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Corrigiendo el modelo neoliberal


El Presidente de la Democracia Cristiana, Adolfo Zaldivar, ha sido perseverante en la tesis de la corrección del modelo económico neoliberal. Insistió en ello con ocasión del aniversario del triunfo del «No» y lo escribió, con su puño y letra, en El Mercurio del 17 de octubre. Zaldivar es el primer presidente de un partido de la Concertación que se propone enfrentar este difícil desafío. Esta es una tarea dura, porque hay intereses poderosos contrarios a la corrección. Los empresarios se entusiasman sólo con iniciativas que garanticen sus ganancias inmediatas; vale decir, correcciones a su favor, como bajar impuestos o flexibilizar el trabajo.



Por otra parte, son escasos los políticos que se atreven a promover cambios rectificadores al modelo por temor al poder fáctico abrumador de los grandes empresarios. A su turno, los economistas y tecnócratas neoliberales utilizan mecánicamente lo que aprendieron en Chicago u otras universidades norteamericanas para justificar el modelo, protegiendo así sus asesorías a la empresa privada y evitando enemistarse con el FMI y el Banco Mundial. Finalmente, la «gran prensa» se encarga de apoyar todo aquello que favorece la consolidación del modelo, descalificando a sus críticos, por meritorios que éstos sean.



Durante los gobiernos de la Concertación, el crecimiento y la focalización del gasto social redujeron la pobreza, pero las desigualdades y la concentración patrimonial han alcanzado una amplitud tal que no resisten el test de la ética, obstaculizan el dinamismo económico y pueden llegar a generar tensiones sociales muy graves en el mediano plazo. El grado de monopolización alcanzado por la banca, los supermercados, las farmacias y los almacenes comerciales es apabullante, lo que ha debilitado la capacidad de negociación de los trabajadores, ha colocado en condiciones de extrema vulnerabilidad a los consumidores y tiene en el suelo a los pequeños empresarios.



Según el jefe de la Iglesia chilena, los manifiestos énfasis de los gobiernos de la Concertación en el crecimiento, la macroeconomía y la internacionalización han conducido a «escandalosas desigualdades» y el próximo gobierno debiera rectificar el camino. Afirmación que contrasta con el economista Rolf Lüders, inventor del modelo, quien dijo recientemente a la revista Que Pasa, que los gobiernos de la Concertación han administrado muy bien el neoliberalismo cuestión que dificilmente hubiese logrado hacer la derecha. Consecuentemente, las preocupaciones de Adolfo Zaldivar por corregir el modelo apuntan en una dirección correcta, lo que nos obliga a reflexionar en torno a los temas que se destacan a continuación.



El sistema de salud debiera proteger y atender las enfermedades de todos los chilenos por igual, mientras el acceso a la enseñanza, desde el jardín de infantes hasta la educación superior, debiera entregar la misma calidad, independientemente de los niveles de ingresos de las familias. En este sentido, urge modificar el sistema de Isapres que se ha convertido en una estafa para los enfermos, mientras que la educación pública debiera recuperar el rol de vanguardia que la caracterizó antes de la dictadura.



Hay que replantearse el sistema previsional, que ha servido sólo para la acumulación de ganancias en las AFP. Sus altas comisiones contrastan con la indefensión de las 700.000 personas que reciben pensiones menores al salario mínimo y de las 372.000 con pensiones asistenciales de sólo $ 40.000. Con tales ingresos no se puede enfrentar una vejez digna, como tampoco la pueden tener las 450.000 personas que no tienen acceso a pensión alguna para sostenerse.



Es urgente promover el equilibrio en las relaciones de poder entre los empresarios y los trabajadores, ya que actuamente favorecen manifiestamente a los primeros. Ello demanda una nueva legislación laboral que ayude a la negociación colectiva y que garantice un sistema de inspección del trabajo, que neutralice las arbitrariedades y abusos patronales.



El desempleo persistirá si no apoyamos decididamente a los pequeños empresarios, con un acceso efectivo al crédito (en condiciones similares al gran capital) y, al mismo tiempo, que les asegure una masiva asistencia tecnológica y capacitación empresarial.



Hay que terminar con la vulnerabilidad de los pequeños agricultores y proveedores modestos de los Supermercados, a los que éstos le fijan precios monopsónicos y pagos a largo plazo por sus mercaderías. También, hay que impedir que a los consumidores modestos sean obligados por los Supermercados a comprar con tarjetas de crédito que aplican tasas de interés usureras.



Hay que terminar con la indefensión de los hogares chilenos frente a las arbitrariedades de las empresas de utilidad pública, las que envían todos los meses tarifas arbitrarias e inexplicables en las cuentas de teléfono, agua, electricidad y gas.

Es preciso establecer una institucionalidad medioambiental independiente que no se encuentre sujeta a las presiones políticas y empresariales. Sólo así se podrá asegurar la protección de los recursos naturales y del medioambiente y, además, romper esos perversos vasos comunicantes entre la política y los negocios.



Corregir el modelo exige promover actividades que ayuden a superar el énfasis productivo-exportador en recursos naturales. Cuidar y procesar estos recursos, agregándoles mayor valor, especialmente en conocimiento, es un seguro para las generaciones venideras y el pilar más sólido para mejorar el empleo, los salarios y la distribución del ingreso.



Corregir el modelo es impulsar una política regulatoria inteligente a favor del medio ambiente, los trabajadores, los consumidores y los pequeños empresarios. Y, al mismo tiempo, corregir el modelo obliga al Estado a contar con mayores recursos para enfrentar las desigualdades. Con tal propósito se requerirá, además de los recursos impositivos provenientes del crecimiento, la eliminación de las exenciones y franquicias que actualmente favorecen a los grandes empresarios y cuya aplicación correspondió a otra etapa del desarrollo de nuestro país.



Finalmente, corregir el modelo es modificar y plebiscitar una nueva Constitución que elimine el sistema binominal, los quorum parlamentarios para la aprobación de las leyes y el capítulo diecinueve que impide al Estado cumplir con su papel orientador de la actividad económica.





Roberto Pizarro. Ex ministro de Planificación, asesor de Direcon.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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