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El fondo y los trasfondos de un diferendo magrebí (I)


Lejos de ceder a la tentación de un análisis polémico sobre los planes histórico, jurídico y político de la cuestión del Sahara, contentémonos de aportar un esclarecimiento objetivo sobre este asunto por hechos simples, averiguables a la vez indiscutibles e ineludibles.



Es así que partiendo de la veracidad de los hechos, de los testimonios y de las situaciones en el terreno, el propósito del presente artículo es desenmascarar a los que, inclinándose, como es su costumbre, hacia la desinformación, creen que sería bueno intentar otra vez, usar de la manipulación y de la falsificación de los hechos para lograr sus propósitos que carecen de cualquier tipo de legitimidad.



En primer lugar es necesario subrayar que una lectura detenida y objetiva en la larga historia diplomática de Marruecos arrojará, sin lugar a duda, que uno de los principios sacrosantos de su política exterior ha sido, desde siempre, la no ingerencia en asuntos internos de otros países, menos aún cuando se trata de grandes países amigos conocidos en el escenario internacional por su espíritu de justicia, su racionalidad, y su participación activa en el sistema de Naciones Unidas.



Pretender que al exponer ante sus socios, su visión, su posición y sus argumentos en lo que concierne su integridad territorial, su soberanía y su unidad nacional, Marruecos estaría inmiscuyéndose en los asuntos internos de otro país soberano y amigo es el colmo del populismo barato, de la voluntad premeditada y enfermiza de manipulación y de la incoherencia total, absoluta y absurda.



1-Cuestión del Sahara: Génesis, mentiras y falsificaciones




Para poder valorar en justa medida los diferentes elementos concretos de este conflicto, no se debe perder de vista el tema en su conjunto.
Los nacionalistas argelinos, durante la guerra de liberación, reclamaron la incorporación de los territorios saharianos y los restantes territorios del Sur a Argelia, lo que Francia les concedió.



Por su parte, los nacionalistas marroquíes reclamaban, desde hace tiempo, los territorios saharianos ocupados por España, la zona de Cabo Juby y la del Sahara Español, como parte integrante de Marruecos. Pero a la hora de negociar la independencia, y contrariamente a lo que hizo Francia, la España Franquista prefirió hacerlo solo en la Zona Norte del Protectorado, conservando los territorios de Ifni, Tarfaya, la Saquiat el Hamra y el Río de Oro (Sahara Occidental), aún a riesgo de la guerra que hubo que soportar, en 1957, contra el Ejercito de Liberación Marroquí y que le obligó a devolver Tarfaya en 1958, consiguiendo un plazo para prolongar su control del Sahara Occidental.



Múltiples historiadores y analistas españoles han concluido que el Sahara Occidental debió incorporarse a Marruecos en 1958 después de la Guerra de Ifni como se hizo con la zona contigua de Tarfaya. Pero no se hizo así por presiones de Carrero Blanco, y lo que vino a continuación fue un cúmulo de errores políticos. Se planteaba además en las mismas análisis que la deuda que España contrajo con el Sahara y los Saharauis fue la de no haber sabido preparar su incorporación a Marruecos en el momento de la descolonización.



Por otro lado, cabe recordar lo que escribió un General español y historiador militar como Ramón Salas Larrazabal en «El Protectorado de España en Marruecos», editorial Mapfre, Madrid 1992:



«Nos equivocamos sin duda, al pretender prolongar en el Sahara, una presencia que era ya enojosa. Debimos aceptar la sugerencia de Eisenhower de mayo 1956 y entregar a Marruecos toda nuestra África Occidental. Si cuando las BAL se infiltraron en la entonces AOE, antes de la provincialización, hubiéramos aprovechado para retirarnos, el problema del Sahara no existiría porque jamás se habría planteado, y si no nos hubiéramos empeñado en crear un Estado autónomo satélite, el POLISARIO permanecería inédito».



Además, para Franco, el africanista, que fue siempre mezquino con Marruecos, y no quiso imaginar otra solución que uniera los territorios del Sahara a sus vecinos marroquíes, descolonización era sinónimo de comunismo y Carrero Blanco, encargado de los asuntos coloniales, veía los nacionalistas marroquíes como un instrumento de Moscú. De allí esta estrategia franquista de alejar lo más posible al Sahara y a los saharauis del contacto natural con Marruecos.



