Publicidad

Declaración de intereses


Cuentan que una periodista debutante recibió una vez el encargo de entrevistar a un conspicuo empresario chileno. Y no a cualquiera, sino a uno de los más grandes y poderosos, de esos peces muy gordos que suelen aparecer en medios nacionales e incluso internacionales especializados, pontificando sobre economía y negocios y relatándonos con deleite sus hazañas financieras. La profesional, seguramente con el ánimo de romper el hielo y empezar con algo sencillo y amable no encontró nada mejor que preguntar al sujeto ¿Y cómo es que usted, señor fulano, hizo su primer millón de dólares? La leyenda dice que el millonario se reclinó sobre el asiento, respiró hondo y mirando al techo le respondió: «De eso no le voy a decir una sola palabra, pero si quiere le cuento en detalle cómo fue que hice el segundo».



Cierta o no, la historia revela que no siempre los hombres de negocios están disponibles para contarnos detalles sobre los orígenes remotos y no pocas veces escabrosos de sus rutilantes fortunas actuales. Aunque a veces se solacen en notificarnos de la aproximada cuantía de sus haberes y de los múltiples intereses que conforman su portafolio de inversiones.



El asunto viene al caso a propósito del millonario chileno más mediáticamente expuesto de cuantos en escaso número pueblan de sur a norte nuestra geografía, Y aquel no es otro que el candidato presidencial don Sebastián Piñera, respecto del cual, habría que empezar por destacar que la referida exposición pública que hoy por hoy lo atenaza y hurga en los más variados tópicos de su vida privada y pública, paradójicamente no alcanza sino que para saber más que una pocas generalidades respecto de su principal condición como individuo. Que no la de intelectual, filántropo, servidor público, académico o dirigente político, sino la de exitoso y millonario empresario.



Es decir, todos sabemos que el candidato presidencial de la Alianza derechista es rico. Incluso sabemos que es inmensamente rico, pero desconocemos precisamente cual es la verdadera cuantía de su envidiable condición patrimonial.



Las estimaciones que se hacen sobre la fortuna de Sebastián Piñera fluctúan entre los mil y los 2500 millones de dólares, dependiendo de la fuente que se consulte, y salta a la vista que hay un abismo entre una y otra cifra.



A primera vista y sin una calculadora al alcance de la mano, cualquier simple mortal no llega ni a imaginarse lo que sería toda esa cantidad exorbitante de plata junta. Ni menos cuantas cosas se podrían comprar con esas sumas de dinero. En realidad, a partir de lo que se suele llamar «un palo verde» para arriba, que representa una cifra que traducida a pesos significa una cantidad que más o menos podemos imaginar, cualquier mortal que no trabaje en el Ministerio de Hacienda o en Codelco, podría llegar a suponer que cantidades superiores dan más o menos lo mismo, por aquello que uno no logra nombrar algo que no es capaz siquiera de imaginar. Pero no da lo mismo.



Así es que seria enteramente apropiado, o como diría un humanista cristiano sería «justo y necesario», que fuese el propio don Sebastián el que hiciera la luz sobre tamaña oscuridad, para permitirnos imponernos de primera fuente a cuando asciende realmente su fortuna.



Adicionalmente, para aprovechar el impulso del ejercicio de transparencia que se le propone, y a modo de una declaración de intereses de tipo semejante a la que son sometidos todos los funcionarios públicos (en este caso otorgada de antemano y por si las moscas), estaríamos también muy reconocidos si acaso el candidato derechista nos regalara además con información pormenorizada sobre las siguientes cuestiones íntimamente relacionadas con su patrimonio.



1.- En qué tipos de actividades empresariales tiene distribuido su capital. Se le agradecería sobre este punto que fuera lo más especifico posible, procediendo a identificar el giro y la razón social de las empresas que posee, así como el porcentaje respectivo de su participación accionaria personal o de sus familiares directos.



2.- Que identificara con sus nombres y apellidos a sus socios nacionales o extranjeros, con los cuales comparte intereses en las empresas de su propiedad.



3.- Que nos informe si acaso posee acciones en el exterior, y que en el caso de ser esto así, que nos ilustre sobre dónde las posee, en qué tipo de actividades, bajo qué sociedades, etc.



Habrá que confiar en que don Sebastián comprenda en que toda esta es información relevante para el mejor entender y resolver de la ciudadanía. Y sobre todo, que trasparentar la vida entera es un muy razonable precio que debe pagar todo aquel que interviene en política, muy especialmente si se aspira a la primera magistratura de la Nación.



____________________________________________________________



Carlos Parker Almonacid. Cientista político.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias