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Nuevo gobierno, nuevas tareas


Los países, como las personas, se reencantan frente a los nuevos desafíos. Las campañas electorales normalmente son duras y trabajosas, pero al día siguiente de los resultados vuelve la calma, se aquietan los espíritus y se perfilan nuevos horizontes.



En nuestro caso, no cabe duda que así ha sido. Michelle Bachelet conducirá los destinos de Chile a partir de marzo y tendrá, con un gran respaldo de la Concertación y la ciudadanía, cuatro años para desplegar un programa de gobierno con un país en marcha. Ya actúa como Jefa de Estado, preparando su aterrizaje a La Moneda y configurando la totalidad del equipo que la acompañará en su Gobierno.



Afortunadamente, los cuadros con que cuenta la Concertación, son amplios en número y talentos y se dispone de una carta de navegación que está constituída por el inmenso trabajo desplegado durante tres administraciones, por un programa de gobierno que contiene énfasis claros y por 36 medidas para iniciar las tareas junto a sus colaboradores.



Ciudadanizar el Gobierno



Gobernar se refiere a manejar poder y se expresa en su manera clásica desde el Estado. Sin embargo, hoy ese poder está más disperso. Se distribuye entre la academia, la empresa, los medios de comunicación, las iglesias, la sociedad civil organizada, la ciudadanía, en fin, en los numerosos sectores y subsectores en que Chile está organizado. Una de las expectativas que se vislumbran en torno al nuevo gobierno es un asomo explícito de la Presidente Electa para compartir poder, en el sentido de abrir espacios para ciudadanizar el ejercicio de gobernar.



Junto a la necesaria administración y articulación del poder que supone el rol de Jefe de Estado, la idea de darle un rostro aún más ciudadano al ejercicio de gobierno será la gran novedad y una característica de una nueva política más próxima a las personas, donde la Presidenta Electa es la que expresa estar disponible para encabezar por cuatro años ese proceso. Sin duda, ese será un eje implícito que cubrirá como un manto a los distintos responsables de cada una de las áreas de gobierno y es una notificación a la ciudadanía para exigir participación y focalización en sus intereses.



La noticia que significa una mujer a cargo del país, genera la expectación de una interesante combinatoria de mantener el habitual control político que supone la primera magistratura, al mismo tiempo de conectarse de modo directo con la ciudadanía, sin intermediarios. Aquel es un aspecto a observar, pues radica en esos puntos la diferencia sustantiva entre un gobierno de corte tradicional, como los que conocemos ampliamente y los fenómenos de cambio cultural que despiertan interés como en esta situación.



La Presidenta y los símbolos



La dimensión sicológica de los gobernantes tienden a explicar muchas cosas. En nuestro caso, dos factores se aprecian como destacados; la experiencia de vida con dictadura y exilio de por medio y una cierta condición política de outsider; con otras redes, otros vínculos, otros intereses y otros desafíos.



No sería raro que en su fuero interno la Presidenta no viera con buenos ojos las formas clásicas y sí esté disponible a abrirse a cauces distintos de manifestar su omnipresencia en el país. En regímenes tan presidencialistas como el chileno, los gobernantes son omnipresentes, están en cada decisión, su fotografía está en todas las reparticiones públicas y su voz y rostro ingresa en todos los hogares por los distintos medios de información.



No cabe sino esperar a ver de que modo se presenta la nueva estética, no ya del cuarto gobierno, sino que del nuevo gobierno de la Concertación. La simbología y el sello de la Presidenta electa estarán marcados desde los primeros días de ser investida formalmente como Presidenta de Chile. En la fase actual de preparación, son los ritos republicanos estivales los que se hacen presentes para darle continuidad a la vida democrática y aún están en fase de producción los sellos propios de la nueva administración.



Las primeras señales estarán en la nominación de su gabinete con la ya novedosa paridad y el cambio de rostros; en su presencia activa o no en las definiciones de la segunda línea gubernamental; en las características de su cambio de mando y, como punto central para el interés de Chile, en el modo y énfasis con que enfrentará los famosos primeros cien días que todos han transformado en objeto de culto, sobretodo cuando se anuncian tiempos de bonanza.



