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Competitividad internacional y educación


El último tiempo ha estado marcado por análisis, tanto de educandos como educados, sobre los alcances en el corto plazo que deberían tener para los intereses de Chile los resultados obtenido en materia educacional. Así, entonces, entre otros, destacados profesores, rectores, políticos y autoridades de gobierno han analizado y reflexionado sobre este tema. Primero fue el turno de la prueba SIMCE y luego de la PSU. Sin embargo, en ambos la reflexión ha apuntado a la etapa inicial del proceso educativo: educación Básica y Media.



Efectivamente, hasta hoy pareciera que el análisis no ha querido [quizás por falta de fuentes] avanzar a etapas superiores y, por qué no decirlo, que han sido consideradas íconos de nuestra historia republicana. Dicho claramente ¿por qué no adentrarnos al mito de la excelencia de nuestra educación superior? o ¿por qué no analizar sus problemas estructurales actuales?. El tema, si bien políticamente sensible, es también como los otros casos claramente crucial para nuestros objetivos de mediano y largo plazo. Desde esta perspectiva, es un dato dado que el movimiento desde las etapas iniciales de micro y macro competitividad a la de una etapa de generación de políticas publicas de micro-fundamentos, necesitan -entre otros pilares- una EDUCACIÓN SUPERIOR de calidad INTERNACIONAL.



Es por lo anterior que desde mi perspectiva el debate actual debería trascender el ámbito de la calidad e inequidad que se observa entre la educación publica y la privada. El tema, entonces, ya no es sobre los resultados obtenidos en las pruebas de lenguaje y/o matemáticas o cuál es el porcentaje de alumnos provenientes de colegios privados versus públicos que acceden a nuestro sistema de educación superior. El tema, es si estos profesionales serán capaces de competir entre la elite mundial. Lo cual, sin duda y más allá de si la entidad es Estatal, Semi-estatal o Privada, estará directamente relacionado con la calidad de ellas mismas.



El análisis se transforma en decisivo al comprobar que, por un lado, la creación y desarrollo de un ambiente competitivo de tercera generación no llega por añadidura a los ya más que usados y señalados logros macro-económicos y, por el otro, que el desarrollo de una plataforma de innovación y desarrollo tecnológico no es un simple proceso de copia como resultado de una política de apertura comercial.



Así, entonces, acostumbrados a escuchar que nuestra educación universitaria es internacionalmente reconocida, ahora dos nuevos informes sobre Excelencia y Competitividad Educacional vuelven a remecernos y a poner en duda la real capacidad que Chile posee para promover una sociedad no tan sólo internacionalmente más competitiva, sino que también más justa. Los nuevos reportes confirman que las bases de nuestra competitividad parecieran no estar a la altura de las exigencias que la lógica del mercado internacional demanda de un país dinámico y con pretensiones de transformarse en desarrollado en el mediano plazo.



Emanados, respectivamente, desde el ‘Academic Ranking of World Universities’ [dependiente de Shanghai Jiao Tong University-China http://ed.sjtu.edu.cn/ranking.htm] y el World University Rankings: who’s up / who’s down [dependiente de ‘The higher education supplement-uk http://www.thes.co.uk/] Chile -literalmente- no tiene presencia ni peso en el contexto de la formación y estructura de la educación universitaria y técnica mundial.

El ranking 2005 realizado por la Universidad de Shanghai, el cual utiliza como parte de su metodología calidad de la educación, calidad de las facultades, producción de investigación y tamaño de la institución, considera sólo a una Institución Chilena entre las top 500 universidades en el mundo: la Universidad de Chile, en el lugar 362. En el contexto latinoamericano, Brasil destaca con cuatro universidades, siendo la Universidad de Sao Paulo la mejor ubicada en el lugar 147; luego están las universidades de Campinas 254, Federal de Río de Janeiro 365 y la Estadual Paulista 462. México, por su parte, está presente con la Universidad Nacional Autónoma de México en el lugar 188 y Argentina ubica a la Universidad de Buenos Aires en el lugar 247.



