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Parlamentarias de nuevo presidencializadas


Desde 1996 hasta octubre pasado los chilenos se desplazaron siete veces a expresar sus preferencias en las urnas. En todas ellas se elegía separadamente un solo tipo de autoridad: municipal, parlamentaria o presidencial. La rueda del tiempo ha girado hasta ofrecernos de nuevo, como en 1989 y 1993, una gesta electoral donde al mismo tiempo de elegir al(a) Presidente de la República, se renueva el Parlamento.



Aunque, evidentemente, se trata de dos elecciones distintas, la simultaneidad de éstas genera una marcada influencia de la Presidencial sobre las Parlamentarias, tanto en el desarrollo político previo como en las campañas y sus resultados electorales.



Tan fuerte es esta dinámica que se trasladó incluso a la elección municipal previa, convirtiéndola de hecho en un anticipo de la contienda presidencial. La arriesgada apuesta de Lavín de jugarse todo su capital en el esperado éxito de sus candidatos a Alcalde, así como la respuesta del Gobierno de convertirla en un plebiscito a su gestión, habrán hecho que octubre de 2004 marque un punto de reversión en la tendencia de aproximación creciente de la fuerza electoral de los dos principales bloques de la política chilena.



También las Parlamentarias comienzan a penetrar el debate sobre los liderazgos presidenciales. En la Derecha, se rompe la forzada unanimidad detrás de Lavín y se inicia el insidioso proceso de «alessandrisación» que probablemente culmine en una situación similar a la del ´93, cuando el candidato derechista recorría solitario la geografía del país, mientras RN y la UDI, totalmente desentendidos de su campaña, se concentraban en buscar adhesiones para acrecentar su presencia en el Parlamento. En la Concertación, el temor a una eventual catástrofe parlamentaria, opera como desaliento a concursar en Primera Vuelta y facilita el acuerdo de Primarias.



En la medida que retrocede la opción presidencial de Lavín, comienzan a aparecer las grietas en su base de apoyo, hasta ahora ocultas por el natural temor a un liderazgo que hasta hace poco parecía arrollador y el amenazante control de la disidencia ejercido por la UDI. Hoy día, ni siquiera se puede descartar totalmente una eventual candidatura presidencial alternativa de RN si persisten las tendencias actuales de opinión pública, que muestran pérdida de credibilidad y tasas de rechazo que hacen virtualmente imposible la elección de Lavín.



En ese contexto, los temidos anuncios de «competencia total» por parte de la UDI ahora amedrentan menos a parlamentarios y eventuales candidatos de RN, contrastando con la bochornosa situación del 2001, cuando el retiro de la candidatura senatorial de Piñera fue el precio de una fotografía de campaña de sus candidatos con Lavín.



La UDI enfrenta, sin duda, una situación electoral difícil. Primero, porque fue tan grande su éxito en las Parlamentarias del 2001 -más del 26% y 35 diputados, considerando 4 independientes que luego ingresaron al Partido-, que le costará muchísimo defenderlo. Segundo, porque así como era el principal beneficiario de la fortaleza de Lavín, es también el primer perjudicado con su caída. RN, en cambio, obtuvo apenas poco más de la mitad de los votos de la UDI y 22 diputados. Sólo tiene dos senaturías que defender, mientras la UDI pone en juego a 7 de sus senadores.



Por primera vez desde hace mucho tiempo se reabre para Renovación Nacional la posibilidad de detener y revertir la tendencia a la creciente hegemonía de la UDI sobre el conjunto de la Derecha. Conspiran contra esta posibilidad el bajo nivel de cohesión interna de RN, así como la falta de convicción liberal y la mayor proximidad ideológica a la UDI de un sector importante del partido.



De cualquier modo, el panorama no es auspicioso para el conjunto de la Derecha, que en 2001 se situó a sólo 3,6 puntos porcentuales de la Concertación, que mantuvo su ventaja en la Cámara apenas por 3 distritos, al doblar a la Derecha en Vallenar, Coquimbo, Cerro Navia y Coronel, siendo doblada por ésta en Las Condes. En la competencia senatorial de 2001, la Concertación tampoco tuvo opción de doblar en ninguna circuscripción del país.



El hecho nuevo es que varios de los elementos que caracterizaron el 2001 ya no están: la creencia masiva de que Lavín iba a ser el próximo presidente de Chile, la situación de recesión económica y la baja expectativa ciudadana de un mejor futuro, el importante avance de la Derecha en el plano municipal en las elecciones de 2000, la disposición de muchos en ese campo a jugarse con todo para preparar un futuro gobierno de Derecha, la ausencia de límites y subsidios al gasto de campaña, el apoyo limitado al Gobierno, en fin, todo configuraba un cuadro no muy diferente al que permitió el estrecho resultado presidencial de 1999.



Ahora, en cambio, la abrumadora mayoría de los chilenos cree que el próximo Presidente será una mujer de la Concertación, Chile ha retomado el camino del crecimiento y las expectativas de la gente respecto del futuro son mayoritariamente positivas, la Derecha retrocedió significativamente en el terreno municipal, la disposición al sacrificio entre los líderes de ese campo disminuyó abruptamente, está operando una ley que algo limita el gasto de campaña y entrega una base financiera para emprenderlas, el Gobierno y el Presidente tienen tasas de respaldo sin precedentes y, por último, en buena medida como consecuencia de todo lo anterior, tendremos una candidata presidencial que perfectamente podría, si la Concertación no comete grandes errores, aproximarse a la histórica performance de Frei en 1993.



El contexto es muy similar, en verdad, al del ´93 y, en consecuencia, es razonable para la Concertación plantearse el objetivo de recuperar la ventaja parlamentaria obtenida en 1993 (70/50) y defendida con éxito en 1997.



En ese marco es que reaparece, como en la víspera de todas las elecciones parlamentarias hasta ahora, la posibilidad de un acuerdo electoral con la Izquierda Extraparlamentaria. La diferencia es que, luego de la enfermedad y muerte de Gladys Marín, que un sector minoritario pero significativo de la sociedad chilena esté fuera del Parlamento es considerado una injusticia muy probablemente por la gran mayoría de la gente, por lo que un eventual acuerdo que permitiera el ingreso de Juntos Podemos al Parlamento, tiene muchisimos menos riesgos que antaño de ahuyentar electores de la Concertación.



El objetivo de un acuerdo electoral con Juntos Podemos es doblar a la Derecha en un mayor número de distritos y, al mismo tiempo, permitir el ingreso del Partido Comunista al Parlamento. Esto pasa por la omisión de Juntos Podemos en una veintena de distritos y en algunas circunscripciones senatoriales donde existe alguna opción de doblar, a cambio de la incorporación de candidatos de ese pacto en la lista de la Concertación en algunos distritos donde ello podría redundar en la elección de dos diputados y/o la cesión completa de algún(os) distrito(s) a la lista de Juntos Podemos, sin candidatos de la Concertación en la papeleta.



No es fácil materializar un pacto electoral de la Concertación con la Izquierda Extraparlamentaria. No es casualidad que los intentos hayan sido vanos en tres ocasiones anteriores. El hecho que permite abrigar esperanzas nuevas es que, a diferencia del ´93 y ´97, un acuerdo como éste beneficiaría tanto o más a la DC que al PPD-PS, pues en buena parte de los distritos y circunscripciones donde se podría doblar a la Derecha, el segundo parlamentario bien puede ser democratacristiano.



Pero independientemente de que se establezca o no un acuerdo con Juntos Podemos, la Concertación debe tomar la oportunidad que se le abre para recuperar una mayoría consistente en la Cámara de Diputados y doblar en alguna circunscripción senatorial. Sin duda fortalecida por el inédito 58% de Frei, la lista parlamentaria de la Concertación sumó 55.4% y consiguió doblar a la Derecha en 11 distritos del país. Ese desafío puede ser asumido con éxito en diciembre si los partidos ponen sus mejores recursos políticos y humanos para conformar las listas más competitivas posibles.



Pepe Auth. Ex Embajador en Suecia. Director Programa Electoral de la Fundación Chile 21.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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