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Bienvenidos a Papa TV


Bienvenidos a Papa TV: el Papa, 24 horas al día, todos los días. Eso parecía TVN a 24 horas del anuncio oficial de la muerte del Papa Juan Pablo II. Se entiende que CNN en español y su hermana mayor CNN Internacional volcaran su parrilla programática a esperar la muerte de Karol Wojtyla. Pero no se entiende por qué TVN volcó la suya a cubrir en exquisito detalle todas las horas anteriores y posteriores a la muerte del Papa. La cobertura de TVN contrasta con lo que debe ser la de un canal público no confesional que representa la visión laica de una nación, la que en los hechos quedó mejor representada por Chilevisión, un canal privado. Se entiende la cobertura de Canal 13: es el canal de la Iglesia Católica y cumplió a cabalidad su misión.



Para los canales de CNN, vaciar su parrilla habitual para transformarse en Papa TV es algo que bien hacen, sobre todo en fin de semana. De esa forma no tienen que preocuparse de llenar un par de días de baja audiencia. A la hora de medir los televisores sintonizados a esta cobertura por saturación, se comprueba que CNN retiene e incluso aumenta sintonía.



Si algo así fue el objetivo de TVN, es reprobable. TVN es el canal público de una nación laica donde hace generaciones que existe separación entre iglesia y estado. Su mandato debe ser informar debidamente y poner en contexto la noticia, no colgarse de la muerte de un patriarca religioso para captar público.



Sorprendió además que los permanentes noticieros de TVN pasaran totalmente por alto la compleja vida político-religiosa de Karol Wojtyla, especialmente los aspectos menos beatíficos de ella. TVN sólo se limitó a repetir la letanía de que el Papa era el mensajero de la paz, un hombre bueno, un santo con carnet. Nada más.



Entre lo que dejaron de lado está la herencia política y religiosa ultraconservadora del reinado de Wojtyla. En una Europa cada vez más laica, la actual Iglesia Católica es vista como un ente anacrónico por su acérrima oposición al divorcio, al uso de anticonceptivos, a aceptar mujeres al sacerdocio y a eliminar el celibato.



En África, su oposición implacable al uso del condón ha contribuido a que el VIH/SIDA se haya transformado en una pandemia de caracteres apocalípticos. En Estados Unidos, la Iglesia que por 26 años dirigió el Papa Wojtyla albergó y protegió durante décadas a decenas de curas pederastas, trasladándolos de parroquia en parroquia para encubrir sus delitos e impedir que fueran denunciados en público. En América Latina, la conservadora doctrina papal acabó con las comunidades de base, fustigó y castigó con dureza muy poco cristiana a los teólogos que desagradaban al Vaticano y lanzó una exitosa guerra en contra de la teología de la liberación.



El resultado es cada vez menos feligreses, cada vez menos religiosos, y lo que es peor para la Iglesia, cada vez menos vocaciones.



Pero en sus reportajes TVN no nos mostró nada de eso. Solamente mostró al Papa benigno, al mensajero de la paz, al hombre de dios. Cosa que fue, pero esa visión fue la única que mostró el canal público. Canal 13, como era su obligación, mostró la visión oficial. Chilevisión fue el único medio nacional que no se transformó en Papa TV y fue el único en presentarnos un análisis histórico del impacto de la política del Papa en el mundo.



TVN no sólo no mostró al Papa en toda su real dimensión, sino que además optó por no referirse al impacto que su ortodoxia ultraconservadora tuvo en el mundo católico y más allá. Chilevisión, por su parte, sí mostró un Papa completo y complejo y no sólo en las noticias, sino además en programas noticiosos como Tolerancia Cero y El Termómetro.



Vaya paradoja. El noticiero central del canal público volcado de sábado a jueves a informar desde Roma, e incluso desde Polonia, sobre el Wojtyla benigno camino a la santidad express. Chilevisión, el canal privado, entendió en cambio que su responsabilidad era informar sin caer en sentimentalismos baratos. Los papeles cambiados. Es justo entonces preguntarse: ¿quién maneja la pauta periodística del canal de todos?



Jorge Garretón es periodista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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