La guerra de 1957 era el detonante de la provincialización del Sahara e Ifni. Una apuesta contra la historia y el buen sentido.



Con Ifni pasó lo ineluctable, su plena integración a Marruecos en 1969. Con el Sahara se siguió un proceso turbio que generó un impasse de 30 años y sirvió a alimentar en algunos círculos izquierdistas el sueño ingenuo de una independencia de diseño. Esta situación fue derivada del no haber optado a tiempo por una negociación inteligente, que hubiera permitido de preparar bien el futuro del territorio y de sus habitantes, en armonía natural con Marruecos, por lo cual no faltaban razones geográficas, étnicas y históricas.



Los que dicen que el POLISARIO nació como una forma de luchar contra la dictadura de Franco han sido totalmente engañados, o no querían, echar una mirada, ni siquiera por curiosidad intelectual, en la historia de esta época, para darse cuenta que fue la administración española franquista la que trabajó con las élites del Sahara para alejarles de todo proyecto común con los vecinos, incluso enemistarlos, fomentando la idea de un territorio aparte, con personalidad propia, sin vinculo alguno con el entorno, y que entraba en el proyecto del Generalísimo Franco y del Almirante Carrera, que preveía de fabricar un nuevo país, que mantuviera lazos especiales con la metrópoli. La misión de la Dirección General de Marruecos y Colonias para estudiar el Sahara, entra dentro de este proyecto de construcción de una identidad política y de la búsqueda de sus mitos fundadores.



De todas maneras, al final, la verdad siempre se impone y se impondrá a pesar de las campañas de propaganda del POLISARIO y de sus tutores, que han alcanzado proporciones fantásticas y donde se repiten las mentiras y las fabulaciones de este grupo de guerrilleros, que pretenden representar en solitario al pueblo saharaui y que están tratando de conseguir apoyos internacionales, gracias a la maña de la diplomacia argelina y a la simpatía que pueda despertar una causa romántica que convierte al saharaui en una nueva versión edulcorada del «buen salvaje».



Es importante seguir denunciando las amalgamas y la desnaturalización de la veracidad de los datos, que marcan el discurso del POLISARIO y que pretenden con algunos retoques oportunistas a dimensión variable según las regiones, los países y el tipo de interlocutores que tratan de convencer, para forzar un reconocimiento internacional que carece de toda base legítima o histórica.



Se pretende que «Marruecos ocupó militarmente a otro país africano» ¿De que país se está hablando? ¿Cuándo existió este país? ¿Cuáles eran sus fronteras?



Sería interesante retomar el análisis del politólogo A. Maghraui, profesor de las Universidades de Georgetown y de Michigan, y Profesor visitante en la Universidad de Princeton, en Política Exterior n°88, julio -Agosto de 2002:



«Antes de la colonización europea de 1912, la autoridad de los sultanes marroquíes no se extendía, uniforme y consistentemente, a todos los territorios que ellos consideraban bajo su soberanía. Sin embargo, esa inconsistencia no implicaba que la autoridad de los sultanes fuese ignorada o rechazada. Algunas tribus juraban lealtad al Sultán y aceptaban su autoridad secular y religiosa; daban su aquiescencia al representante del Sultán llamado Caíd; proveían de soldados a su ejercito, combatían a los invasores extranjeros y pronunciaban en las mezquitas los sermones de los viernes en su nombre; mientras algunas tribus aceptaban la autoridad religiosa y secular del Sultán, había también tribus disidentes que rechazaban a los representantes del Sultán y el pago de tributos, pero sin poner nunca en cuestión su autoridad religiosa. Es decir que los sermones de los viernes en las mezquitas, y la resistencia a los invasores se realizaban en nombre del Sultán. La disidencia era más una demanda de autonomía para proteger la riqueza local, que un rechazo absoluto a la autoridad del Sultán. En el Marruecos pre-colonial, la disidencia rara vez era- si es que alguna vez lo era- una guerra abierta contra el ejército del Sultán; las disputas se resolvían a través de negociaciones pacíficas y transacciones.



La desigual e inconsistente extensión de la autoridad del sultán no está relacionada con la proximidad al centro del poder. Contraria a la visión prevaleciente entre los oponentes a la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental, la contestación a la autoridad del Sultán no aumentaba a medida que uno se movía del norte al sur del país; el caso era más bien el opuesto. Gracias a una geografía favorable, por ejemplo, las tribus del Atlas Medio y de las montañas del AntiAtlas del Norte fueron capaces de sostener una disidencia exitosa, a pesar de que estaban cerca de las ciudades imperiales de Fez, Meknes y Marrakech. Por su parte, en los lejanos pero planos territorios del Tafilalelt y del Sahara, en el Sur, había más cooperación que resistencia.



¿Cuál era la naturaleza de la soberanía del Sultán marroquí en el Sahara occidental? De Mulay Rashid 1688 a Mulay Abdelhafid 1911, los sultanes marroquíes fueron capaces de establecer su autoridad en regiones remotas del Sahara, donde designaban a representantes oficiales, Caíd y Chiuk, por medio de decretos reales llamados Dahir. Muchas tribus rindieron juramento de pleitesía al Sultán (Beía). Entre las poblaciones nómadas, estas manifestaciones de soberanía no se podían obtener en todas partes. Pero, ese era también el caso del Norte, dónde el acceso era difícil.



Así, en 1675, Mulay Rashid envió expediciones a lugares tan lejanos como las fronteras con la actual Mauritania para establecer su autoridad. Hacía 1676, los gobernadores y los Caíd, ya eran nombrados para administrar ciertas tribus sedentarias alrededor de los oasis, rutas comerciales, pueblos mercantiles y puestos comerciales a lo largo de la costa atlántica. Bajo, los posteriores sultanes, las campañas de pacificación, se intensificaron, al igual que las visitas a los territorios saharui para reunirse con los líderes de sus principales tribus.



Si bien los sultanes asumían su incapacidad para controlar las zonas disidentes, nunca renunciaron a su soberanía. El majzen, aparato administrativo del Sultán en el Marruecos precolonial, aunque rudimentario, tenía una idea muy precisa sobre los límites de su soberanía territorial. Cuando se producían intrusiones de estados extranjeros o malos tratos por parte de la administración colonial, los habitantes informaban inmediatamente al Sultán, que a su vez protestaba ante las potencias europeas.



Eso fue lo que sucedió en 1887, en el Sahara Occidental, por el caso de Touat, en 1901 por Tarfaya y 1905 por Adrar. A la inversa, donde no se extendía la soberanía marroquí como en la vecina Argelia, los sultanes rechazaban el juramento de pleitesía de las poblaciones locales. Ese fue el caso del Sultán Mulay Suleimán, que a finales del siglo XVIII, declinó el juramento de lealtad de la ciudad de Oran en la Argelia actual, después de una revuelta anti-otomana.





















Las tribus saharauis percibieron desde entonces a la autoridad de los sultanes del mismo modo que las tribus del norte de Marruecos. La autoridad del Sultán con frecuencia causaba resentimientos y resistencia para mantener la autonomía local, pero, al mismo tiempo, se la buscaba para pedir protección contra tribus hostiles o invasores extranjeros y, en último término se la reconocía por medio de negociaciones y transacciones cuando era conveniente. La autoridad del Sultán no encontraba una oposición firme ni tampoco se la veía, como una fuerza extraña y invasora. La literatura colonial ha exagerado y deformado la naturaleza de la dicotomía Estado-Tribus para justificar el Protectorado; y las investigaciones históricas recientes han desacreditado la imagen de una interminable anarquía en el Marruecos precolonial.



La similitud entre las formas de soberanía del sultanado con las tribus del norte y del sur, no es coincidencia, en tanto que existían fuertes lazos culturales, comerciales y sociales entre el norte y el sur. Las mayores federaciones tribales saharaui están vinculadas al Norte a través de órdenes sufíes, mercados regionales y ferias anuales. La mayor tribu saharaui la Reguibat, reclama su afiliación con un Santo marroquí Mulay Abdessalam Ben M’chich quién vivió en Tetuán. Otra gran tribu saharaui, la nómada Aďt Lahcen esta ligada a la sedentaria fraternidad Aďt Lahcen.



