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Atentados en Jordania: Conflicto de Irak se expande en la región


Se perforó un blindaje en inteligencia que había mantenido a Jordania y a Amman, su capital, en particular, fuera del circuito de los atentados, por casi todo el período desde la ocupación. No podía ser de otra forma porque en la práctica, Jordania se había transformado en una base de apoyo a la ocupación. Con estos atentados, algunos piensan, esta situación cambió, no radicalmente pero sí por un tiempo hasta que se recupere la confianza y se reinstale un aparato de inteligencia que ha quedado dañado.



Así, se le ha asestado un duro golpe a un país que -hasta entonces- prácticamente funcionaba en medio de una tregua entre las partes con un rol clave en varias facetas: operaciones militares, principalmente de inteligencia, y al mismo tiempo base proveedora de bienes. También se consolidó como un lugar de encuentro para agencias internacionales, y la amplia gama de consorcios que participan en la rehabilitación de Irak. Se especula que Amman no volverá a ser lo mismo que antes.



Había una especie de acuerdo tácito entre resistencia y ocupación de que Amman no se tocaba porque ofrecía el espacio de tregua para ambas partes: ocupación y resistencia. En Amman y Jordania hay más de un millón de iraquíes, sin contar los que circulan entre los dos países. Además de que por la cantidad de negocios en manos de iraquíes en el país vecino y la inestabilidad en Irak, Jordania funciona como «una extensión pacífica» de Irak.



Las primeras indagaciones muestran evidencia fragmentadas y deshilvanadas. La conclusión inicial es que se trata de suicidas aislados desprovistos de vínculos estructurales con redes conocidas. Aún así se le adjudica a Al Zarqawi y fracciones de Al Queda, como muchos otros atentados en Irak, pero en la base, se continúa esquivando el diagnóstico inaceptable para los que ocupan y gobiernan: el rechazo a la ocupación es generalizado y aumenta, a pesar de la Constitución recientemente promulgada y que se esté a punto de celebrar elecciones.



Lo más grave es que Naciones Unidas, particularmente el Consejo de Seguridad, sabiendo de una resistencia en aumento, no cambia su postura de apoyar lo que hay: un Gobierno en transición con pocas posibilidades de transformarse en un gobierno legítimo que establezca la concordia.



Política internacional y competencia por el botín



Otras aristas también se desprenden de los atentados.



La primera: la expansión y la prolongación del conflicto, cuestión que favorece plenamente la política exterior actual de la Casa Blanca en la zona, que incluye cambios de regímenes en Irán y Siria, con invasiones tipo Irak o intervenciones rápidas tipo los bombardeos de Israel a El Líbano de hace un par de décadas. Para los actuales planes de la Casa Blanca, la expansión del conflicto a Jordania es funcional, aunque aparezca desproporcionado admitirlo.



A pesar de los desmentidos variados del Ministro de Relaciones Exteriores británico Jack Straw de que intervenciones a Irán y supuestamente Siria, no están en la mesa de discusión – para el Reino Unido- el plan de permanencia de una década cada día adquiere más cuerpo en el tiempo por la prolongación y crecimiento de la insurgencia. Muchos focos de tensión se han traslado a la frontera con Siria. Algunas fuentes señalan que los planes para invadir Siria son contingentes, no son de futuro



La segunda, la intensa competencia comercial y financiera entre el capital local iraquí, jordano, libanés, sirio e iraní, y las capacidades de las compañías de estos países para competir con las compañías estadounidenses principalmente.



Según Mohammed Mohammed, un ingeniero jordano entrevistado por quien esto escribe «La lucha es despiadada. Se veía venir antes de la invasión. El plan de ‘ocupación número 2’ correspondía a hacerse cargo de la cantidad de millones de dólares que comenzarían a fluir una vez que el Consejo de Seguridad implementara pasos hacia la estabilización, como han sido los gobiernos provisionales y la Constitución, que aun no le ha dado ni estabilidad al país, y menos seguridad».



Detrás de todo hay una danza de billones de dólares en contratos asociados al petróleo y a la escalada por la seguridad en torno a la guerra prolongada en Irak y en la región.



Los últimos atentados en Amman, una ciudad que se preciaba de disponer de los mejores dispositivos de inteligencia para prevenir atentados, entregan una señal incómoda de la capacidad de esos mismos servicios, pero también al Consejo de Seguridad de la ONU que no se hace cargo de una situación de rechazo a la ocupación que se expande, no sólo en el plano político, sino en el financiero. «Ahora son los dineros los que complican», nos señala una fuente. «Peligrosamente el Consejo de Seguridad de la ONU, los que forman el núcleo duro con poder de veto, y el grupo ampliado, que actúa como subrogantes de los poderes mayores, se coluden con los altos intereses en la zona, y desarrollan su accionar con el sigilo de un órgano que tiene compromisos políticos para proteger esos intereses», agrega.



El atentado fue dirigido al corazón neurálgico del ir y venir de compañías de contratistas pero también de servicios de seguridad e inteligencia que se han instalado en Amman en grandes cantidades, porque Irak no garantiza seguridad.



Los cuarteles generales se han trasladado a Amman, y en la medida que muchas operaciones, como había sido hasta el momento, sean dirigidas desde Amman hacia Irak, es más que probable que se reproduzcan los focos de violencia en Jordania.



Amman, desde el minuto uno en que Bush y Blair decidieron invadir Irak – a mediados de 2002- y después buscar la justificación, según el best seller del ex embajador del Reino Unido en Washington, Christopher Meyer, «Washington DC», se convirtió en una base estadounidense e israelí, sobre todo en operaciones de inteligencia para apoyar la «Operación Libertad», como se llamó inicialmente a la invasión a Irak.



Lo que hizo supuestamente Zarqawi, «porque hasta ahora son suicidas actuando fuera de redes, sino actuando en solitario», como lo señala Louis Capproli, especialista francés de antiterrorismo a la Agence France Press, es más que una advertencia. Es parte de una planificación avanzada del conflicto en el futuro. Amman es el centro de la inteligencia israelí que apoya a las operaciones en Irak y en Siria. Éste ya no está en El Líbano donde los israelíes han perdido terreno político por los años de la presencia siria. En cambio, en Jordania se había producido una consolidación de los israelíes a través de la estrecha alianza del gobierno jordano con los EEUU.



No obstante, hay un dato no menor: casi la mitad de la población en Jordania es de origen palestino, y buena parte del contingente militar intermedio y del recurso humano de la estructura de servicios también es de origen palestino. En la base del tejido social, el país es un virtual polvorín que había sido por décadas manejado con mucha habilidad política por el Rey Hussein, padre del actual Rey Abdullah. La política de una estrecha alianza con los EEUU, en una población que ha rechazado de base la invasión a Irak, está poniendo en jaque las habilidades políticas del actual Jefe de Estado jordano.



Un funcionario internacional, disconforme con la actitud de las Naciones Unidas en la zona, señala que «Irak es el centro, pero que la tensión se ha desplazado y los brotes de violencia extrema se harán sentir en otros países» Según él, gran parte de la responsabilidad es del Consejo de Seguridad de la ONU, que no tiene un diseño de contención de los planes unilaterales de los Estados Unidos. Según este funcionario, con años en la región, todo depende del apoyo de Inglaterra a las futuras incursiones militares estadounidenses en otros países.



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Juan Francisco Coloane es analista internacional

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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