Publicidad

En nombre de Cristo, dejen en paz a los Baha’i y la mezquita


El «Señor» debe estar enojado con sus modernos «cruzados de Santiago» que se opusieron a que se construyera un templo Baha’i en el Cerro San Cristóbal y ahora las emprenden contra la incipiente construcción de mezquitas en Santiago, Coquimbo o Iquique. Ä„No, en nombre de Cristo, no hablen!. Él fue claro en que su Reino no era de este mundo (no a la religión oficial), en el diálogo con todos (los hombres de buena voluntad), en romper la tradición de mil normas (un solo mandamiento, el amor al prójimo), en que no había un pueblo escogido (todos los pueblos), encarnado sin temor en su tradición judía (ecumenismo) y consciente de las debilidades y las dudas (como las propias en el huerto de GetsemanÄ›).



Es una grosería sin límites molestar a los Baha’i, que son un pacifista corriente ecuménica con origen en la tradición islámica, pero nacida en Irán en contraposición al fundamentalismo de las sectas. Tuve un gran alumno Baha’i, y sé de sus aportes a la cultura y la educación, como lo han hecho en la Universidad Bolivariana. Lo de oponerse a las mezquitas se parece a los fundamentalistas terroristas que destruyen iglesias y persiguen cristianos en Pakistán o en Indonesia. Algunos de los anti-musulmanes chilenos son colaboradores de grupos católicos que parecen olvidar los propios gestos concretos del Papa Juan Pablo II de pedir perdón por las persecuciones religiosas y la intolerancia contra judíos, ortodoxos, protestantes y los propios musulmanes. Les recomiendo leer al Nobel egipcio, Mafuz, para comprender que en todas las latitudes hay hombres de inspiración religiosa abierta y amorosa, y otros que traicionan su fe para apelar a «identidades homogéneas» y perseguir a «los distintos».



La Virgen del Cerro San Cristóbal estaría más alegre con las reflexiones de los pacíficos Baha’i, que con las antenas del capitalismo salvaje y la contaminación de los conservadores que no quieren regulaciones, pero buscan defender por decreto «religiones de Estado», que se apartan del testimonio del propio Jesús de Nazaret.



En una carta de chilenos de origen judío y palestino (cristianos y musulmanes) se recordaba no sólo la importancia del diálogo en el Medio Oriente, sino la urgencia en Chile de una ley contra la discriminación que no ha logrado la prioridad en la agenda pública que se merece. En nombre de Cristo, hermanos y amigos Baha’i y musulmanes, les pido disculpas, y les expreso nuestro compromiso para defenderlos de estos fundamentalismos, sutiles algunos, extremistas e inconsecuentes, otros. La «copia feliz del edén» y el «asilo contra la opresión» es el Chile fraterno, cooperador, amable y respetuoso de su diversidad, que hoy debemos potenciar y no agraviar.





Esteban Valenzuela Van Treek


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias