La derecha está lanzada en una campaña de desprestigio de Codelco. A la burda operación de inteligencia iniciada por la senadora Matthei -profesional en la materia- se ha sumado una insistente campaña de El Mercurio. Varios han aprovechado la ocasión para cobrarse viejas cuitas, entre ellos un connotado senador de gobierno, que se ha sumado a la manada. Han contado con colaboración solapada -e ilegal según la denuncia presentada por Codelco- desde el interior de la empresa.
Las denuncias iniciales buscaban mostrar el uso de recursos de la empresa pública para favorecer parientes o correligionarios. Lo denunciado, sin embargo, no les dio muchos dividendos. Excepto que más de alguno se ha sentido legítimamente irritado al ver como Codelco apoyó generosamente a varias ONGs ligadas a la Concertación, las cuales nunca, que se sepa, jugaron un rol relevante en la discusión pública relacionada con la defensa del cobre chileno. En cambio, se sabe que Codelco declinó apoyar una importante iniciativa de Naciones Unidas, que hubiese significado la celebración en Chile de una conferencia internacional acerca del cobro de royalties a los recursos naturales.
La denuncia de El Mercurio se ha centrado, en cambio, en denunciar una supuesta mala gestión de Codelco y un alza de costos que se presenta como desmesurada. Un cuadro publicado por El Mercurio reconoce que los costos a cátodo bajaron de 56.3 centavos por libra en 1999 a 55.7 centavos el 2004. Sin embargo, denuncia El Mercurio, si no se considera el descuento por molibdeno -las empresas mineras siempre descuentan la venta de subproductos de sus costos-, estos habrían subido de 60.3 centavos en 1999 a 81.3 centavos el 2004, nada menos que un 34.8%.
Sin perjuicio que los costos unitarios de Codelco pueden haber subido aún antes de los descuentos por subproductos -el precio del petróleo, por ejemplo, incide fuertemente-, el cuadro de El Mercurio exagera esto en forma significativa, puesto que presenta los costos en dólares de cada año. Los costos de Codelco son en buena medida en pesos chilenos y como es sabido, el dólar ha fluctuado fuertemente en el período.
Las remuneraciones totales, por ejemplo, aparecen subiendo de 484 millones de dólares en 2003 a 609 millones el 2004, nada menos que un 25% en un solo año. Si se expresan en pesos, en cambio, que es como Codelco las paga, suben de 3.385 millones el 2003 a 3.712 millones el 2004, en moneda de éste último año, es decir, un alza de 9.7%. Si se expresan en pesos del 2004 por tonelada de cobre producida, de hecho bajan de $2170 el 2003 a $2140 el 2004.
Según detalló Francisco Tomic, presidente ejecutivo en ejercicio de la cuprífera estatal, los principales factores que incidieron en que Codelco haya sido impactado de este manera fueron, entre otros, el ajuste de moneda y tipo de cambio (US$4,4 centavos), ajuste en la calidad del mineral (US$4,7 centavos), depreciación y gastos financieros (US$1,1 centavos), y la normalización de 1999 (US$3,5 centavos), cuando cayó el precio del cobre, lo que obligó en su momento a generar un plan de emergencia. Como se puede apreciar, el debate de costos no es sencillo y de ninguna manera los resultados de Codelco muestran ineficiencia en esta materia, sino muy por el contrario.
El mejor índice para medir la eficiencia de Codelco, como de cualquier empresa, son sus utilidades antes de impuestos. En esta materia, presenta resultados que son bien espectaculares en la industria. En un estudio comparativo realizado por Cenda para Naciones Unidas, cuyos resultados principales fueron publicados en El Mostrador («Falla Escondida?», 28 enero 2004 https://www.elmostrador.cl/modulos/noticias/constructor/detalle_noticia.asp?id_noticia=118757 ) se comprueba que Codelco obtuvo utilidades promedio por tonelada de cobre producida similares a Escondida entre 1998 y 2002, a pesar de explotar minas centenarias, con leyes que son la mitad de las de Escondida, mineral que, en cambio, ha sido llamado por su propio presidente «el proyecto minero del siglo».
