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Concertación: continuidad y cambio


A pocos días de las elecciones presidenciales, ya en su fase definitiva, la decisoria Segunda Vuelta, es necesario analizar y proyectar el escenario en que nos encontramos. Teniendo en claro la no existencia de ningún plan de contingencia para la eventualidad que se anunciaba y que finalmente se concretó, no alcanzar el 50+1% de los votos validamente emitidos en la Primera Vuelta, una semana de inmovilismo y plagada de errores marcó el epílogo de un diseño errado, de un sustento político equivocado y por tanto del necesario reforzamiento, por la imposibilidad del reemplazo, de un comando de campaña que hizo mal su cometido.



Claramente no era suficiente la imagen de la candidata y los números que la acompañaron en diversas encuestas durante buena parte del año para haber aplicado la teoría del piloto automático. Ésta no contempló que el descenso podía contemplar turbulencias, y por tanto descenso y aterrizaje debían ser administrados por tripulación de primera categoría, incluso con refuerzo desde tierra por parte de buenos operadores en la torre de control. Siguiendo con el ejemplo aéreo, al avión que se le aplicaba piloto automático no era un monomotor, era un jet, cuadrimotor, intercontinental, sin escalas, completo en pasajeros en todas sus clases y completo también en carga.


Volviendo a tierra, conviene recordar que la candidatura presidencial de Michelle Bachelet se sustenta en la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición que logró recuperar la democracia derrotando a la dictadura de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, y que instala desde 1990 hasta el presente tres gobiernos exitosos, Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos. La Concertación ha derrotado a la derecha en todas las elecciones parlamentarias realizadas en este mismo periodo, ha sido mayoría en la Cámara de Diputados y ha operado en empate en el Senado, con el beneficio del sistema binominal para los autores de la Constitución que nos rige, además de un importante número de senadores designados alineados mayoritariamente con la oposición, aportando fundamentalmente sus votos más que aporte legislativo, esto a cambio de una suculenta dieta.



Los Presidentes de la República de la Concertación, al igual que en otras estratégicas designaciones en el aparato del estado, como parte de su vocación democrática, resignan cualquier designación de Alcalde y se someten durante todos estos años en todas las comunas del país al escrutinio popular, y en todas las elecciones municipales los resultados nacionales han sido favorables a la alianza de gobierno. Por tanto, las redes ciudadanas aparte de los partidos de la Concertación han sido una ficción que nos hizo estar en peligro más que aportar a un seguro triunfo presidencial. Demostración de esto son las rectificaciones realizadas en esta fase de segunda vuelta, la cual de seguro será exitosa por la coalición en si misma y por el Gobierno que actualmente ésta representa.



La ausencia de Ricardo Lagos, basada en supuestos estudios científicos y técnicos, fue uno de los más grandes errores cometidos y ha sido la rectificación más importante de la dupla Andrés Zaldívar-Sergio Bitar en este período, aun cuando el Presidente ya había decidido junto a sus colaboradores salir a defender su gestión, que se evaluaba en las parlamentarias y en la presidencial, obligado más aún en el balotaje. La Concertación de Partidos por la Democracia como alianza política, el gobierno de Ricardo Lagos y la candidata presidencial Michelle Bachelet prodigarán una contundente derrota a la derecha el próximo domingo, básicamente porque confluyeron como elementos insustituibles e interdependientes. Su actuar coincidente ha demostrado una fuerza avasalladora, con una respuesta popular absolutamente positiva tanto como actor o como espectador. Si éste hubiera sido el diseño que hubiera operado durante toda la campaña ya tendríamos desde el año pasado Presidenta electa.



Los gobiernos de la Concertación han sido buenos gobiernos, se democratizó el país, ha habido un fuerte desarrollo económico, Chile se abrió al concierto internacional de países. Pero algunas cosas no se han hecho del todo bien. Por las cosas que no se han hecho del todo bien en otras naciones sus pueblos castigan a sus gobiernos y cambian del ejercicio del poder a partidos o coaliciones, pero en nuestro país la derecha lo hizo tan mal y habiéndolo hecho tan mal no ha demostrado ni el más mínimo gesto de arrepentimiento por su rol en la dictadura de Augusto Pinochet, que por esto, todo indica que tendremos Concertación para mucho tiempo. Por tanto estamos obligados a protegerla, las coyunturas difíciles nos han demostrado una y otra vez que todos sus miembros son importantes, que todos son necesarios; que el pacto social no firmado que nos rige debemos ratificarlo, que no existe razón alguna para que un partido o un sub pacto pretenda hegemonizar esta coalición que tanto reconocimiento tiene de del pueblo chileno.



El gobierno que instale la Presidenta Bachelet que sea el de los y las mejores, antiguas o nuevas caras, con paridad o sin paridad, lo mejor de la coalición. Pero lo más importante debe ser, que en todos los niveles de su administración destierre la burocracia inoperante y autoritaria, arrogante y aristocratizada, que ha adquirido formas del ejercicio del poder que se contravienen con el espíritu democrático y tolerante de esta alianza. Este espíritu tan propio del ADN de la Concertación debe ser transmitido principalmente a las nuevas generaciones de funcionarios o directivos. Que el largo ejercicio del poder no nos obligue a lo que Franí§ois Mitterand denominó la «cura de oposición».



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Darío Contador. Analista político.








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