No tiene la Presidenta, el tiempo que tuvo el Presidente Lagos o el Presidente Frei Ruiz-Tagle de gobernar durante seis años y de rehacerse sobre la marcha. En cortos cuatro años la planificación debe ser al detalle, sin descuidar ningún aspecto. Con una elección municipal de por medio, la preparación de las próximas candidaturas presidenciales y parlamentarias y el atento ojo crítico a un gobierno novedoso, es muy difícil dejar algo al azar.



Eso, conlleva a organizar con definición de escenarios, un exhaustivo trabajo de coordinación y articulación para que la simbología y la dimensión sicológica de este nuevo gobierno se exprese desde el comienzo en la agenda político-legislativa y en las agendas social, económica, ciudadana y cultural. Ahí se consignará el sello, ahí se formarán las imágenes comunicacionales, los juicios y los prejuicios, ahí radicará parte importante del peso específico de la Presidenta, sus vocaciones e intereses.



Las Regiones y la Sociedad Civil



A lo menos dos ejemplos nutren adecuadamente el concepto de las nuevas expectativas. El primero, vinculado a las regiones y comunas que es donde se vive verdaderamente la vida social, fuera de las macroestructuras y a las cuales se les debe exigir – cuerpos dirigentes y fuerzas vivas – hacerse cargo de la parte que les corresponde y definir sus propias tareas y énfasis; precisión en el diagnóstico, jerarquía en las prioridades, eficiencia en la administración y eficacia en el gasto y la focalización. No es de sorprender que atribuciones susceptibles de ser entregadas a las regiones o comunas se pongan a disposición y que aquello nazca de la propia Presidenta demandando responsabilidades de las contrapartes.



Un segundo ejemplo lo constituyen las organizaciones de la sociedad civil que han sido verdaderos co-gestores del desarrollo y que no han encontrado un eco sistematizado ni un marco adecuado que las cobije en la importante función que cumplen. Aquí tampoco sería de extrañar una voluntad de la propia Presidenta en orden a relevar el rol estratégico que estas organizaciones cumplen en todo el país, muchas veces fortaleciendo las tareas públicas o supliendo funciones estatales que no se pueden cubrir por ausencia de recursos humanos o financieros o porque las políticas públicas han debido jerarquizar en la escasez y discriminar unas tareas por sobre otras.



Para compartir o distribuir poder tiene que haber alguien que esté preparado a recibirlo responsablemente y ahí existe un desafío lanzado, como ejemplificamos en los dos casos referidos a las regiones y comunas y a las organizaciones de la sociedad civil. La Presidenta puede ser la socia fundadora de nuevas dinámicas ciudadanas, una mandataria genuina como ha señalado y con ello permear culturalmente a la actividad política como ya se ve en los últimos días.



Los nuevos desafíos



Si simplemente se toma nota de las declaraciones de las candidaturas presidenciales, el país está en condiciones de elaborar iniciativas de amplio apoyo hacia sectores o subsectores que requieren una intervención nacional para su desarrollo o para suplir deficiencias y necesidades.



En lo social, qué duda cabe que el Chile Solidario contemplado como política pública que busca ingresar a la casa de los pobres de los pobres debe seguir expandiéndose. Las nuevas 65.000 familias que ingresarán al programa durante esta año son señal de eso. Ahora, las condiciones económicas del país y las proyecciones que se indican, sumado a la precariedad inhumana e indigna de quienes viven en situación de vida mínima, obligan al Estado a realizar un esfuerzo aún mucho mayor por fortalecer las oportunidades de ese conjunto de chilenas y chilenos.



La solidaridad comienza donde termina la justicia, señalaba Alberto Hurtado; luego, éste es un tema de justicia y la dimensión sicológica de la Presidenta Electa, intuyo, sabe que quienes lideran a esas familias son mujeres con empuje y entusiasmo que requieren que las apoyen y no que les regalen; que requieren que los políticos detecten el sentido de urgencia de su demanda vinculada al tipo de vida que desarrollan.



En materia previsional, los dados ya están echados y la mejora de las pensiones con la disponibilidad de 300 millones de dólares que ha consignado la Ley de Presupuesto, será un gran primer paso, simbólico como decíamos y abrirá las puertas para que el proyecto de reforma al sistema de pensiones se aborde a tiempo para beneficio de las grandes mayorías, en medio de un gran debate nacional que hablará muy bien de un país que es capaz de anticiparse a una eventual situación de colapso social para las décadas venideras.



En cuanto al empleo y el desempleo, hay ambiente para abordar el doble aspecto que significa mejorar la calificación de los empleados para que respondan a la base productiva actual y proyectada y tengan oportunidad de ir perfeccionando sus saberes y talentos a favor de su estabilidad y el crecimiento armónico de Chile. En cuanto al desempleo, las emergencias son lo que son, luego los acentos deben estar en verificar aspectos vinculados a la creación de oportunidades por medio del emprendimiento, formación en nuevas especialidades, mecanismos de ingreso a satisfacción de las necesidades y talentos y una legislación que contemple de manera efectiva un trabajo decente en la línea de los acuerdos de la OIT, con toda la flexibilidad que sea necesaria para jóvenes y mujeres, pero también todo el resguardo que sea obligación del Estado cautelar.



En educación, no hay duda del gran trabajo en materia de infraestructura y currículo que se ha desarrollado y del gran salto en materia de acceso a la educación superior. Ahora, es necesario fortalecer la formación metodológica, la inclusión de la tecnología con fines pedagógicos y de formación ciudadana, restar puntos a la brecha entre educación pagada y educación pública y garantizar esa gran promesa redistributiva que significa apostar por la educación pre-escolar. Desde ahí se organizarán los grandes desafíos de calidad, cobertura y acceso hacia las próximas décadas, abordando de paso las garantías para que las mujeres que ingresan al mercado laboral lo puedan hacer con la debida tranquilidad.

Existen otras agendas como la ambiental o la de la Pequeña y Mediana Empresa, la del fortalecimiento de nuestro Comercio Internacional o la tecnológica que forman parte de los desafíos que ya se están señalando con fuerza. No cabe duda que en materia de innovación y emprendimiento se debe avanzar más rápido y la estrategia que se elabora en función de los recursos derivados del Royalty cobrará especial dinamismo durante este año que se inicia una vez que se evalúen los informes respectivos en elaboración.



Ánimo de futuro



En suma, hay muchos factores que se disponen favorable o desfavorablemente para el éxito de las iniciativas. Es importante la actitud rápida, clara y decidida y el mapa de futuro organizado. En torno a los nuevos desafíos se puede administrar o innovar, buscar el consenso y la política de Estado o hacer valer la mayoría. La mandataria, manda y a su vez es mandatada y eso hace la diferencia. La frase pronunciada por la Presidenta es más profunda de lo que parece y la ciudadanía estará atenta a como se desenvolverá en sus sellos y sus símbolos y como dispondrá de sus propias aspiraciones que la han conectado con la ciudadanía de una manera tan evidente. Hay esperanzas en el nuevo liderazgo.



Al recordar (volver a pasar por el corazón), la Presidenta ha demostrado nobleza y eso la ciudadanía lo ha valorado y estima genuina la vocación que la tiene a la cabeza de los destinos del país. Los diseños políticos, sectoriales, las señales ciudadanas, la puesta en escena, el liderazgo menos contaminado serán variables a medir que organizarán el ánimo de futuro. El ánimo de futuro, en un ambiente de alta competitividad política, se jugará en la primera etapa y como dice la Presidenta, debe ser sin prisa y sin pausa. Esto es lo más parecido a una maratón de 4 años.





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Gonzalo Cowley P./Director Adjunto Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH.








  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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