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Antecedentes del trabajo precario o indecente en Chile


Después de dos ciclos de reformas laborales (1991 y 2001), nos parece perfectamente pertinente plantearse ¿existe ahora una protección idónea y eficiente de los derechos laborales en Chile? Esta pregunta no invalida en absoluto el avance que han significado estas reformas al sacar a las relaciones laborales del marco normativo que creó la dictadura, considerado como una regresión a la premodernidad. En efecto, las reformas laborales que se registran durante esta etapa de desarrollo de la institucionalidad democrática han cambiado la situación heredada en el ámbito laboral.



A quince años de la apertura democrática observar lo que son actualmente las relaciones laborales es constatar un avance en los derechos fundamentales del trabajo. Sin embargo el ejercicio de tales derechos aún encuentra serias limitaciones, ya sea porque la judicatura laboral existente es larga y cara para los trabajadores, o porque las tendencias a la precarización no son consideradas en la nueva normativa o finalmente porque la cultura empresarial confrontacional todavía existente en algunos sectores dificulta el pleno ejercicio de tales derechos.



Para responder a la pregunta que nos motiva debemos examinar objetiva y exhaustivamente y en lo posible cifradamente, el estado actual de las relaciones laborales. Para ello abordaremos brevemente solo tres aspectos de ella, utilizando la información de la Dirección del Trabajo, en base a tres preguntas. ¿Cuántos trabajadores están involucrados en la negociación colectiva?¿Cuanto pesa la externalizacion y subcontración? ¿Cual es el grado de sindicalización?



La tasa de negociación colectiva es definida como el porcentaje de los trabajadores asalariados involucrados en negociaciones colectivas (dos años consecutivos). Según esta definición dicha tasa alcanzó el 2004 un 7,9% con 303 mil trabajadores involucrados, es decir, una tasa inferior a los dos últimos años del régimen militar que fue de 10,8%. El marco jurídico y político naturalmente es distinto en los dos períodos, pero en términos de resultado la comparación es valida y preocupante.



Además esta tasa muestra una tendencia decreciente desde el año 1994. Si tomamos una definición más estricta de la tasa de negociación, es decir la de los trabajadores involucrados en negociaciones colectivas (dos años consecutivos) respecto a la población asalariada del sector privado (excluyendo a los trabajadores de la administración pública que no pueden negociar colectivamente por ley) la tendencia de la tasa de negociación también es decreciente desde 1996.



La baja tasa de negociación puede explicarse por la clásica y conocida heterogeneidad estructural de la economía chilena, es decir la negociación colectiva se estaría haciendo fundamentalmente en las grandes empresas, y no así en las pequeñas y medianas donde se agrupa el 70 o más del empleo. Aunque también es conocido que en parte de las grandes empresas del sector servicios tampoco se negocia colectivamente. Otra razón no menor es que este bajo nivel de negociación se debe a la permanencia, y a pesar de las dos reformas que ha habido, de la norma que excluye de la negociación colectiva a los trabajadores temporales de la agricultura y de la construcción.



Por otra parte de acuerdo a la Encuesta Laboral de la Dirección del Trabajo (Encla 2004) de las 1182 empresas de la muestra entrevistadas un 41,4% de ellas registran aumentos de remuneraciones igual a la variación del índice de precios al consumidor (IPC), y un 37% de las empresas lo harían sobre el IPC. Es decir solo poco más de un tercio de las empresas (y seguramente donde se hace negociación colectiva) estarían otorgando aumento en los salarios reales y entregando parte del aumento de productividad.



Cabe recordar, además que de acuerdo a la misma encuesta el porcentaje de empresas que pagan remuneraciones variables es de 70% y la composición variable bordea el 30% de las remuneraciones un hecho no menor es que el porcentaje de trabajadores con contrato fijo ha ido creciendo desde 1998 hasta situarse en el 2004 en un 12% y si agregamos los trabajadores por faenas o obras y honorarios llegamos a un 23%. Es decir la normativa laboral no es tan inflexible como se publicita.



Los fenómenos de externalización (comprar servicios fuera de la empresa y que antes se hacían dentro de la empresa) y subcontratación tienen una dimensión importante y creciente en la economía chilena. Según Encla, el 50,5% de las empresas subcontratan o externalizan en varias actividades, las más señaladas son: servicios legales e informáticos, seguridad aseo y alimentación, marketing y otros. Sin embargo, también dicha encuesta indica que un 21% de las empresas externalizan su actividad económica principal.



La externalización es una tendencia que se da al nivel mundial. Pero la connotación espuria que tiene esta tendencia en la economía chilena es que ella ha ido desarrollando empresas suministradoras de mano de obra, lejos de toda protección social, y que coloca trabajadores en las empresas no de una manera transitoria sino permanente y propia del giro de la empresa que compra el servicio.( ejemplo clásico cajeros de bancos o supermercados que ganan 30% menos que los cajeros antiguos) Sobre esto último no existe información mas detallada, solo se sabe, según Encla 2004 que la proporción de trabajadores suministrados llega a un 7,3% del total de trabajadores con que cuentan las empresas de la muestra y que al nivel global serían 200.000 trabajadores. Sin embargo existe una subestimación de este fenómeno pues las empresas que subcontratan mano de obra para el giro normal de la empresa las hace pasar como empleo permanente.



Si observamos la evolución de la tasa de sindicalización, definida como la relación de la población afiliada a sindicatos sobre la población asalariada, veremos que ella es en el 2004 un 13,3% muy similar a la tasa existente a fines del gobierno militar (13% promedio 1986-1989). En los primeros años del restablecimiento del régimen democrático esta tasa creció hasta alcanzar un 18,3% en 1991 después viene un período de reducción sistemático hasta los años 2003-2004 que muestra una ligera recuperación.



Con la actual tasa de sindicalización Chile no está lejos de la de EEUU (12,6% OCDE 2002) donde el cumplimiento de las normas laborales son mucho mas estrictas que en Chile. Pero el nivel de organización sindical de los países europeos es ampliamente mayor al de Chile, dentro de un contexto dado por una tendencia a la reducción de la tasa de sindicalización de los países desarrollados. (Reino Unido 30%, Alemania 23% Holanda 22%, Italia 34%).



La recuperación de la libertad sindical no se tradujo en Chile en un «boom» del sindicalismo, en un país donde existía tradición de ello. Es cierto que el número de sindicatos se ha multiplicado por 2,5 veces en el período 2004-1989, pero cada vez los sindicatos son más pequeños. La explicación no es simple, entre los factores a considerar es que el sindicato por empresa reduce su poder de negociación, pues el sindicato tiene el mismo poder de representación que un grupo de trabajadores que se reúne para ciertos fines e incluso para acordar negociaciones de salarios con el empleador.



Por otra parte las Federaciones o Confederaciones solo ocupan una función de asesoría del sindicato en la mesa de negociación colectiva y su poder de ente negociador queda supeditado a la voluntad del empleador. La concentración vía fusiones y compras de empresas también incide negativamente en la sindicalización, así como la mayor expansión del sector servicios donde hay una menor tradición sindical que en el sector industrial-minero. Por ultimo la debilidad o ausencia de puentes entre los partidos políticos de inspiración socialdemócratas y el movimiento sindical no es una razón menor para explicar la debilidad del sindicalismo chileno.



Consideraciones finales



En Chile los dos ciclos de reformas laborales realizados durante el período de transición a la democracia constituyen importantes logros en la recuperación de los derechos de los trabajadores los que habían sido conculcados en el régimen militar cautivo del integrismo neoliberal. Sin embargo, el ejercicio de tales derechos aún encuentra serias limitaciones. El número de trabajadores involucrados en negociaciones colectivas es prácticamente el mismo, en términos relativos, que el existente antes de las reformas. La flexibilidad laboral introducida y los fenómenos propios de la globalización tales como la externalización y la polifuncionalidad adquieren connotaciones específicas en Chile y que tienden a fomentar el trabajo precario que afecta particularmente al empleo de menor calificación, y mujeres.



A pesar de los éxitos macroeconómicos que Chile puede mostrar (baja inflación, alto crecimiento, disciplina fiscal, bajo riesgo país, apertura comercial sostenida) su elevada desigualdad que la caracteriza abre legitimas interrogantes sobre la evolución de su cohesión social futura. En alguna medida, y no menor, esta desigualdad se genera en el mercado laboral. Las relaciones laborales y el marco institucional que la sustentan es un elemento crucial a tener en cuenta para políticas redistributivas futuras.



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Alexis Guardia es economista.












  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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