Las vainas que inventa DiosÂ…
Gabriel García Márquez



Hay gente que definitivamente tiene mala suerte en su recorrido por este mundo, y uno de esos desafortunados fue el príncipe Rainiero de Mónaco: perdió a su esposa Grace en un accidente de auto, tuvo que resignarse a las vidas escandalosas de sus hijos, y por fin le tocó morir dos días antes de los funerales de Juan Pablo II, lo que significa, concretamente, que casi nadie se va a enterar ni acordar de su fallecimiento.



Es poco conocido que Rainiero III era el más antiguo jefe de estado en el mundo, y también con más títulos que cualquier otro soberano: duque de Mazarín, conde de Farette, «sire» de Matignon y de Marchais, barón de la Lutumičre, y príncipe de Chí¢teau-Porcien.



Su familia ha reinado en Mónaco desde el 8 de enero de 1297, cuando su antepasado Lanfranco Grimaldi se apoderó de la ciudad, pero se cuenta que sus sujetos preferían llamarlo el jefe, por haber sido capaz de desarrollar su reino-empresa.



Rainiero III nace el 31 de mayo de 1923 en Mónaco, hijo de la princesa Charlotte de Valentinois y del príncipe Pierre de Polignac, los cuales se divorcian rápidamente. Estudia en Inglaterra, en el colegio de Summer-Fields, en Suiza, y en Francia, en la universidad de Montpellier y la Escuela de Ciencias Políticas de París. En 1939, entra en el ejercito francés, y al final de la IIa guerra mundial participa en el desembarque de Normandía. Llega al trono de Mónaco el 9 de mayo de 1949.



Príncipe soltero, propietario de 13 autos, 3 yates y 2 parques zoológicos, aficionado al buceo y a las carreras automovilísticas, y dueño de una lista de títulos superior a la reina de Inglaterra, Rainiero capta rápidamente la atención de los periodistas. Pero las convenciones firmadas con Francia en 1918 establecen claramente que un soberano sin descendencia convertiría a Mónaco en estado independiente bajo protectorado francés.



En 1955, el consejo nacional empieza a proseguirle abiertamente sobre sus intenciones matrimoniales. Por suerte, ese mismo año, durante las vacaciones de Navidad, encuentra en la playa de Mónaco a la actriz Grace Kelly quien está filmando, junto a Cary Grant, la película de Alfred Hitchcock To Catch a Thief.



Impactado por su belleza y su carisma, se casa con ella el 18 de abril del año siguiente, en una ceremonia al estilo de Hollywood: ese día, Rainiero lleva un uniforme inspirado por los mariscales imperiales, y Grace un vestido compuesto de 46 metros de seda y 290 de encajes. La impresionante lista de invitados incluye a Ava Gardner, Aristóteles Onassis, el príncipe Agha Khan y el ex-rey Farouk, entre otros. De su unión nacen Carolina en 1957, Alberto en 1958 y Stéphanie en 1965. Los tres han sabido hasta hoy alimentar copiosamente a los paparazzi.



En 1978, Carolina se casa con un play-boy acreditado, Philippe Junot, del cual se separa menos de dos años después. Luego viene un hombre de negocios italiano, quien le da 3 hijos antes de morir en un accidente de barco «offshore» en 1990. Después de un breve pololeo con el actor Vincent Brandon, materializa el sueño de sus padres al casarse con Ernst de Hannover, con quien tendrá una hija en 1999. En cuanto a Stéphanie, iniciará su serie de escándalos grabando un disco, que además logra ser exitoso, para luego casarse con su guardaespaldas Daniel Ducruet, del cual divorciará en 1996, y posteriormente con un acróbata de circo con quien se quedará menos de un año. El príncipe Alberto, a quien se atribuye una vida disoluta y fama de homosexual, sigue soltero y presa de predilección de la prensa escandalosa.



Con cada bullicio en la familia de Mónaco reaparece en las portadas la leyenda según la cual una despachada novia de algún antepasado de Rainiero lanzó, en el siglo XIX, una maldición contra los Grimaldi, prohibiéndoles encontrar felicidad en el matrimonioÂ… La muerte de la princesa Grace en un accidente de auto, el 13 de septiembre de 1982, volverá a prender esa vela y afectará a Rainiero de manera ineludible.



A pesar de todos los dramas que marcaron su vida, Rainiero logró alcanzar su meta: convertir su pequeño estado en una empresa capaz de generar un ingreso total de unos 6.000 miliones de euros, y aumentar su superficie de un 20%, no por conquistas de terrenos ajenos, sino por construcciones encima del mar.



En cuanto a la Constitución que estableció en 1962, la cual instituía una monarquía institucional y daba el derecho de voto a las mujeres, fue modificada para ampliar los poderes del parlamento cuando Mónaco se convirtió, en 2004, en el 45ÅŸ estado miembro del Consejo Europeo. Finalmente, la ausencia de delito fiscal en el derecho monegasco sigue, para bien o para mal, vigente y poderosa hasta el día de hoy.



En los últimos meses, los médicos declararon a Rainiero «muy grave» en varias oportunidades, a tal punto que puso a su hijo Albert en primera línea el 31 de marzo pasado para que asumiera la regencia. A los 81 años, el celebérrimo príncipe no pudo detener el proceso fatal unos días más para que el anuncio de su muerte lograra el nivel de publicidad que le correspondía. El Papa le robó las portadas, y no le quedó otra que pasar a la segunda página. Otra maldición a los GrimaldiÂ…



Sylvie Moulin. Académica, cronista y coreógrafa.
















  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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