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La feria de los personajes criollos


Con los medios de comunicación actuales tan activos, escritos y audiovisuales, ha comenzado a develarse una verdadera fauna de personajes chilenos. Todos tienen en común una vocación mediática desbordada. No importa si hay que hacer una declaración pública, conseguirse una entrevista, ejercer de «comunicador» o traficar con su intimidad. El asunto es estar ojalá en primera plana. Y como toda peste, ésta también es sumamente contagiosa. No respeta instituciones, personeros ni jerarquías. Todos quieren hacer su «numerito».



Personalmente lamento todos los días como actor que en Chile no se haya cultivado La Commedia dell´Arte. Ya saben, ese arte de la improvisación que los actores crearon en Italia durante el Renacimiento en el cual los cómicos montados en escenarios de feria representaban con sarcástica agudeza las picardías y embustes de los personajes públicos de la época.



Entre paréntesis: en Chile se publicó durante años una revista llamada Topaze que se reía fundamentalmente de los políticos. Pero hoy la feria se ha ampliado muchísimo.

De verdad lamento no poder jugar en este período de manera sostenida con las actitudes, discursos y declaraciones que se hacen en la feria mediática – «revolcaos como un merengue», dice el tango -, y estoy seguro que muchos de mis colegas actores y actrices también deben tener la tentación de retomar el juego de máscaras, con la incisiva intención de preservar nuestra conciencia crítica como pueblo.



Se observa tal complacencia eufemística en los diversos hablantes públicos; es tal el regusto de cómo se explayan en tecnicismos unos; en opiniones variadas otros; en promesas o golpes de pecho los de más allá; traficando con su intimidad los que van cuesta abajo, que pareciera que vivimos en un país de fantasía.



Y sin duda estos portavoces de la autocomplacencia en general, tienen un estatus socioeconómico que efectivamente los hace habitantes de la fantasía o del Dorado para ponernos más criollos. Aunque debajo de la ilusión de El Dorado viva una masa marginada de todos los tesoros. Masa que hoy por hoy no tiene voz ni presencia en la feria, excepto en días de temporales o para darle la mano al candidato. En el mejor de los casos para llenar la crónica roja.



La dramaturgia nacional no ha logrado ponerse a tono con la desbordada vocación mediática de estos personajes criollos. Tal vez incluso no le corresponda. Fueron los cómicos, los actores, los que crearon la Commedia dell´Arte. De modo que a los actores chilenos nos corresponde recoger la antorcha dejada por nuestros colegas italianos y tantos otros, con la misma inmediatez que aquellos lo hicieron. Y claro, ojalá con el mismo ingenio y agudeza. Nosotros deberíamos ocuparnos una vez más de este nuevo ser mediático que se ha desarrollado al interior del largo tren chileno, con vagones de primerísima clase, de primera, de segunda, tercera y hasta de cuarta clase si nos ponemos regodeones.



Temas hay para todos los gustos. Y géneros a discreción: muchos trágicos, dramáticos, pero también otros tantos cómicos hasta lo grotesco; vaudevilles a montón, sainetes; farsas para qué decir, etc.



Los posibles personajes de la Commedia – masculinos y femeninos para el caso – que aparecen cada día en los diarios y en la televisión, a veces ellos mismos escriben o describen la escena, lista para ser representada. Y lógicamente esos personajes favoritos también aparecen en potencia cuando leemos los textos de nuestra historia nacional que, dicho sea de paso, no comenzó ni con la Unidad Popular ni con Pinochet y mucho menos con la Concertación (que a veces lo pareciera).



Quién sabe si los actores dando dos pasos hacia atrás para observar a estos feriantes criollos con la necesaria subjetividad creativa, podríamos desarrollar nuestra propia galería de arquetipos, incorporándolos al parámetro cultural nacional, con ese con el cual inconscientemente todos nos medimos a diario.



Sería mucho más beneficioso y entretenido que los chilenos nos midiéramos con los personajes de la feria convertidos en parámetros estéticos, que idiotizándonos diariamente con el discurso literal de muchos de los protagonistas que en nuestro país hacen noticia.



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Nelson Villagra, es actor chileno. Reside en Montreal, Canadá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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