Como las tribus norteñas, algunas saharauis rendían pleitesía a los sultanes marroquíes y suministraban tropas a su ejército. Cuando Hasan I nombro al jeque Maa al-Aynain, líder tribal saharaui, y académico religioso, su representante en el Sahara, en 1887, delegó en el la autoridad para reclutar tropas, pacificar tribus en guerra, administrar el territorio, y repeler las incursiones europeas, todo en nombre del Sultán. La naturaleza de la relación entre Mae El Ainine con otros dos sultanes marroquíes fue característica de las relaciones de soberanía con los jefes locales, bajo la actual dinastía alaui en los siglos XVIII y XIX. Los jefes locales disfrutaban de un amplio margen de autonomía, pero siempre en nombre del Sultán por la que se emprendía la resistencia contra invasores extranjeros.



Esas reivindicaciones de soberanía territorial, basadas en nociones jurídicas particulares y relaciones de autoridad entre Estados y Tribus, han demostrado ser un enigma para el Tribunal de La Haya. Los internacionalistas simplemente no sabían como interpretar estas reclamaciones. Cuando el Tribunal dio una opinión consultativa en octubre de 1975, reconoció el vínculo jurídico tradicional con la soberanía tradicional. Esa opinión es cuestionable porque evalúa la autoridad de la estructura estatal premoderna sobre la base de nuevos mecanismos de soberanía como registros tributarios, distritos electorales o moneda nacional. Según esa interpretación de la soberanía, la mayoría de las provincias marroquíes actuales serían consideradas anexiones ilegales e incluso, el Estado marroquí sería considerado ilegítimo.»

Es claro que antes de la recuperación del ex Sahara español por Marruecos en 1975, no existía en el territorio ninguna entidad que tenía cualquier índole estatal. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) sostuvo que los vínculos legales de lealtad, entre los sultanes marroquíes y las tribus saharauis existían, pero si se interpretara que fuesen insuficientes para conceder soberanía a Marruecos, ya todo el Estado marroquí sería, como se ha dicho, ilegítimo. Si fuésemos a desestimar las relaciones personales como una forma de autoridad, ninguna provincia de Marruecos sería considerada una entidad legítima. De hecho, ningún Estado en Oriente Próximo o en el norte de África, así como muchos otros países no occidentales, serían calificados como entidades políticas legítimas.



Para evaluar las reclamaciones marroquíes sobre el Sahara Occidental, es importante aclarar que, incluso si el valor jurídico, y el estatuto de las mismas pueden ser contestados, no son arbitrarias ni ilegales. Si aplicásemos los principios del Derecho Internacional a procesos de formación e integración nacional durante los siglos XVI y XVII, entonces España, Francia e Inglaterra sería considerados Estados ilegítimos.









La historia política de Marruecos desde al menos el siglo XVI, con el advenimiento de la dinastía Alaui, hasta la colonización del siglo XIX, ha seguido un patrón similar al proceso de formación de Estados Nacionales en Europa Occidental.



El juramento de obediencia a los sultanes marroquíes, todavía en vigor, los sermones de los viernes en las mezquitas en nombre de los sultanes, todavía en vigor, las formas religiosas de tributación, todavía en vigor, pueden parecer en el ojo occidental, prácticas extrañas, incluso excéntricas o estrafalarias. Sin embargo, si se las rechaza como un fundamento de soberanía, ninguna de las regiones de Marruecos podría considerarse parte legítima del país.



De hecho algunas poblaciones más que los saharauis, que tienen una clara historia de resistencia a la autoridad de los sultanes podrían esgrimir una argumentación más sólida para defender su autodeterminación e independencia.



Ahora bien, en la cuestión del Sahara, las únicas entidades estatales que se oponían, eran España (potencia colonial) y Marruecos (país bajo Protectorado español, francés e internacional que nunca perdió su soberanía tradicional sobre todos sus territorios).



