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El «mundo militar» y las elecciones


Lamentablemente se ha hecho un lugar común en ciertos personeros públicos el arrogarse la representación de determinados sectores sociales, interpretando lo que serían su sentir y aspiraciones gremiales y políticas, llegando al extremo -ante las próximas elecciones- de usar como moneda de cambio el potencial electoral de sus «representados» para el logro de sus fines.



Tal es el caso de la reciente declaración efectuada por el senador designado Jorge Martínez Bush, ex Comandante en Jefe de la Armada, en su calidad de dirigente del Movimiento Unitario Nacional, MUNA, en relación al «mundo militar».



Efectivamente, el Almirante en retiro invoca reivindicaciones económicas y judiciales anheladas por el mundo militar que habrían sido negociadas con el candidato opositor, poniendo a disposición de aquel el apoyo de «su sector», al que cotizó en setecientos mil votos.



Esta negociación y compromiso político asumido por Martínez Bush en nombre del mundo militar es continuación del llamado que desde la página web del MUNA venía haciendo concluida la primera vuelta electoral, al convocar vehementemente a su audiencia a votar por Sebastián Piñera para sortear «la inminente proximidad de un peligro infinitamente mayor como el que representa el programa real y escondido que maneja la candidata oficialista».



Ha corrido mucha agua bajo el puente desde cuando parecía natural asociar los sentimientos políticos del mundo militar con las posiciones de derecha. Urgidos por la defensa corporativa de un régimen cuyo «prestigio» y obra veían amenazados por la asunción al poder político de sus adversarios, los mandos militares pretendieron escudarse en los mentores políticos del régimen militar.



Hoy, cuando no hay ni prestigio que defender ni mentores en quienes escudarse, resulta patético continuar asociando los intereses del mundo militar con los sectores de la derecha nacional. La normalidad democrática del país, que afortunadamente ha terminado por permear a sus fuerzas armadas, permite que sus miembros opten libremente, en su condición de ciudadanos, por cualquiera de las propuestas políticas que compiten legítimamente por el poder.



Rotos los prejuicios que por tanto tiempo distorsionaron las relaciones civiles-militares hoy los miembros de las fuerzas armadas, plenamente incorporados a la sociedad a la que pertenecen pueden objetivamente, en el fuero de sus conciencias, elegir aquellas propuestas que satisfacen sus aspiraciones no solo corporativas sino aquellas que apuntan a los legítimos intereses nacionales, expresados en el desarrollo con equidad y paz social; en la seguridad y cooperación internacional; en la ampliación de las oportunidades, en la superación de la pobreza. En suma, en la construcción de una sociedad amable, solidaria y acogedora, sin excluidos de ninguna especie.



El país ha emprendido, desde el retorno de la democracia, la construcción de este camino. Con aciertos y retrocesos, como todo emprendimiento humano, la ruta ha sido ascendente en el logro de los objetivos planteados. Hay, a mi juicio, una opción probada que responsablemente debemos considerar, cuyo éxito reconocen moros y cristianos y cuyo sustento es precisamente la sensibilidad social. ¿Para qué interrumpir un camino exitoso, máxime cuando a la potente dinámica del proceso se agregará la sensibilidad, cercanía y carácter de una mujer ?



En cuanto a las sensibilidades e intereses más directos del sector militar, es necesario considerar algunos elementos que la discusión ha tergiversado en perjuicio de la propuesta de Michelle Bachelet. Es cierto que la revisión del sistema previsional en su conjunto, en procura de su eficacia y racionalidad, es tarea impostergable; y ciertamente comprenderá al de las fuerzas armadas, cuyas distorsiones amenazan su propia existencia. Esto nadie lo pone en discusión. El punto es que, cualquiera reforma que se le introduzca al sistema previsional de las fuerzas armadas y de orden, en nada perjudicará los beneficios adquiridos y que hoy disfrutan sus beneficiarios. Esto ha sido meridianamente esclarecido por la candidata y así debe ser comprendido por los interesados.



El tema de los juicios a militares comprometidos con violaciones a los derechos humanos, tema que sólo afecta a un puñado de oficiales y suboficiales, es competencia exclusiva del poder judicial, como bien lo han señalado las propias autoridades militares y la independencia de los poderes es garantía de justicia y equidad. En lo personal, no dudo que terminados los juicios y establecidas las responsabilidades, una nueva sensibilidad permitirá enfrentar el tema desde una nueva perspectiva que, sin esquivar la justicia, asuma también la compasión.



Ä„No olvidemos que nuestra futura presidenta ha demostrado una gran fortaleza y madurez emocional… y es hija de un General!



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* Raúl Vergara Meneses. Ingeniero Comercial. Capitán FACH (R)


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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