Sin embargo, y siguiendo la lógica de los discursos previos a las elecciones, sin importar candidato o tendencia, se hace también necesario hacer una comparación con aquellos países que teóricamente deberíamos estudiar para alcanzar el objetivo del desarrollo económico. Bien, en ese caso y de acuerdo con este estudio, el resultado invita a reflexionar. Australia, por ejemplo, con 20 millones de habitantes, tiene 14 universidades entre las top 500; Holanda, con 16 millones, posee 12; Bélgica, con 10 millones, presenta 7; Austria, con 8 millones, ostenta 6; Suiza, con 7.5 millones, exhibe 8; Israel, con 7 millones, posee 7; Dinamarca, con 5.5 millones, muestra 5; Finlandia, con 5 millones, tiene 5; Singapur, con 4.5 millones, alcanza a 2; New Zealand, con 4 millones, muestra 5; Suecia, con 800 mil, tiene 11 y Noruega, con 380 mil, posee 4. Además, ya sea por una simple correlación o por una estratégica coincidencia todos estos países son considerados entre el grupo selecto de las 25 naciones core-innnovators.



Por el otro lado, el estudio realizado por el World University Ranking [2005], tampoco aporta muy alentadores resultados. En este estudio, el cual reduce el margen de excelencia a sólo las 200 primeras universidades, no hay ninguna Universidad Chilena que alcance los requerimientos mínimos para estar entre las top. En el ámbito latinoamericano sólo destacan las Universidad Nacional Autónoma de México en el lugar 95 y la Universidad Brasilera de Sao Paulo en la posición 196. Si bien la mayoría de los países de los cuales deberíamos aprender sufren una merma, su participación sigue siendo significativa. Australia tiene 16 universidades, Holanda 10, Suecia 5, Suiza 7, mientras que Israel, Dinamarca, Austria, New Zealand y Bélgica 3; finalmente Finlandia 2 y Noruega 1. Sin embargo, y gracias a que este estudio es de característica mas desagregado que el anterior, cabe destacar que la Universidad Católica de Chile, en la categoría Departamento de Artes y Humanidades, logra el lugar 48 entre las top 50.



También es importante destacar que entre las 50 Universidades top en Ciencia Australia tiene 5, Dinamarca 2; mientras Suiza, Holanda y Singapur 1. Entre las top 50 en Tecnología, Suiza y Singapur tienen 2 cada uno y Holanda, Israel, Austria, Bélgica y New Zealand 1. Finalmente entre las top 50 en Biomedicina Australia posee 7 universidades, New Zealand 2 y Suiza, Austria, Finlandia y Singapur 1. Pero Chile no aparece entre ellas.



Quizás, entonces, es que sea tiempo para agregar a nuestra agenda de discusiones y análisis de qué manera ya no sólo abordamos los problemas de inequidad que se derivan de los resultados de la última PSU y los problemas de calidad de la enseñanza que se desprenden luego de desmenuzar los resultados de SIMCE 2005. También, se hace prioritario ver de qué manera logramos transformar nuestro sistema de educación superior a uno que logre la categoría de ser internacionalmente competitivo y reconocido. Para eso ya no basta con hablar sobre éste o ese país como modelo a seguir. Ahora, por ejemplo, deberíamos destinar parte del superávit estructural y enviar a nuestros profesionales a estudiar que se ha hecho en estos países en esta materia e intentar reproducir [no linealmente] aquellas experiencias.



Así, y como resultado de un análisis serio y no comprometido de estos dos nuevos informes sobre educación superior y competitividad educacional internacional, es claro que ya no basta con los años de historia, con el conservadurismo educacional o con una reforma de educación superior, la cual sea dicho de paso, se quedó sólo en la apertura y captación del mercado local, pero que olvidó o -definitivamente- no sabe cómo salir a competir en el exterior.



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Rodrigo Álvarez Valdés. Doctorando en el Departamento de Estudios Políticos de la Universidad de Auckland, New Zealand. Master of Arts en Economía Política Internacional – Universidad de Tsukuba, Japón. [e-mail: rodrigoz2004@yahoo.co.nz][Blog: http://rodrigoalvarezvaldes.blogspot.com]

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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