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Proyecto de ley de bosque nativo: la promesa inconclusa de Lagos


Si buscamos las palabras exactas para resumir y explicar porqué el proyecto de Ley de Bosque Nativo ha dormido 13 años en el Congreso, concordaríamos en que las expresiones más comunes son «falta de voluntad política», «intereses económicos por sobre el bosque nativo», «visiones distintas de lo que realmente significan los bosques» y «no respetar los acuerdos».



Para quienes tienen buena memoria, durante el año 1999, el entonces candidato a la presidencia, Ricardo Lagos, prometió a la ciudadanía retirar el proyecto del Senado y hacerle modificaciones sustanciales en función de un acuerdo multisectorial conformado por el Gobierno, académicos y científicos, empresas forestales, organizaciones gremiales y ambientales.



De ahí nació la Mesa Forestal, facilitada por el Ministerio de Agricultura, y donde después de dos años se logró un Protocolo de Acuerdos de ocho puntos, que en resumen contemplaba: 1. Establecer un mecanismo eficiente, simple, transparente y eficaz en la asignación de recursos para generar incentivos al manejo del bosque nativo y un tratamiento preferencial a los pequeños propietarios de bosques; 2. No abordar el tema de la sustitución de bosque nativo dentro del articulado; y 3. Evitar que el articulado disminuya la actual superficie de bosque nativo, cualquiera sea su formación, estado, y categoría.



Quien lea la actual versión se dará cuenta que lo anterior nunca se cumplió, ya que en las comisiones unidas de Agricultura y Medio Ambiente del Senado, donde actualmente se discute el proyecto, sectores como la Sociedad Nacional de Agricultura, la opinión de parlamentarios que apoyan este sector y las desafortunadas indicaciones que ha realizado el Gobierno después del protocolo, confabulan un proyecto de ley que en lo esencial:



1. No considera el concepto ecosistémico de los bosques; 2. Considera sustituir los bosques nativos, principalmente del tipo forestal esclerófilo; 3. Permite la corta de especies declaradas Monumentos Naturales, como el Alerce, la Araucaria, o el Belloto del Norte, entre otras; y 4. Considera que el beneficio para el manejo y protección de los bosques sea mediante concurso, limitando el acceso de miles de pequeños propietarios que por años han estado a la espera de considerar al bosque como un bien forestal maderable y no maderable.



Es más, considerando que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, después de evaluar el desempeño ambiental de Chile, propone dentro de sus 52 recomendaciones, «desarrollar y fortalecer aún más los marcos normativos»; que quedan cinco meses para que termine el período del presidente Ricardo Lagos donde insiste en promulgar una ley lejana al espíritu original; que existen especies forestales con problemas como el Alerce; y que los candidatos a la presidencia concuerdan que la actual versión del proyecto de ley es mala, la pregunta que cualquier ciudadano común podría hacer es porqué el gobierno del Presidente Lagos pretende obtener una ley lejana al espíritu por la cual fue concebida: recuperar, proteger, conservar y fomentar los bosques nativos.



Recientemente el Ministro de Agricultura, Jaime Campos, anunció que destinará un millón de dólares para el manejo de los bosques nativos al amparo del proyecto de ley. El monto es insuficiente pero calza perfecto cuando se tiene un proyecto de ley que permite los cuatro puntos antes señalados. Quien quiera ser cómplice de la destrucción y eliminación de una importante masa de bosques, que sepa que hoy están dadas las condiciones y la plata para hacerlo.



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* Rodrigo P. Herrera Jeno es ingeniero forestal, Coordinador Nacional Campaña Bosques Greenpeace Chile. Red Bosque Nativo.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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