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Un Senado que mira al Siglo XXI


Ha transcurrido un año desde que me correspondió asumir por segunda vez el honor de representar al Senado de la República. Hoy siento que existen motivos para estar satisfecho por la tarea cumplida.



En marzo del 2005 señalé con claridad los ejes de mi mandato: el Senado como lugar de encuentro de los grandes acuerdos; el desarrollo de la Diplomacia Parlamentaria, la búsqueda de un mayor equilibrio entre los poderes del Estado; la defensa de nuestras prerrogativas parlamentarias y, finalmente, continuar con el proceso de modernización, sostenido en la transparencia y publicidad de nuestras actuaciones.



Las recientes elecciones y la conformación del nuevo Senado han generado un debate que no representa el espíritu en el cual deberían desenvolverse nuestras relaciones futuras.



Hoy quisiera reafirmar el rol del Senado como lugar de encuentro, que ha permitido al país desarrollarse y construir una institucionalidad, cuya obra culmine se expresara en la ley 20.050 que reforma la Constitución de 1980, y cuyo origen estuvo en esta Corporación.



Chile hoy se pregunta si seguirá nuestro tradicional clima de reflexión de los temas nacionales. Pues creo que el Senado, debe responder a la impronta de ser el lugar donde se expresan las mayorías y las minorías políticas de nuestra sociedad.



Las mayorías deben ser ejercidas legítimamente por quienes las detentan, pero no es menos cierto que el país requiere conductas y actitudes consecuentes con nuestra tradición de diálogo en pro de los acuerdos. Las leyes deben estar destinadas a mejorar la calidad de vida de las personas y no ser el fruto de la imposición de una mayoría circunstancial, actitud que en el pasado causó mucho daño a la democracia.



Cabe destacar el activo rol del Senado en la llamada Diplomacia Parlamentaria. El Congreso Nacional puede ser un colaborador constante en la política exterior, por medio del diálogo político permanente con nuestros pares. Hoy vemos con satisfacción la existencia de variados acuerdos en este sentido, como el suscrito con los congresos de Perú, Ecuador y China. Asimismo, logramos una apertura del Senado de Estados Unidos a desarrollar encuentros políticos.



El Senado colaboró eficazmente en las conclusiones de la Cancillería del Sigo XXI, iniciativa surgida al alero de nuestra Comisión de Relaciones Exteriores, y de cuya creación y conclusiones guardo un personal orgullo.



También nos propusimos mantener los necesarios equilibrios institucionales entre los poderes del Estado. Una democracia participativa no se construye sobre un monólogo del Poder Ejecutivo. Por ello he procurado defender las prerrogativas de nuestra Corporación, acciones a veces incomprendidas, pero que fueron realizadas con el sincero convencimiento de actuar apegados a nuestro Reglamento y al orden jurídico constitucional. Y así lo ha reconocido el Tribunal Constitucional, que nos distinguió por nuestro apego a la supremacía constitucional. El Senado no ha sido, y esperamos que no sea nunca, un escenario de intereses electorales.



La búsqueda de equilibrios entre los Poderes, nos conminó a crear un sistema de asesoría legislativa que aportará mejores elementos de juicio en la discusión legislativa, para enfrentar con un justo balance los planteamientos del Ejecutivo, así como la idea de que nuestras Comisiones asuman el seguimiento y control de las leyes.



Lo que iniciáramos el año 1997, con la creación del Departamento de Informática, no culmina con la utilización de la moderna tecnología con que contamos ahora en nuestros pupitres digitales, y que son la imagen de una nueva era. La gestión modernizadora debe ser el sello que siempre nos distinga como Parlamento.



En este periodo luchamos con convicción contra el secretismo en la administración del Estado. Por eso el de hoy es un Senado transparente y participativo. Así, por lo demás, lo han reconocido los medios de comunicación, que en su «Barómetro de acceso a la información» han situado a la Cámara Alta en el primer lugar entre las entidades públicas políticas del país.



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Sergio Romero Pizarro es senador de Renovación Nacional y fue presidente del Senado en el período 2005-2006

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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