De este modo, rematando su integridad territorial con la recuperación del Sahara atlántico, en virtud de los Acuerdos firmados con la antigua potencia colonial y prevaleciéndose de la voluntad manifestada de la Jemí¢a (Asamblea local saharaui), Marruecos estima que el proceso de descolonización del territorio del Sahara ya, ha terminado conforme a las reglas y normas del Derecho Internacional. Marruecos no es una potencia colonial y el POLISARIO no es un movimiento de liberación nacional, calidad que le fue negada tanto por la OUA, como por la ONU.



Entre las falacias del polisario, sus tutores y sus defensores, la pretensión según la cual no hubo ningún tipo de lucha armada en contra del colonizador español en el Sahara. Esta afirmación es ciertamente válida en el caso del polisario, que no tiró ni una sola bala en contra del ocupante español. En el caso de Marruecos, es de notoriedad pública que el Ejército Marroquí de Liberación Nacional se rehusó a depositar las armas con la independencia parcial de Marruecos en 1956 y trasladó sus actividades de lucha contra la ocupación española hacia el sur del país y precisamente hacia la colonia ocupada por España. Es a partir de este momento, que Franco decidió fomentar entre las elites del Sahara, que no albergaban sentimientos nacionalistas propios, una hostilidad hacia Marruecos.



Los gobiernos francés y español organizaron entonces, en 1958 (a sólo dos años después del fin de la colonización francesa en el Centro y de la española en el Norte) una operación militar común, en Ifni y en el Sahara, conocida en Francia bajo el código ŤOpération EcouvillonÅ¥.



Según varios historiadores y conforme a testimonios aportados por sus mismos autores, esa operación militar, dio lugar a un masivo movimiento de éxodo de las poblaciones en el cual más de cuarenta mil saharauís huyeron hacia el Norte.

No se puede ocultar, contrariamente a las alegaciones del Polisario, un hecho histórico indiscutible, a saber que los combatientes perseguidos por dos ejércitos, utilizando también la aviación, no podían ir sino al norte, porque no tenían otra opción. Y con razón: en el Sur, Mauritania no estaba aún independiente y tampoco lo estaba Argelia en el Este.



La más grande proporción de jóvenes saharaui fue acogida en las Universidades marroquíes, y muchos de ellos militaron dentro del movimiento nacionalista o progresista marroquí. Entre ellos, el propio Mustafa Sayed El Uali, fundador del Polisario, instrumentalizado más tarde por Argelia, y que militó en el Partido Comunista marroquí antes de colaborar en un periódico del Partido Socialista, y de vincularse con la extrema izquierda marxista leninista marroquí.



Algunos defensores del polisario alegan también el hecho de que el Sahara Occidental no aparece en ningún mapa reconocido como parte de Marruecos. Pues, tampoco aparece reconocido como perteneciente a una «república» que se llamaría «república árabe saharauí democrática».



Estos mismos «defensores», se dejan a veces llevar e incluso se hacen partícipes de la misma campaña manipuladora y de propaganda. A este respecto, bastaría con señalar la mentira grotesca según la cual el polisario controlaría el tercio del territorio del Sahara, dispondría de una población y ejercería poderes soberanos sobre dicho territorio. He de precisar que los llamados, por el Polisario, «territorios liberados» son en realidad la «Zona Tampón» o no man’s land establecido por la ONU después del Acuerdo de Cese el fuego, de 1991. Al crear aquella zona, el Organismo Internacional tenía como objetivo evitar un eventual enfrentamiento entre dos Estados miembros de la ONU, Argelia y Marruecos.







El observador, en general, o el lector avisado, en particular, está intrigado de ver casi siempre los periódicos argelinos poner las informaciones provenientes de Tindúf (que es parte del territorio argelino), en la rúbrica ŤMundo Å¥, ŤInternacionalÅ¥ o Ť Exterior Å¥, y constata regularmente que la prensa internacional cita a Tinduf como siendo la sede del polisario y la capital de la rasd autoproclamada, en territorio argelino, donde son secuestrados numerosos saharauis, cercados por la seguridad militar argelina, única fuerza de control del territorio argelino.



¿Cómo los medios de comunicación argelinos consideran a Tinduf como un territorio extranjero cuando Tinduf, es una provincia integral del Estado argelino de acuerdo al Derecho Internacional?.

