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El error fatal de Piñera


Dado el magro resultado alcanzado por Piñera en las preferencias de los electores en la primera vuelta, no podríamos calificar su campaña electoral como brillante, sin embargo, hasta el día de las elecciones no había cometido ningún error relevante. Es más, podemos pensar que su discurso de centro le empezaba a dar resultados.



El tiempo nos dirá si el comando de Piñera fue sorprendido por Lavín o si la conducta de los asesores de RN estuvo determinada por la evaluación apresurada de los resultados electorales.



La noche del 11 de diciembre Piñera cometió el error más relevante de su campaña electoral: desconocer los tiempos propios de la política y actuar en esta arena como si estuviese en la bolsa de valores.



Si el comando piñerista hubiese evaluado adecuadamente todos los escenarios posibles en la noche de las elecciones, jamás habría permitido tirar por la borda el trabajo de meses destinado a captar el centro político, tarea en la cual Piñera venía ganando en credibilidad.



El saludo del derrotado representante de la UDI y la obligada mención a la unidad, clausuró, la misma noche en que Piñera celebraba su triunfo, toda posibilidad para él de acceder a la Presidencia de la República.



Si Piñera no fuese un especulador, un jugador rápido, audaz, es decir, si hubiese conocido y respetado el tiempo de la política, que es el del trabajo de mediano y largo plazo, cuestión que conoce muy bien la UDI, aquella noche habría decidido celebrar sólo, dejando a sus principales asesores el recibir a Lavín y a la UDI.



Es altamente probable que ello hubiera significado un altercado menor con los gremialistas, nada que no se pudiera componer, pero no habría lesionado fatalmente sus posibilidades de ser Presidente de la República el año 2006.



No tengo la menor duda que si Piñera hubiese apostado en la segunda vuelta a seguir con su práctica y su discurso destinado a captar el voto de centro, sin tener a la UDI de compañera de ruta, habría suscitado las simpatías de importantes sectores de la DC y del PPD.



Por cierto, ello no habría significado la victoria política el 15 de enero, pero si le habría permitido erosionar el centro de la Concertación de manera significativa y sentarse luego a esperar.



Dicha erosión le habría permitido beneficiarse del natural e importante desgaste de la Concertación, que no habría resistido el Gobierno de Michelle Bachelet, que parecía destinado a ser el Gobierno más izquierdista de todos los de la Concertación. En un cuadro así los sectores más derechizados de la DC y del PPD no habrían visto con malos ojos alinearse con una candidatura de RN que había soportado, el año 2005, la presión de ceder su discurso de centro en aras de una victoria que clausuraba toda posibilidad de un Gobierno de centro derecha en el año 2010.



Sin embargo, Piñera se adelantó y apostó mal al confundir el tiempo de la bolsa con el tiempo de la política: no supo esperar, lo quiso todo, como en los negocios.



No tengo la menor duda que la UDI celebra en su plano más íntimo la ambición del candidato de RN. Para ella la derechización de su candidatura es un verdadero triunfo porque es, al mismo tiempo, la pérdida del principal capital del candidato que derrotó a su líder: su postura de centro.



La actividad desplegada por Piñera el día 11 de diciembre de 2005 al celebrar su aparente victoria electoral, atrasará la crisis terminal de la Concertación, es decir, la salida de los sectores de centro derecha en busca de nuevas alianzas.



No es lo mismo salir que huir, esto último huele a traición. He aquí el error principal de la campaña piñerista: No deja ninguna posibilidad de pasar como gente decente a aquellos que quieran acompañarlo. El excesivo protagonismo de la UDI implica para cualquier partidario de la Concertación que quiera sumarse a la campaña de Piñera, llegar a trabajar con el enemigo y tener que cargar, por lo mismo, con el estigma de la traición. No todos tienen la habilidad de Soria para decir que Piñera es el Allende del siglo XXI.



No tengo la menor duda que tendremos una mujer ocupando La Moneda, así como tampoco, que deberá surgir un nuevo líder en la centro derecha que aglutine este sector y separe aguas de la UDI. Piñera probablemente desaparezca del escenario político en los años de 2006 y 2007 dejando ese espacio a Allamand y sus relaciones con gente de la DC y el PPD.



Veo a Espina y Allamand encabezando un nuevo intento de llegar a la presidencia el año 2010. Si esta vez no se apresuran y confían en su fuerza, y en la fuerza de la centroderecha, habrá a lo menos dos lesionados, la UDI y la Concertación.



Si estas elecciones han resultado interesantes, las del año 2009 serán tal vez las más democráticas de las dos últimas décadas: la pulverización del sistema de alianzas generará un ambiente de participación que dejará a Chile preparado para dar un salto cualitativo y proponerse la modificación del sistema político y por ende de la Constitución.
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Eric Eduardo Palma González. Abogado y Doctor en Derecho. Dirigente de Chile a la Carta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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