Publicidad

Isabel Allende en Estados Unidos


Isabel Allende, la escritora chilena (ahora nacionalizada norteamericana) estuvo hace poco en mi universidad, aquí en Connecticut, Estados Unidos. Fue invitada por un Foro que tiene la universidad. Se trae a gente muy famosa (ocho cada año) tales como periodistas muy conocidos, escritores o escritoras de mucho renombre, científicos, ex-presidentes, alguna princesa, entre otros y otras



El acto se realiza en un ultramoderno auditórium que aloja a cerca de 800 personas. Hasta los profesores de mi universidad deben comprar una entrada (28 dólares) para asistir a su charla y luego presenciar una mesa redonda instalada en el escenario donde, al estilo televisivo, se conversa con el personaje. Todos deben pagar porque si bien el foro recibe dinero de otras fundaciones, el pago a cada invitado de lujo debe ser un cheque de varios ceros que no bajará probablemente de los diez mil dólares. De alguna manera hay que completar esa cantidad y también sacar ganancias.



Además, cosa interesante y ya sabida, principalmente viviendo en una sociedad de mercado, es que al invitado le sentaría mal si llega a saber que a nadie se le ha cobrado por ir a escucharlo o escucharla. Para algunos, nada acostumbrados a que todo se pague, comprar un «ticket» para escuchar lo que dirá un escritor o escritora, un famoso periodista, un premio Nóbel de economía, un ex-presidente, una princesa, resulta incomprensible en países de América Latina o incluso en Europa. Sería impensable que a un recital del poeta chileno Nicanor Parra en un teatro en Santiago cobraran por escucharlo. O que a los actos del reciente «Chilepoesía» vendieran entradas por la lecturas que harán los poetas.



Pero este foro también es muy al estilo de centenares de shows de la televisión norteamericana donde se invita a conversar y a pasarlo bien. Quizás por eso este foro se ha hecho muy popular en una región que está a una hora de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, una importante diferencia es que el invitado antes del «conversatorio» da una charla de 45 minutos sobre lo que ella o él desee y crea relevante (y por general siempre lo es).



La segunda parte, o la conversación en el escenario, es muy parecido a los más conocidos shows norteamericanos (los «talk shows») como el de Oprah Winfrey, el de Jay Leno, el de David Letterman, entre muchos otros, vistos cada día por millones de estadounidenses, retransmitidos por cable a distintos lugares del planeta. Es decir, si la primera parte de ese Foro constituye la presentación más intelectual del invitado pero sin llegar a ser una presentación árida sino bastante accesible a todo publico o como se dice por aquí en «plain English», la segunda está conectada a la cultura popular mediática norteamericana.



Esa segunda parte, su formato, se originó en los comienzos mismos de la televisión en EE.UU. (que a su vez se retomó de los shows de la radio) y al que ha estado acostumbrado y consume la mayoría del pueblo norteamericano a través de sus famosos shows televisivos, algunos ya desaparecidos pero que han quedado como «clásicos». Así que el Foro de mi universidad viene a ser un producto perfecto que se vende como pan caliente (o «como hotdogs en un partido de béisbol», para usar un ejemplo bien «gringo»). Es decir, en una universidad norteamericana no es difícil encontrar la combinación del «lado intelectual», «serio», de lo que ofrece un personaje importante en las artes, la ciencia, el periodismo, etc., pero sin un lenguaje incomprensible para el auditor medio, junto a la técnica del «entretenimiento masivo».



Estoy seguro que en países muchos más acostumbrados a que la «cultura letrada» sea «la alta cultura», incluir el formato de la cultura de masas resulta aún impensable. En México hubo un programa hace una década en la televisión donde el conocido escritor Carlos Monsiváis tenía un show de entrevistas por las cuales pasaron desde la cantante Gloria Trevi, el «Chavo del ocho», hasta Carlos Fuentes o el cantante Luís Miguel. Recuerdo que en Chile una importante editora me dijo hace tres años respecto a los actos culturales chilenos: «aquí somos aún bastante empaquetados para organizar actos culturales».



Lo que realmente presencié cuando vino hace unas semanas Isabel Allende y fue un éxito completo fue lo siguiente: un Foro donde se entremezcló la seriedad intelectual con la entretención masiva. Por eso no fue raro encontrarme entre la audiencia para escuchar a Isabel Allende a prominentes escritores y profesores de los departamentos de inglés, historia, ciencias políticas, arte, por ejemplo.



