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Lagos y la valentía


Se pusieron de moda en los últimos días de su mandato los homenajes a Ricardo Lagos. Se multiplicaron los programas biográficos en los medios de comunicación. Da la impresión de existir un unánime reconocimiento a su labor y a sus dotes personales. Al parecer, a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general le interesa poco que uno de sus familiares-operadores más cercanos esté en este momento procesado por los delitos de Fraude al Fisco y Falsificación de Instrumento Público. Aparentemente, tampoco preocupa que el mismo Lagos esté siendo interrogado sobre los ilícitos cometidos en el Ministerio de Obras Públicas durante su gestión.



¿Suenan muy conocidos los cargos que se investigan en el MOP? Efectivamente, se trata de algunas figuras delictivas en las que también se ha visto involucrado Pinochet y su entorno más cercano. En todo caso, y como aspecto positivo a destacar en ambas situaciones, resulta encomiable como la familia se involucra a fondo con sus parientes gobernantes.



Pero existen otras similitudes entre la situación de Lagos y la de Pinochet. Este último ha buscado evadir sus responsabilidades diciendo que «no sabía» de muchas de las cosas que sucedían durante su régimen. Su defensa ha reforzado esta tesis aduciendo el deterioro mental del exdictador. Lagos por su parte, también ha dicho que «no sabía» que se cometieran determinados actos en el Ministerio a su cargo, como el pago de sobresueldos. Hasta el momento, sin embargo, no ha alegado deterioro de facultades mentales.



Una de las dotes personales que más se destacan en Lagos es su valentía. Y efectivamente, en presencia de cámaras, Lagos ha solido dar muestras de arrojo. En un reportaje difundido recientemente, aparecían imágenes de mediados de los años ochenta, donde Lagos enrostraba su falta de valentía a Gustavo Leigh, el caído en desgracia ex integrante de la Junta Militar. Lagos, con mucha fuerza, acometía contra Leigh, pues éste señalaba «no saber» lo que había pasado en la Academia de Guerra Aérea, de la cual era responsable en su calidad de Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea. Tenía razón Lagos; no es digno ni valiente para un superior alegar «no saber» lo que pasa en la institución que dirige, particularmente, cuando se trata de hechos sistemáticos y no aislados. Particularmente, cuando los que los cometen son sus subordinados directos y hombres de confianza.



A nivel filosófico, el reconocimiento de la ignorancia, el «sólo sé que nada sé», es muestra de humildad, sabiduría y grandeza. A nivel de responsabilidades, en cambio, como decía Lagos, es muestra de cobardía.



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Luis Mariano Rendón es abogado

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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