El estudio de Cenda demostró, sin embargo, que la explicación de lo anterior se debe a que durante esos años, Escondida vendió su cobre muy por debajo del precio obtenido por Codelco. Ello aún después de pagar los costos de refinación más caros del mercado, y obtuvo por subproductos menos de la tercera parte de lo obtenido por Codelco -como se sabe Escondida exporta el 80% de su producción en forma de concentrados. Este negocio Escondida lo realiza, en lo principal, con uno de sus propietarios, un consorcio de refinadores japoneses.
En su momento, dicha publicación generó toda una polémica, en la que intervino el ministro de Minería, Cochilco, la Universidad Católica y finalmente el tema fue discutido por el Senado, cuya Comisión de Minería respaldó en definitiva las denuncias de Cenda. La Comisión del Senado comprobó asimismo que la fiscalización que hace Cochilco de los contratos es muy deficiente -dos o tres personas revisan miles de contratos individuales por año y a Cochilco no se le había ocurrido en todos estos años hacer una comparación de resultados de las mineras privadas vs Codelco, tan evidente como la realizada por Cenda. Como resultado de todo ello, en la ley recientemente aprobada que establece un impuesto especial a la minería, se incluyó un articulo que permite al SII fiscalizar mejor los precios de transferencia de los productos mineros.
El estudio de Cenda concluía que lo más probable era que las condiciones de comercialización inusualmente desfavorables obtenidas por Escondida se debieran al contrato de venta de largo plazo firmado con el consorcio japonés aludido, y que fuera aprobado por Cochilco durante la dictadura. Ahora se puede comprobar que ello efectivamente era así, puesto que este autor ha conocido recientemente el texto del contrato original, que se reproduce a continuación en su parte pertinente.
El contrato se titula «Agreement for purchase and Sale Of Escondida Copper concentrates» y fue suscrito por esta empresa como «seller» (vendedor) y Mitsubishi Metal Co., Owa Mining Co; Furukawa Co. Ltd.; NMC Metals &Development CO., Ltd. Nittetsu Mining Co., Ltd., and Sumitomo Metal Mining Co., Ltd. en su calidad de compradores. Este acuerdo es del 30 de junio de 1988. Establece lo siguiente: «In adition to refining and treatment charges agreed or determined as set forth herein, SELLER SHALL PAY BUYER (S) AN ADITIONAL TEN PER CENT (10%) OF SAID REFINING AND TREATMENT CHARGES AS A PREMIUM TO BUYER(S) IN RECONOGNITION FOR THE BUYER’S CONTRIBUTION TO THE ESTABLISHMENT OF LA ESCONDIDA».
Es decir, en buen castellano, Escondida acordó pagar un 10% de sobreprecio por la refinación de sus concentrados «en reconocimiento por la contribución del comprador al establecimiento de La Escondida.» Ya se ha mencionado que este comprador es propietario (de un 10%) de la Escondida. El «aporte» consistió en firmar un contrato de compra de largo plazo, que venció recién el 2002, con lo cual aseguraba mercado para los concentrados de Escondida, elemento relevante para obtener el financiamiento respectivo.
Sin perjuicio de la lógica anterior, dicho contrato en definitiva solo perjudicó al Estado de Chile, puesto que al acordar un sobreprecio en relación al mercado respectivo, redujo las utilidades de Escondida en Chile y consecuentemente, los impuestos pagados por esta empresa. Se trata de un caso evidente de precios de transferencia entre partes relacionadas, con perjuicio fiscal, lo cual desde luego está prohibido y es penado por la ley chilena -el hecho que Cochilco las haya aprobado en tiempos de dictadura no las exime de seguir siendo prácticas ilegales.