¿Será que Argelia quiere deshacerse de su responsabilidad por lo que está ocurriendo dentro de su territorio, en estos campos de Tinduf en el territorio ARGELINO, donde se encuentran miles de secuestrados que nunca han podido ser censados por el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados)?



A este respecto, es de señalar que el Comité Ejecutivo del ACNUR, en su reciente Nota, del 05 de octubre de 2005, relativa a la situación de las poblaciones presentadas como ŤrefugiadasÅ¥ en Tinduf, se compromete en ir adelante con sus esfuerzos para que sea efectuado un censo global, que establezca la verdad sobre su número exacto, y que haga la luz sobre los orígenes de las millares de personas en los campos de Lahmada-Tinduf- Argelia-.



En dicho documento se recuerda que varias solicitudes oficiales, en este sentido, han sido enviadas en vano, en 1977, 2001, 2003 y 2005 a Argelia, sobre cuyo territorio ocurren las violaciones. El ACNUR refuta el argumento argelino según el cual un censo conforme a legalidad internacional debe depender del arreglo definitivo del conflicto, dando como ejemplo el millón de refugiados afganos y africanos que volvieron a sus países recién en 2005, sin que su vuelta fuese tributaria del aspecto político, conformemente a las Convenciones del Derecho Internacional Humanitario, a las cuales Argelia adhirió. ¿Hasta cuando Tindúf seguirá haciendo la excepción?



De todas formas, tanto Argelia como sus protegidos ya tienen un largo prontuario en este aspecto manteniendo en detención, por más de veinticinco años, en condiciones contrarias a todos los valores y principios humanos y a todos los requisitos del derecho internacional humanitario, a centenares de detenidos marroquíes para usarlos como medio de presión, (Ver al respecto el informe de la ONG France-Liberté de 2003, intitulado: LAS CONDICIONES DE DETENCION DE LOS PRISIONEROS DE GUERRA MARROQUÍ DETENIDOS EN TINDUF -ARGELIA- Ver también el informe reciente de la ONG americana US Comittee For Refugees).



Es notorio que Organizaciones No-Gubernamentales y Organismos Internacionales de la ONU (ACNUR, PAM, etc.Â…) quedan privadas de todo mecanismo de control o de vigilancia de la destinación de las ayudas humanitarias. Ayudas que muchos observadores y representantes de organismos internacionales pudieron percibir en los mercados de contrabando de las fronteras argelinas con Mauritania y con Malí.



Muchas ONG consideran las poblaciones «refugiadas» de Tinduf como las únicas en el mundo en ser prohibidas del censo, de la libre circulación y de la repatriación libremente consentida por el país de asilo. Por ello, se trata de secuestrados y no de refugiados en los campos de Tinduf. A pesar de las dificultades y de la severa vigilancia de los servicios de seguridad argelinos, hasta ahora más de 7000 saharauis escaparon de los campos y volvieron a Marruecos. Entre ellos, se cuenta con miembros fundadores del Polisario, Ministros, ex -representantes en Europa y otros países del mundo, oficiales militares y de seguridad por citar algunos:
-Ayub Lahbib, ex -jefe militar y ex -vice primer ministro de la RASD;
– Omar Hadrami, co -fundador del Polisario y ex -responsable de la Seguridad militar.
– Brahim Hakim, ex -primer canciller de la RASD
-Señora Gajmula Bent Abbi, ex -deportada a Cuba y ex -presidenta de la Unión de mujeres saharaui.
-Mustafa Barazani, co -fundador del Polisario, y ex -representante del Polisario en Europa y en América del Sur.
– Hammati Rabbani, ex -ministro de justicia y de asuntos religiosos de la RASD.



No hay ningún Movimiento de Liberación Nacional en el mundo, que haya visto más de la mitad de sus miembros fundadores huir, abandonando los supuestos principios que han defendido, aparentemente sin convicción.



Los que conocen las distintas facetas de la cuestión del Sahara saben que la mayoría de los saharauís viven en el Sahara marroquí, en las ciudades de laayoun, Dakhla, Boujdour, Tantan, Smara y Lagouira participando activamente en la vida política de su país con todos los derechos y deberes constitucionales.



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Abdelhadi Boucetta. Embajador del Reino de Marruecos en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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