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Los padres en la educación escolar


Quisiera celebrar la incorporación de la familia y los padres como un actor relevante en el sistema educativo, a propósito del último Foro de Educación para Todos, donde se presentó una encuesta de la Fundación Futuro sobre la Participación de los Apoderados en la Educación.



Hay algunos resultados de la encuesta que demuestran ciertos hechos claros e interesantes dentro de la perspectiva de desarrollo humano:



1. Los padres parecen tener mejor opinión de la educación de sus hijos que lo que uno esperaría a partir de lo que sale en la prensa y de los tests de rendimientos (nacionales e internacionales).



2. Está instalado en el imaginario colectivo la idea de que la educación escolar es, principalmente, una vía de entrada a la universidad. Esto no deja de ser significativo en términos de una expectativa generalizada que tiene serias limitaciones y consecuencias sociales.



3. El nivel de participación de los padres en la escuela es bastante bajo. Más aun, dentro de los que declaran participar, esta participación ocurre fundamentalmente de una manera pasiva (mayoritariamente a partir de la asistencia a reuniones de apoderados).



Quisiera empezar por enfatizar todo el tema de expectativas sociales que existen en torno al tema de la educación. En esta encuesta vemos que los padres aprecian bastante la educación de sus hijos. Con los datos, trabajados en el último Informe de Desarrollo Humano de Chile, podemos afirmar que esta es una visión extendida en la sociedad. Hay una sensación de que ha habido crecientes oportunidades en el área educativa y de que esto es muy importante (73% percibe que ha habido más oportunidades para estudiar).



De hecho, la gente en general, de acuerdo a nuestro Informe del 2004, señala que la educación es la herramienta más importante para poder cumplir los propios proyectos – herramienta de empoderamiento. Entre distintas herramientas, un 47% elige la educación y le sigue el dinero con un 24% en importancia. La educación es vista como un medio de ascenso social, pero también como una fuente desde la cual se nutre la dignidad propia y la de la descendencia.



Y al hablar de descendencia, entramos a esta segunda constatación que nos entrega la encuesta que es que está instalada culturalmente la expectativa de que nuestros hijos tienen que ir a la Universidad. Expectativa que por supuesto ha aumentado dado el crecimiento de la cobertura de educación media en el país. Esto no deja de ser significativo, porque inevitablemente va a traer frustraciones a muchas familias. Ya sea porque no todos los alumnos podrán necesariamente entrar al sistema universitario o porque una vez más la calidad de la educación universitaria también está socialmente segmentada; lo que tiene una serie de consecuencias posteriores en la segmentación y oportunidades del mercado laboral.



Finalmente, para retomar el tema de la participación de los padres, quisiera señalar la importancia que se produzca una relación más fuerte de la familia con la escuela, especialmente en el ámbito pedagógico. Esto me parece muy relevante por las siguientes razones:



Por una parte, uno de los mensajes principales del capítulo de educación del Informe de Desarrollo Humano 2004, es que el ámbito de educación, también entendido desde la perspectiva del poder, involucra una serie de actores, cada uno con sus propios intereses (que no siempre coinciden).



Las distintas reformas desde los años 80 han provocado justamente la existencia de distintos núcleos de poder en el sistema que muchas veces entran en conflicto (lo que es natural y está bien), siempre y cuando existan instancias institucionalizadas de coordinación. Antes era el Estado el que cumplía ese rol, con más fuerza. Pero ahora el sistema ya no es tan centralizado y deben existir otras instancias y espacios que provoquen el diálogo entre las distintas partes, para que se pueda avanzar hacia una mayor calidad de la educación. Este foro es una de esas instancias, a nivel más micro, esperemos que los Consejos Escolares puedan cumplir esa función.



Muchos estudios han comprobado la importancia, para la calidad de los rendimientos en una escuela, de que existan, al interior de la comunidad educativa, conversaciones en torno a las metas pedagógicas (y no sólo disciplinarias o sicosociales) de la escuela. Parece de suma relevancia incorporar a los padres y apoderados en ese diálogo y darle un rol pedagógico a la familia. Los Consejos Escolares pueden cumplir un rol importante en este sentido, si se aprovechan a cabalidad.



Por otra parte, los estudios también señalan que otro factor fundamental en la calidad de una escuela (sobre todo en sectores más vulnerables) es las expectativas y prejuicios que los actores de la escuela (profesores y directivos) tienen de las familias de sus alumnos, así como de las posibilidades de que en contextos difíciles esos alumnos tengan posibilidades de aprender. Cuando esas expectativas son muy negativas, entonces los esfuerzos que se hacen son más bien de contención y no necesariamente se centran en aspectos pedagógicos, ni siquiera se hace el esfuerzo. La única manera de romper con esas preconcepciones es a través de la experiencia. Es decir, que los profesores vean que los alumnos pueden aprender y que los padres pueden adquirir y cumplir con un rol de apoyo pedagógico.



En síntesis, lo que quiero enfatizar es la importancia que juega en este ámbito todo lo que tiene que ver con expectativas y motivaciones más subjetivas de los actores involucrados. Se ve que los padres tienen una buena disposición y eso hay que aprovecharlo. Porque al final, para que un niño aprenda es esencial que esté motivado. Esa motivación es más fácil lograrla si existe buena disposición y expectativas tanto en su ámbito familiar como por el lado de la escuela y los profesores que le enseñan.





Daniela Trucco Horwitz, Socióloga y Master en Políticas Públicas del Equipo de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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