La situación anterior fue posible de descubrir y denunciar debido a que Escondida es la única minera que ha publicado sus resultados y la única minera que ha pagado impuestos significativos. Desde 1990 y hasta el 2002 era de hecho la única que había pagado impuestos, unos 1,700 millones de dólares, además de otra que pagó alrededor de 40 millones. Adicionalmente, Escondida es una empresa que se precia de ser líder en responsabilidad social corporativa y destina voluntariamente un 1% de sus utilidades a proyectos benéficos.
Si Escondida ha incurrido en prácticas contrarias a la ley chilena ¿qué habrá ocurrido con el resto de las mineras privadas? Ya se ha mencionado que ninguna de ellas publica ni siquiera sus balances, mucho menos sus contratos. Simplemente no sabemos. Cualquiera puede pensar, sin embargo, que empresas que han seguido una política de elusión de impuestos «tan agresiva» como ha dicho El Mercurio, en perjuicio de Chile, perfectamente pueden haber extendido estas prácticas «agresivas» a otros rubros, como sus precios de transferencia, contenidos de concentrados en cobre y subproductos, contratos con partes relacionadas, etc.
Escondida, por ejemplo contrata no solo la refinación sino asimismo el transporte, y muchas otras «asesorías,» con empresas relacionadas, y les ha pagado honorarios muy elevados por ello, de cientos de millones de dólares, año tras años. Para que decir de los aportes de estas empresas a los partidos de derecha (y otros), así como a sus centros de estudios y voceros de todo tipo.
La industria minera privada en Chile es tan poco transparente que nada de esto queda sometido al escrutinio público. Cochilco tenía facultades para auditarlas, pero las mismas le fueron quitadas en el último día de la dictadura.
Aduana y el SII recién ahora, después de las reiteradas denuncias al respecto, han empezado a preocuparse más del tema. Sin embargo, la industria minera privada trabaja con una materia prima, los minerales de cobre, que son de propiedad pública, por los cuales, adicionalmente, hasta el día de hoy todavía no pagan un solo peso.
Se trata de un escándalo de las mayores proporciones, inconcebible en cualquier país moderno. Sin embargo, la Derecha y El Mercurio nada han dicho al respecto y la senadora Matthei ha sido una de las más fervientes defensoras de esta industria que a todas luces opera de manera irregular.
Codelco debe ser defendida con decisión de esta nueva arremetida cuyos fines son tan evidentes como bastardos. Esta empresa pública constituye la única manera efectiva en que Chile ha podido retener en parte la renta de sus minerales de cobre, los cuales constituyen nuestra principal herencia. Su existencia permite asimismo comparar sus resultados y supervisar en forma efectiva a la industria privada, si existe la voluntad de hacerlo. La comparación resulta altamente favorable a Codelco y la muestra como una empresa muy eficiente.
Su dirección puede competer errores y de hecho así ocurre. Sin embargo, ningún proyecto de Codelco ha debido ser clausurado por contaminar el medio ambiente, como ha ocurrido recientemente con el principal proyecto industrial de la empresa privada. Esos si son errores serios. La actual dirección de Codelco ha logrado, en bastante armonía con sus trabajadores, revertir las tendencias de principios de los años 90 que buscaban derechamente maniatar y luego privatizar la empresa, y ha logrado en cambio proyectarla hacia el futuro con decisión. Pueden andar mejor, pero lo han hecho bastante bien.
Desde luego, finalmente, parece por completo inaceptable pretender legislar acerca de una materia tan importante como la composición del directorio de Codelco, en medio del enrarecido y estridente clima de denuncias que se vive, propio de un período electoral. Esta es una materia estratégica, que debe abordarse de manera seria. Codelco no es moneda de cambio -como lo fue hace un par de años la presidencia del Banco Central-, para negociar el amordazamiento de denunciantes derechistas rabiosos.
Manuel Riesco es economista del Cenda (Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo). mriesco@cep.cl