No sólo estaban vendidas lo 800 asientos sino que había 400 personas en una lista de espera para obtener su «ticket» de 28 dólares tal si fuera un partido final de fútbol norteamericano. Claro, Isabel Allende es ciertamente un fenómeno fuera de Chile y de eso en su propio país de origen «no se habla» mucho o casi nada porque al parecer resulta incomprensible y hasta inexplicable, a parte de inaceptable, que tengan tanto éxito planetario sus libros. Se la llama escritora «light», especialmente por aquellos/as que dudan que la actual popularidad masiva de sus libros, dentro de este mercado global, pueda tener una validez «artística».



Sobre esto último en Chile hay muchos académicos, escritores, y periodistas literarios que no quieren saber nada de lo que ella publica ni menos de lo que diga en foros públicos por el mundo. Aunque sí es cierto que en Chile la propia Universidad de Chile le concedió en 1991 un doctorado «Honoris Causa» y que en 2003 obtuvo el premio Iberoamericano de Letras Jose Donoso.



En todo caso hay unos hechos indiscutibles sobre Isabel Allende: es la única escritora latinoamericana viviendo en EE. UU. que escribe en español y a la semana siguiente su último libro está no sólo traducido al inglés sino a varias lenguas al instante. Es la única escritora en el mundo que hasta ahora ha vendido cerca de 70 millones de libros y traducida a 30 lenguas. Es la única escritora que ha recibido más honores y premios a alto nivel académico dado o por universidades o instituciones internacionales de reconocido prestigio. Es la única escritora mujer a la que se le han dedicado en vida cientos de artículos, ensayos, tesis doctorales, entrevistas, en miles de periódicos y revistas por el mundo. (ver Nota 1)



Pero hay otra cosa que Chile jamás le reconoce a Isabel Allende, por lo menos casi nunca se menciona en los medios masivos más importantes del país. Cada vez que Isabel Allende habla en alguna tribuna universitaria o en alguna institución internacional dentro o fuera de Estados Unidos ella siempre menciona Chile. Siempre da un contexto de su obra pero que a su vez es una información honesta, profunda y de amor por su país de origen.



Siempre da información sobre la brutal experiencia bajo la dictadura chilena que sufrieron miles de personas. Esta información la reciben miles y miles de personas que va a escucharla y no sólo en Estados Unidos (y también a que les firme un libro de ella) sino por otras partes del planeta. Yo la veo como una embajadora de Chile por el mundo cada vez que habla de sus propios libros.



En su venida a mi universidad Isabel Allende habló de Chile por cierto y puso un contexto, incluyendo, sin ningún tapujo, la intervención de la CIA en el golpe militar, ignorado y desconocido para cientos de mujeres norteamericanas (muchas de clase media acomodada) allí sentadas que no tenían idea de dónde había salido la historia de «La casa de los espíritus», «De amor y de sombra», «Eva Luna». Pero todos escucharon la historia, la memoria de un país, lejano allá en América del Sur, que sufrió una tragedia hace décadas atrás.



De eso no se habla en Chile. Poco o casi nada se reconoce lo que ella dice públicamente en alguna parte del mundo. Pero sí se reconoce más, y se repite hasta el cansancio, cuando son escritores y artistas hombres quienes dejan bien «puesto el nombre de Chile» por el mundo. No diré esos nombres de escritores y artistas hombres chilenos que siempre se repiten en la prensa de allá, pero no lo que dice «la chilena-norteamericana» como despectivamente la llamó un jovencito periodista de un diario chileno no hace mucho. ¿Se le llama chileno-norteamericano a Ariel Dorfman, chileno-francés a Rául Ruiz, se le llamaba chileno-francés al pintor Roberto Matta, o chileno-canadiense a tal poeta, cineasta, etc?



Luego de terminada su charla en aquel Foro, donde también vertió su humor que para la audiencia «norteamericana» resulta bastante diferente, un poco exótico, quizás lo llaman el «humor latino»; y luego el conversatorio al estilo de los shows televisivos norteamericanos, agradando a toda la audiencia sin excepción, en la entrada del auditorio comenzó a firmar libros. Hubo una cola largísima. Allí me puse yo a la fila para saludarla. Le agradecí honestamente su venida y luego nos despedimos con un beso en la mejilla. Detrás de mí seguía la cola (la mayoría mujeres) para que les firmara los libros de su autora favorita: la escritora chilena Isabel Allende.



Nota 1: Pueden verse en este sitio todos los premios que Isabel Allende ha recibido por el mundo.
http://www.isabelallendefoundation.org/espanol/about_isabel.html




———————————————————-



*Javier Campos. Es escritor chileno. Reside en EE.UU. Académico en la Universidad jesuita de Fairfield, Connecticut.














  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias