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Maipú : Volver al barrio para construir seguridad


La criminalización de la pobreza es un fenómeno que ha marcado la pauta social del Chile en democracia. La fuerte estigmatización de barrios y la disminución en la edad de la responsabilidad penal, son los ejemplos más evidentes que nuestra sociedad está viviendo un temor ciego, incapaz de indagar en sus propias causas y que, finalmente, endosa la responsabilidad a las principales víctimas. Sin un concepto de acción integral que permita ir al fondo de los problemas, la seguridad ciudadana seguirá siendo un problema sin resolver en la agenda pública chilena.



En Chile se asocia la pobreza a la delincuencia como un absoluto, convencidos que la delincuencia depende de la desigualdad. Ello genera una difusa consistencia valórica en nuestras políticas, aceptando que los niveles de delincuencia son acordes a las grandes diferencias de riqueza existente, con una clara y determinante ubicación socio – espacial.



Es efectivo que decenas de nuestros barrios están postergados y carecen de una matriz básica de bienestar para mejorar la calidad de vida de las miles de personas que viven allí, al margen de procesos educacionales abiertos a la movilidad social, con una baja calidad habitacional, de salud y emprendimiento. Barrios sin infraestructuras comunitaria, comercial o de servicios y con carencias estructurales de espacio social.



Sin embargo, lo que a partir de allí aparece es algo más profundo que simple pobreza. Es evidente que la falta de oportunidades económicas, sobre todo de las personas más jóvenes, es un motor de frustraciones que se ve potenciado por la efectividad de una publicidad endiosada frente a una pauta cultural de consumo desbordante. Que es inalcanzable y torna rabiosa y violenta la percepción de lo propio como una exclusión que no tiene horizonte.



Esta situación deja hoy de manifiesto la necesidad de reconstruir equidad y la integración de la ciudad, interviniendo directamente allí, donde se produce el desgarro y la pérdida de sentido ciudadano, y su reemplazo por una comunidad precaria, cuyo principal recurso es la rabia y la violencia.



Frente a esa situación se ha diseñado una intervención integral en el sector Poniente de Maipú. Teniendo, en perspectiva, dos experiencias previas, el Plan Integral de Alto Hospicio y el Plan Integral de San Pedro de la Costa, que sirven de espejo para cotejar acciones.



La acción se ha concentrado en un antiguo barrio de Maipú, que desde hace casi veinte años espera atención de las autoridades para corregir los errores cometidos en materia de diseño urbano.



En el viven unas 125 mil personas, la mayoría en condiciones de hacinamiento, ausencia de espacios públicos y déficit de accesibilidad educacional, particularmente preescolar. Con baja escolaridad entre los adultos, alto nivel de violencia intrafamiliar, microtráfico de drogas, alcoholismo y desempleo. Allí vive una buena parte de los jóvenes infractores de ley que tiene la comuna.



El plan consiste en la determinación de un ámbito territorial que será intervenido, durante tres años para recuperar los espacios públicos y la infraestructura comunitaria; y desarrollar proyectos en salud, educación, aseo y construcción de áreas verdes.



En materia específica de prevención y seguridad ciudadana, se ha diseñado un fuerte trabajo con la comunidad que comprende apoyo psicosocial, prevención de la drogadicción y la violencia, y la organización de niveles de coordinación con la comunidad y entre las instituciones encargadas del control del delito para, entre otros objetivos, mejorar la seguridad en el entorno.



El programa tiene desde alfabetización, hasta proyectos de emprendimiento empresarial; todo inserto en una lógica integral de participación entre la ciudadanía, las autoridades municipales, el sector privado y los entres del Gobierno Central, con un equipo multidisciplinario en terreno que dirige todo el programa.

En materia de seguridad ciudadana, nuestro país no puede seguir distribuyendo sólo asistencia o enfatizando la represión y el control policial. Menos aún destinar recursos a iniciativas aisladas que terminan por ser ineficientes. Es tiempo de focalizar acciones integrales y en profundidad para hacernos cargo de las causas antes que de las consecuencias. Hay que volver al barrio para construir redes y reinsertar socialmente a quienes están fuera cansados de esperar.



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Hernán Ortega es coordinador Dirección de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Maipú

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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