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Welcome to Chile, Willie Horton


Según el candidato presidencial de la UDI, Joaquín Lavín, los delincuentes votarán por Michelle Bachelet, ya que según él los gobiernos de la Concertación han sido blandos con el crimen. Entonces promete mano dura y poner atajo al hampa. El Presidente de su partido, el senador Jovino Novoa, agregó que han denunciado reiteradamente «que los gobiernos de la Concertación no saben manejar la delincuencia». Durante su inerte campaña electoral Lavín y la UDI han machacado hasta el cansancio el tema de la puerta giratoria con la delincuencia. Ello me recuerda y me traslada al Estados Unidos de 1988, cuando Willie Horton, Michael Dukakis, George Bush padre y el delito fueron los actores centrales de la campaña presidencial de ese año.



En 1988, durante una aburrida campaña por la Casa Blanca en que los republicanos no encantaban a nadie, menos aún lo hacía el latero candidato demócrata Michael Dukakis, gobernador por Massachusetts. Así, en un ambiente de aburrimiento electoral generalizado, emergió un personaje estelar que levantó la elección y llevó al triunfo a Bush: Willie Horton.



En 1986, Horton -un maleante que cumplía cadena perpetua por homicidio en una penitenciaría de Massachusetts- recibió el beneficio de la salida dominical a que podían optar ciertos «presos modelo». Apenas salió con permiso se fugó y se mantuvo prófugo hasta abril del 87, cuando fue capturado en Maryland tras asaltar a un hombre y violar a su pareja. Fue condenado en Maryland a dos cadenas perpetuas consecutivas más 85 años.



Como gobernador de Massachusetts, y a pesar del chasco, Dukakis defendió el programa de salidas dominicales. Pero durante la campaña presidencial los republicanos, recordando el incidente, lo pusieron al centro del debate y crearon el gran argumento: Dukakis y los demócratas eran blandos con el crimen y favorecían una política de puerta giratoria en las cárceles.



El Partido Republicano llegó a grabar un aviso de TV que mostraba en fondo azul una grotesca imagen de Horton -asesino, violador y negro, más encima- con una narración tremebunda que insinuaba que votar por los demócratas y Dukakis, los blandos con el crimen, equivaldría a desatar hordas de Willie Hortons sobre una nación indefensa.



El comercial sembró el pánico en el norteamericano medio, conocido por alentar todo tipo de miedos y por el enquistado racismo que subyace en los rincones más recónditos de su psiquis.



Alentado por el éxito del aviso, la campaña de Bush propiamente tal sacó uno propio que mostraba una cárcel con puerta giratoria y tres negros y dos latinos saliendo de ella. Por cierto, lograron infundir más miedo y despertar aún más racismo en el norteamericano blanco.



El resultado mediático fue todo un éxito. De la mano de Willie Horton y de los llamados a tener mano dura con el crimen, Bush llegó a la presidencia.



La campaña de Lavín está siguiendo exactamente el mismo libreto, sin duda con la asesoría de consultores políticos norteamericanos ligados al Partido Republicano. No deja de ser algo patético que los asesores de esta empobrecida campaña hayan desempolvado añosos esquemas de campañas electorales estadounidenses anteriores al Internet y la globalización.



La próxima página del libreto dice que en la franja electoral veremos a Lavín y a la puerta giratoria, con un locutor apocalíptico anunciando que con Bachelet y la Concertación Chile quedará a merced del crimen.



En Renovación Nacional, el liberal de derecha Sebastián Piñera ya anuncia en su publicidad radial que está luchando fuertemente contra el crimen. Por su parte, el conservador senador RN Alberto Espina acusa a los jueces de ser blandos con el crimen. Aunque sigue una pauta similar, al menos RN no usa el libreto de Bush que usa la UDI.



Pero este cuento de la delincuencia como artimaña política ya es antiguo. Partió con Agustín Edwards y su fundación Paz Ciudadana, que importó desde Estados Unidos, a fardo cerrado, a «Mr. McGruff», «the Crime Dog» y su campaña «Take a bite out of crime», lo que tradujeron a la virulí como «Don Graf», «el perro policía» que invita a darle «un mordisco al crimen».



Con sus campañas, la Fundación Paz Ciudadana ayudó a fomentar una psicosis colectiva sobre una presunta percepción de criminalidad mientras las estadísticas mostraban lo contrario. También ayudó a la psicosis el «think-tank» derechista Libertad y Desarrollo, con sus majaderas encuestas sobre criminalidad.



La Concertación hace tiempo cayó en el juego. El propio Ministro de Educación, Sergio Bitar, pertenece desde hace años al Directorio de Paz Ciudadana. El discurso de mano dura contra la delincuencia es a menudo escuchado atentamente por el propio Presidente Ricardo Lagos, quien luego llama a los jueces a tener mano dura contra los criminales, exigiendo que a cierto tipo de imputados se les niegue la presunción de inocencia, y por ende la libertad condicional.



En otras palabras, todos parecen estar de acuerdo en que a ciertas personas se les debe encarcelar sin juicio previo, y que ésa es la vara que la sociedad debe establecer. Pero al hacerlo se olvidan de la ley.



La ley ordena que sea el Ministerio Público quien antes deba probar los hechos ante un panel de tres jueces, con abogados defensores que velan por el debido proceso y aseguran que se respeten los derechos fundamentales del imputado.



Pareciera ser que en medio de la locura de la campaña presidencial, los únicos preocupados por los derechos ciudadanos son el Ministerio Público y los tribunales de justicia.



Para Lavín, el crimen anda suelto por las calles haciendo de las suyas y sólo con mano dura -la suya- se le pondrá atajo. Desde atrás, Novoa enuncia que todos los gobiernos de la Concertación han sido blandos con el crimen. Si según Novoa los gobiernos democráticos son blandos con el crimen, su lógica es que en nuestra historia reciente el único tuvo mano dura con el crimen fue el dictador Augusto Pinochet (aunque las cifras y la historia digan lo contrario).



Me imagino que Lavín -quien asegura que la candidata Bachelet seguirá teniendo la misma mano blanda con el delito que han tenido los anteriores gobiernos concertacionistas- ha escuchado hablar del estado de derecho, del debido proceso, de la independencia de la justicia y de las libertades y derechos ciudadanos. Escuchándolo hablar de mano dura en su campaña estilo Bush, sólo faltan el Willie Horton chileno y una puerta giratoria en la Penitenciaría. Tendremos que esperar hasta que empiece la franja electoral, sin duda.



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Jorge Garretón es periodista y corresponsal de medios canadienses en Chile.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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